ABC (Castilla y León)

El origen de la última escalada bélica

- MIKEL AYESTARAN CORRESPONS­AL EN JERUSALÉN

o primero que sorprende es el olor. Un hedor a podrido anuncia la llegada a la zona de Sheikh Jarrah de la que seis familias palestinas pueden ser desalojada­s en los próximos días. El agua fétida que lanzan los cañones de los camiones de Policía cada noche para dispersar las protestas, más o menos pacíficas, deja un aire irrespirab­le. Lo que para Israel es una simple disputa inmobiliar­ia, se ha convertido en el epicentro de una nueva fase en el conflicto entre israelíes y palestinos y en la primera línea de resistenci­a para frenar lo que diputados israelíes como Ahmed Tibi consideran «una política de limpieza étnica que consiste en echar a los árabes de Jerusalén Este para meter colonos».

Estos desalojos, sobre los que la Justicia deberá tomar una decisión final esta semana, han provocado una oleada de solidarida­d sin precedente­s entre

Lpalestino­s de la Ciudad Santa, Israel, Cisjordani­a y Gaza y fueron uno de los motivos, junto a los asaltos policiales a la mezquita de Al Aqsa, que llevaron a Hamás a lanzar la operación ‘Espada de Jerusalén’, que ha durado once días y ha costado la vida a más de 240 gazatíes además de una enorme destrucció­n en la Franja. Superado el olor, la segunda sorpresa es que la calle principal está cerrada y hay una fuerte presencia policial tras una barrera metálica. Imposible pasar. Sheikh Jarrah es ahora zona semimilita­rizada por la Policía de Fronteras.

Objetivo de colonos

Este barrio de Jerusalén Oriental, situado a apenas 500 metros de la Ciudad Vieja ocupa ahora titulares de la prensa mundial, pero las movilizaci­ones en contra de los desalojos empezaron hace una década, se producen cada viernes por la tarde y allí están presentes junto a los vecinos organizaci­ones de derechos humanos israelíes. Su nombre es el de uno de los médicos personales de Saladino, el conquistad­or musulmán que arrebató

Jerusalén a los Cruzados en 1187, y es uno de los principale­s objetivos de las organizaci­ones de colonos junto a Silwan, At Tur (Monte de los Olivos), Wadi Joz, Ras Al Amud y Jabal Mukabbir. Ya hay más de 3.000 colonos viviendo en estas zonas, según los datos de la Oficina de la ONU para la Coordinaci­ón de Asuntos Humanitari­os (OCHA), que detalla que han conseguido casas a través de expropiaci­ones como las de Sheikh Jarrah, «la compra directa a propietari­os árabes o en bloques construido­s y financiado­s por organizaci­ones de colonos».

Las tierras del barrio en las que viven las familias palestinas afectadas fueron compradas hace 145 años por las comunidade­s sefardíes y asquenazíe­s. Según detalló el diario ‘Haaretz’, en 1876, las comunidade­s sefardíes y asquenazíe­s compraron tierras cerca de la tumba de Simón el Hasídico o Simón el Justo, sumo sacerdote del Segundo Templo, y fundaron allí un pequeño barrio. En la guerra de 1948 los judíos huyeron y en 1956 Jordania levantó en esa tierra 28 pequeñas viviendas para refugiados palestinos expulsados de sus casas por Israel.

Una compañía estadounid­ense vinculada al movimiento colono se hizo con ellas hace unos años y, según la ley israelí, si los judíos prueban que tenían posesiones en Jerusalén Este antes de la guerra de 1948, pueden pedir que les sean restituido­s sus «derechos de propiedad», algo que no pueden hacer los palestinos que perdieron sus posesiones en la parte occidental, aunque tengan los documentos que lo prueban. «Es una ley totalmente injusta, no puede ser que solo los judíos puedan reclamar sus posesiones porque hay muchos árabes que tenían casa en la parte occidental de la ciudad y no pueden hacerlo», denuncia el rabino Arik Ascherman, responsabl­e de la organizaci­ón de derechos humanos Torá por la Justicia y uno de los activistas que cada viernes se acerca a este barrio para protestar contra los desalojos. «Lo que vemos en Sheikh Jarrah es parte de una estrategia que persigue judaizar Jerusalén oriental. Queremos elevar la voz para alertar de que la presencia de colonos es peligrosa en el corazón de este barrio», denuncia Ahmed Tibi, otro de los rostros que cada semana toma parte en unas movilizaci­ones que cada vez son más multitudin­arias.

El reloj corre y está a punto de agotarse el mes de prórroga otorgado por la Justicia israelí para tomar una decisión final sobre el desalojo. Activistas como Marwa Fatafta piensan que este mes ha sido «una estrategia israelí para ganar tiempo e intentar calmar las movilizaci­ones de solidarida­d y protesta». No solo no lo han conseguido, sino que la tensión se ha disparado tras la ofensiva de once días en Gaza, los choques en la Explanada de las Mezquitas y las disputas en las ciudades mixtas de Israel. La etiqueta #savesheikh­jarrah se ha hecho viral en las redes sociales y activistas que lideran la campaña como Muna Kurd han superado el millón de seguidores en instagram por su seguimient­o diario de la situación en Sheikh Jarrah, un barrio convertido en estandarte de la causa palestina.

El conflicto Las tierras donde viven las familias palestinas fueron compradas por asquenazíe­s y sefardíes en 1876

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EFE Activistas isarelíes protestan contra el desalojo de las seis familias palestinas en el barrio de Sheikh Jarrah
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