«Ceuta y Melilla peligran si no son atendidas y mimadas»
ABC consulta a seis expertos españoles en geopolítica para dilucidar cuáles son las motivaciones y próximos pasos de Rabat
Marruecos ha sabido aprovechar el error diplomático de acoger, con identidad falsa, al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, en Logroño. Con el ‘grifo de la inmigración’ como arma política, Rabat busca consolidar ahora su soberanía sobre el Sahara Occidental y mandar una advertencia a España sobre este asunto. Estas son algunas de las conclusiones de los expertos en las relaciones España-Marruecos consultados por ABC. Todos coinciden en dos claves: el espaldarazo de la Administración Trump ha dado alas a Marruecos; y Ceuta y Melilla son dos cuestiones con las que tendrá que lidiar España en un futuro ante una estrategia de ‘zona gris’ de Rabat.
PROFESOR TITULAR DE CIENCIA POLÍTICA EN LA UNIVERSIDAD DE GRANADA
Es la respuesta directa a la hospitalización en nuestro país del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali. Ha habido una clara asimetría de percepción sobre la gravedad de este asunto entre los decisores españoles y los marroquíes. Para Mohamed VI y el gobierno marroquí la cuestión del Sáhara Occidental posee una importancia política de primer orden. La monarquía marroquí ha invertido un enorme capital político en el reconocimiento de su soberanía sobre ese territorio. Y a ello hay que añadir que en noviembre pasado el Polisario rompió el alto el fuego y ha hostigado al ejército marroquí en el Sahara.
Marruecos es activo en su política exterior tal como se ha visto en el caso de Israel, o apoyando en su momento a Emiratos y Arabia Saudí en la guerra de Yemen. También se presenta como un aliado fiable de EE.UU. en el Norte de África y Oriente Medio, algo Washington aprecia, como demuestran el apoyo de la Administración Trump a la postura marroquí en el Sahara Occidental y el respaldo a la modernización de las Fuerzas Armadas Reales marroquíes.
Como es sabido en EE.UU., las exportaciones de armas tienen un importante contenido político. En el caso de las ventas a Marruecos llama la atención la disparidad entre las finanzas marroquíes y los costes millonarios de adquisición y, sobre todo, de ciclo de vida de equipos como los helicópteros de combate Apache, los F-16 Viper o los carros M1 Abrams, por citar solo algunos ejemplos. Seguramente la buena relación de Marruecos con las monarquías del Golfo explique la viabilidad económica de esas adquisiciones.
Al tratarse de una antigua colonia, el respaldo activo de España a las aspiraciones marroquíes tendría una importante carga simbólica. No obstante, y teniendo en cuenta la polémica que generaría dentro de la propia España, es posible que la presión marroquí tenga un carácter disuasorio, tratando de evitar más bien la oposición frontal de nuestro gobierno a una resolución favorable a los intereses marroquíes.
Las autoridades del país no tienen ningún problema en reclamar públicamente Ceuta y Melilla y dudo que sea una aspiración retórica. Seguramente confíen en hacerse con ellas a largo plazo, mediante una estrategia gradual. En los últimos años distintas acciones de carácter económico, político y migratorio (que al combinar sus efectos pueden entenderse como híbridas) parecen apuntar en esa dirección. Es altamente probable que en sus cálculos no entre el conflicto armado, por la condena internacional que ello acarrearía y porque confíen en alcanzar dicho objetivo con el tiempo, mediante esas estrategias propias del conflicto en la zona gris. Por tanto, la cuestión es qué van a hacer los gobiernos españoles para contrarrestarlas. Si se cede a Marruecos la iniciativa, el futuro a largo plazo de ambas ciudades españolas se verá cuestionado.
PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA Y DIRECTOR DE ESTUDIOS ESTRATÉGICOS E INTELIGENCIA
«Dudo que la aspiración de Marruecos sobre Ceuta y Melilla sea retórica»
«Quizá ha pesado que uno de los partidos del Gobierno tenga un discurso prosaharaui»
Marruecos siempre trata de aprovechar su momento y su capacidad de presión sobre España para que esta avale sus metas políticas. Quizá ha pesado el hecho de que uno de los partidos españoles que forma Gobierno [Podemos] tenga un discurso prosaharaui, indicando a Marruecos la necesidad de evitar que esa posición influya en contra de sus intereses. El error diplomático cometido al permitir la entrada del líder saharaui ha servido al mismo tiempo como motivo de preocupación para Marruecos y como pretexto para hacer una demostración de su capacidad coactiva.
Ahora el reino de Marruecos se siente fuerte con el aval recibido por Estados Unidos para su política en el Sáhara Occidental. El contexto geopolítico ha cambiado, desde luego, pero España sigue siendo importante para Marruecos; de otro modo no se empeñaría en desafiarla, como está haciendo, aún a riesgo de empeorar sus relaciones con la UE.
Rabat quiere aprovechar para que España consolide una posición similar al reconocimiento estadounidense sobre la soberanía marroquí del Sáhara Occidental. Desde luego, como mínimo Rabat querría que España no fuera un obstáculo para afianzar el control sobre el Sáhara y quizá quieque