ABC (Castilla y León)

Al asesino de Santi solo le diría: «¿Cómo puedes dispararle siete tiros y dormir?»

- A. GONZÁLEZ EGAÑA SAN SEBASTIÁN

Amaia Guridi tenía 48 años, dos hijos, Jon y Oihana, y un futuro lleno de ilusiones y proyectos junto a su marido, Santiago Oleaga, director financiero de ‘El Diario Vasco’, hasta que la mañana del 24 de mayo de 2001 ETA rompió su vida para siempre.

Hacía un mes que Santi, a sus 54 años, acudía a la Fundación Matia de San Sebastián para realizar ejercicios de rehabilita­ción por una lesión en el hombro provocada por su afición a la pala. ETA lo sabía y le esperó en la zona de aparcamien­to. El etarra Luis Carrasco Aseginolaz­a aguardó a que se bajara del coche y le acribilló hasta la muerte.

Le descerrajó siete tiros por la espalda, mientras otro miembro de la banda, Ibon Etxezarret­a Etxaniz, se escondía en los alrededore­s del centro para emprender la huida. Los dos etarras están hoy en tercer grado, se arrepintie­ron de su pasado criminal, pidieron perdón y ahora son disidentes de la banda. Amaia nunca ha querido reunirse con ellos como lo han hecho otras víctimas. Asegura que no necesita que le digan nada. Han pasado 20 años y todavía no puede entender por qué sus hijos «están sin padre». —Ha escrito unas líneas sobre estos 20 años. ¿Las quiere leer?

—Esto es lo que he escrito: «Su ausencia sigue viva. Hay muchas situacione­s de la vida cotidiana que le echo de menos (se emociona). Cuando surge cualquier problema echo en falta su opinión y su ayuda. Hay muchas ocasiones que con él sería más fácil. Era un gran apoyo para mis hijos y para mí. Ha habido situacione­s muy importante­s en mi vida y en la de mis hijos en estos veinte años que su ayuda hubiese sido muy valiosa para ellos y también para mí. Es duro no tener la referencia de Santi».

—Se emociona mucho...

—Cuando leo lo que pienso me emociono, porque lo veo tan injusto que, aunque hayan pasado veinte años, sigue doliendo. Es difícil...

—Entrar en ‘El Diario Vasco’, ¿le sigue encogiendo el estómago?

—Son un montón de recuerdos... Al leer la placa (en memoria de Santi) que está ahí abajo, te das cuenta a qué vienes. Aunque han pasado veinte años, es muy duro porque todo se revuelve de nuevo. No hago estos pensamient­os todos los días, al final los guardas, no puedes estar pensando cada mañana cuando te levantas: no está Santi o Santi haría esto o lo otro. No. Hay situacione­s puntuales, pero cuando vienes aquí es volver a recordar lo que pasó. —¿Qué es lo que más duele?

—Vivir sin él. La pérdida de un padre, todo lo que se han perdido ellos. Y él de ellos. Estaría tan orgulloso de sus hijos. —¿Han comentado algo en casa estos días que se acerca la fecha del aniversari­o?

—Nadie ha dicho nada. Yo les he dicho: «Voy a ‘El Diario Vasco’», y cuando digo eso todo el mundo sabe a qué voy y ahí se acaba la conversaci­ón.

Nadie añade nada. Remover ese cajón de los recuerdos es muy doloroso. —La familia ha estado a su lado siempre, también se merece un homenaje. —Estoy muy agradecida a mi familia, porque siempre los he tenido al lado y han estado apoyándome. Mis hijos los primeros. Me han respetado todas las decisiones que he tomado. Siempre sabían a dónde iba, lo que hacía y en ningún momento se han opuesto a que pudiera contribuir con mi testimonio. He estado en el Foro de Víctimas del Ayuntamien­to de Donostia, en Glencree (Irlanda), en las aulas...

—¿Los amigos también han estado ahí? —He tenido cerca a mucha gente que ha sido una tabla de salvación. Me gustaría nombrar a Juan Mijangos y a su mujer. Me he sentido querida y acompañada. Apareciero­n en mi vida como dos salvavidas. Sé que Juan lo pasó muy mal, como mucha gente de ‘El Diario Vasco’.

—¿Cómo recuerda el día anterior al atentado, su última conversaci­ón con Santi?

—Se me ha borrado...

—¿No recuerda nada?

—Nada. Se me ha borrado el día entero y creo que se me ha borrado del horror que viví el día 24. Se me cayó el mundo encima y no soy capaz de acordarme. —El asesino de Santi, Luis Carrasco, y el otro etarra que participó en el atentado, Ibon Etxezarret­a, se han arrepentid­o y han pedido perdón. Usted nunca ha querido hablar con ellos... —Yo a Ibon Etxezarret­a le he tenido a un metro delante de mí.

—¿Y le dijo algo?

—No. Yo no he ido a buscarle ni él a buscarme a mí, pero en una conferenci­a en la que participab­an víctimas apareció y, claro, no me voy a echar a correr. Él sabe quién soy, por supuesto, pero... —¿Se cruzaron la mirada?

—Yo le miré, pero, primero a mí no me sale decirle nada, y tampoco necesito que él me diga nada. «¡Que me has destrozado la vida a mí y a mis hijos. Entérate!», es lo único que le puedo decir si le tengo ahí (se enfada). Mi vida cambió radicalmen­te. Y no es empezar de cero, empiezas de menos diez o menos veinte, pasas unos años que estás en la caverna hasta que flotas un poco. ¿Y por qué? ¿Me puede explicar alguien por qué mis hijos están sin padre? ¿Qué razón tenías para hacer eso? Tanto a mí como a las otras víctimas. ¿Qué razón tienes para hacer eso, por favor, para quitar a una persona de esta vida? ¿Cómo puedes tener el valor de dispararle siete tiros, que no fue ni uno ni dos, siete tiros? ¿Cómo lo puedes hacer? ¿Cómo puede alguien dormir al día siguiente?

—¿Le molesta que desde EH Bildu no sean capaces de decir que fue injusto asesinar?

—Sí. Me molesta. Y les diría que es muy fácil. Que utilicen la empatía, que se pongan en el lugar de la víctima. No me parece normal que digan que es justo que le matasen a Santi. Ya me dirás por qué. Creo que por ahí detrás hay mucha influencia del problema que tienen, que son los presos.

—No me molesta para nada. Yo quiero que se cumpla la ley y la ley dice que pueden estar cumpliendo cerca de los familiares porque para ellos también tiene que ser complicado ir a Cádiz a ver a un hijo. —¿Y los ‘ongi etorris’ cuando salen de prisión?

—No me parece justo. Yo entiendo que una madre, un padre, unos tíos quieran recibir al hijo, al sobrino si ha estado preso veinte años, pero es que se pueden hacer las cosas con dignidad. Si quieren manifestar su alegría y quieren celebrarla, que lo hagan discretame­nte, lo demás me parece inhumano.

«No me parece justo. Que lo hagan discretame­nte, lo demás me parece inhumano»

 ?? FÉLIX MORQUECHO ?? Amaia Guridi, viuda de Santiago Oleaga, se emociona al recordar a su marido, asesinado por ETA
FÉLIX MORQUECHO Amaia Guridi, viuda de Santiago Oleaga, se emociona al recordar a su marido, asesinado por ETA
 ??  ?? Los ‘ongi etorris’
—¿Qué le parece que se acerque a los presos de la banda a cárceles próximas a Euskadi?
Los ‘ongi etorris’ —¿Qué le parece que se acerque a los presos de la banda a cárceles próximas a Euskadi?

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