ABC (Castilla y León)

«Los militares marroquíes nos dijeron que podíamos pasar»

Ceuta hace frente a su mayor crisis de emergencia­s: «Fue un caos. La gente estaba en las calles pasando necesidad»

- J. J. MADUEÑO CEUTA

La entrada masiva de marroquíes en Ceuta hizo que todos los servicios se desbordara­n. «Fue un caos. La gente estaba en las calles pasando necesidad», asegura Marina Pérez, responsabl­e en la ciudad de la Federación Andalucía Acoge, unas de las entidades de ayuda que ha estado atendiendo a personas en esta crisis cuando recuerda lo ocurrido el lunes y el martes. Madres con sus bebés en brazos cruzando a nado, niños solos, sin familia, llorando, miedo a ser golpeados por los militares… «Lo peor de todo es el drama humano de cada persona», señala Isabel Brasero, portavoz de Cruz Roja.

Falsedades de Rabat

Han sido más de 8.000 tragedias personales las que pasaron la verja entre el lunes y el martes, animadas por una mentira. «Marruecos ha usado a la gente como herramient­a de presión y ha generado una crisis humanitari­a», señala Marina Pérez.

Falsedades orquestada­s para culminar un órdago a España por acoger al líder del Frente Polisario en un hospital de Logroño. En las calles de Ceuta,

los jóvenes abandonado­s explicaban cómo les decían que había una sanidad gratis para sus problemas de salud, un trabajo seguro «porque siempre había ganado que cuidar» o hasta que Cristiano Ronaldo estaba en Ceuta. Así se cargaron autobuses de gente en ciudades como Tánger para que fueran hasta la frontera, mientras que les decían que estaba abierta. «Los militares dijeron que podíamos pasar», aseguró en una playa ceutí Mohamed Achdan.

Al llegar, jugándose la vida, comenzaba el drama. Fueron lanzados a una ciudad que primero les miró con recelo, los catalogó de invasores y luego, ante el drama que estaban viviendo, se ha volcado para ayudarles. «A mí me han dejado entrar en un supermerca­do porque hablaba español», decía Said Aziz, el pasado miércoles. Atrás quedan dos muertos ahogados en el mar y cientos de personas varadas en las calles sin salida. La Policía trata de identifica­rlos y se los lleva. A los menores, a los centros habilitado­s. «Los mayores no sabemos dónde van», señalan las organizaci­ones de ayuda humanitari­a consultada­s.

La Delegación de Gobierno comunicó que se ha devuelto a más de 7.000 personas al cumplirse el sexto día desde que comenzara la crisis. «Quieren echar a todo el mundo, sin ver los casos individual­izados», lamenta Cristina Corral de ‘No Name Kitchen’. El miedo a la deportació­n hizo que un joven tratara de suicidarse ahorcándos­e en el paseo marítimo este pasado viernes. Solo los menores permanecen en España.

«Ahora estamos prestando ayuda humanitari­a a los menores y esperando a las reagrupaci­ones», añade Isabel Brasero. La avalancha llevó a Ceuta a casi 2.000 chicos, de los que 800 fueron conducidos a las naves del Tarajal en condicione­s precarias. Muchos de estos fueron engañados con una falsa excursión escolar para cruzar a Ceuta. Son los buscados por sus padres, que piden la reagrupaci­ón de los menores para que regresen con sus familias. Algunos, de forma excepciona­l, retiraron a sus hijos en las primeras horas. Pero había que intentar encontrar una solución global. Los padres desesperad­os buscaban a los chicos.

Más de 4.400 llamadas

En las primeras 24 horas saturaron el teléfono habilitado por el Consistori­o ceutí para preguntar por sus vástagos con más de 4.400 llamadas. Sin embargo, otros muchos no quieren regresar a Marruecos. Los menores en las calles tienen miedo a ir a los centros de ayuda o al hospital por si los devuelven a Marruecos. El miedo a la deportació­n hizo que algunos menores trataran de escapar de las naves del Tarajal, antes de ser llevados a otro lugar con mayor seguridad y más dificultad­es para huir. Los que aún viven en campamento­s en parques o playas tratan de colarse en el puerto para ser polizones hasta la Península. «Hemos huido de allí para tener un futuro mejor. No vamos a volver», añadía Abdallah Kabir, que es uno de esos cientos de chicos que siguen esperando una oportunida­d para ir a Europa.

Sobreviven pidiendo por las calles, en los semáforos y cargados con una bolsa de plástico en la que llevan las pocas pertenenci­as que aún les quedan. «Lo que haces por ellos lo devuelven con inmensa gratitud, algo como una simple botella de agua», señala Brasero. A estos algunos vecinos, como Sabah Hamed, les han abierto sus casas para ayudar.

«Nunca hemos vivido algo así en una ciudad», reconoció a ABC. La presión ya ha bajado, pero la crisis humanitari­a dejó 65 atendidos en el hospital en las últimas 24 horas. Uno de ellos, un joven que se precipitó desde un muro el viernes y murió ayer. Son los efectos de la llamada de Marruecos a saltar la valla de Ceuta.

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REUTERS Un legionario atiende a uno de los inmigrante­s ilegales que alcanzó la playa de Ceuta, el martes pasado
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EFE Trabajador­es de Cruz Roja atienden a un subsaharia­no
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