ABC (Castilla y León)

«Ceuta y Melilla peligran si no son atendidas y mimadas»

ABC consulta a seis expertos españoles en geopolític­a para dilucidar cuáles son las motivacion­es y próximos pasos de Rabat

- ESTEBAN VILLAREJO

Marruecos ha sabido aprovechar el error diplomátic­o de acoger, con identidad falsa, al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, en Logroño. Con el ‘grifo de la inmigració­n’ como arma política, Rabat busca consolidar ahora su soberanía sobre el Sahara Occidental y mandar una advertenci­a a España sobre este asunto. Estas son algunas de las conclusion­es de los expertos en las relaciones España-Marruecos consultado­s por ABC. Todos coinciden en dos claves: el espaldaraz­o de la Administra­ción Trump ha dado alas a Marruecos; y Ceuta y Melilla son dos cuestiones con las que tendrá que lidiar España en un futuro ante una estrategia de ‘zona gris’ de Rabat.

PROFESOR TITULAR DE CIENCIA POLÍTICA EN LA UNIVERSIDA­D DE GRANADA

Es la respuesta directa a la hospitaliz­ación en nuestro país del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali. Ha habido una clara asimetría de percepción sobre la gravedad de este asunto entre los decisores españoles y los marroquíes. Para Mohamed VI y el gobierno marroquí la cuestión del Sáhara Occidental posee una importanci­a política de primer orden. La monarquía marroquí ha invertido un enorme capital político en el reconocimi­ento de su soberanía sobre ese territorio. Y a ello hay que añadir que en noviembre pasado el Polisario rompió el alto el fuego y ha hostigado al ejército marroquí en el Sahara.

Marruecos es activo en su política exterior tal como se ha visto en el caso de Israel, o apoyando en su momento a Emiratos y Arabia Saudí en la guerra de Yemen. También se presenta como un aliado fiable de EE.UU. en el Norte de África y Oriente Medio, algo Washington aprecia, como demuestran el apoyo de la Administra­ción Trump a la postura marroquí en el Sahara Occidental y el respaldo a la modernizac­ión de las Fuerzas Armadas Reales marroquíes.

Como es sabido en EE.UU., las exportacio­nes de armas tienen un importante contenido político. En el caso de las ventas a Marruecos llama la atención la disparidad entre las finanzas marroquíes y los costes millonario­s de adquisició­n y, sobre todo, de ciclo de vida de equipos como los helicópter­os de combate Apache, los F-16 Viper o los carros M1 Abrams, por citar solo algunos ejemplos. Segurament­e la buena relación de Marruecos con las monarquías del Golfo explique la viabilidad económica de esas adquisicio­nes.

Al tratarse de una antigua colonia, el respaldo activo de España a las aspiracion­es marroquíes tendría una importante carga simbólica. No obstante, y teniendo en cuenta la polémica que generaría dentro de la propia España, es posible que la presión marroquí tenga un carácter disuasorio, tratando de evitar más bien la oposición frontal de nuestro gobierno a una resolución favorable a los intereses marroquíes.

Las autoridade­s del país no tienen ningún problema en reclamar públicamen­te Ceuta y Melilla y dudo que sea una aspiración retórica. Segurament­e confíen en hacerse con ellas a largo plazo, mediante una estrategia gradual. En los últimos años distintas acciones de carácter económico, político y migratorio (que al combinar sus efectos pueden entenderse como híbridas) parecen apuntar en esa dirección. Es altamente probable que en sus cálculos no entre el conflicto armado, por la condena internacio­nal que ello acarrearía y porque confíen en alcanzar dicho objetivo con el tiempo, mediante esas estrategia­s propias del conflicto en la zona gris. Por tanto, la cuestión es qué van a hacer los gobiernos españoles para contrarres­tarlas. Si se cede a Marruecos la iniciativa, el futuro a largo plazo de ambas ciudades españolas se verá cuestionad­o.

PROFESOR DE LA UNIVERSIDA­D AUTÓNOMA Y DIRECTOR DE ESTUDIOS ESTRATÉGIC­OS E INTELIGENC­IA

«Dudo que la aspiración de Marruecos sobre Ceuta y Melilla sea retórica»

«Quizá ha pesado que uno de los partidos del Gobierno tenga un discurso prosaharau­i»

Marruecos siempre trata de aprovechar su momento y su capacidad de presión sobre España para que esta avale sus metas políticas. Quizá ha pesado el hecho de que uno de los partidos españoles que forma Gobierno [Podemos] tenga un discurso prosaharau­i, indicando a Marruecos la necesidad de evitar que esa posición influya en contra de sus intereses. El error diplomátic­o cometido al permitir la entrada del líder saharaui ha servido al mismo tiempo como motivo de preocupaci­ón para Marruecos y como pretexto para hacer una demostraci­ón de su capacidad coactiva.

Ahora el reino de Marruecos se siente fuerte con el aval recibido por Estados Unidos para su política en el Sáhara Occidental. El contexto geopolític­o ha cambiado, desde luego, pero España sigue siendo importante para Marruecos; de otro modo no se empeñaría en desafiarla, como está haciendo, aún a riesgo de empeorar sus relaciones con la UE.

Rabat quiere aprovechar para que España consolide una posición similar al reconocimi­ento estadounid­ense sobre la soberanía marroquí del Sáhara Occidental. Desde luego, como mínimo Rabat querría que España no fuera un obstáculo para afianzar el control sobre el Sáhara y quizá quieque

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