ABC (Castilla y León)

Rodríguez de la Fuente y la Alcarria

- Identifica­ndo pistas con Miguel Delibes

Trabajó con Rodríguez de la Fuente mientras se rodaban algunos capítulos de ‘El hombre y la tierra’ y recuerda cómo se grabó el nido de un abejaruco

Como cazador experiment­ado, iba al campo con Miguel Delibes cuando el escritor vallisolet­ano se documentab­a para preparar alguno de sus libros

chopos, olivos, nogales y parras, y donde resplandec­e a lo lejos el pantano de Entrepeñas.

«Cuando había un enfermo, lo teníamos que montar en una caballería para bajar a por el médico a Pareja», rememora. Con solo 31 habitantes en el censo de 1940, los vecinos de Hontanilla­s buscaban allí los servicios que no tenía su pueblo. «No había ni luz ni carretera», lamenta.

El padre de ‘Flores’, Federico Rebollo,

contó en 1968 a la revista ‘Blanco y Negro’ cómo se marchó de Hontanilla­s, dejando tras de sí la escuela, el ganado, las tinajas con vino y una almazara para fabricar el aceite. «Nos hicieron un reportaje y lo publicaron el mismo día que salía otro sobre el bautizo del Rey», explica el anciano. El periodista Francisco García firmó el texto y también tomó varias fotografía­s, retratando una localidad donde las casas todavía se mantenían en pie. «Nos marchamos porque ya no quedaba nadie. Mi padre fue el último».

En los años 50, la construcci­ón de los embalses de Buendía y Entrepeñas inundó las tierras de cultivo de la Alcarria, pero también impulsó la llegada de turistas de Madrid. El más célebre fue el marqués de Villaverde. No era raro que el yerno de Franco pasara unos días en su chalé próximo al pantano. ‘Flores’ trabajó para él. Su relación propició un encuentro clave para la vida del natural de Hontanilla­s. «Estaba en el surtidor y el marqués de Villaverde me llamó una tarde, pidiéndome que fuera al chalé. Se había dejado en la mesilla «Con Rodríguez de la Fuente trabajábam­os anillando águilas. Yo llevaba al equipo a ver los nidos», recuerda ‘Flores’, un cazador que conocía al dedillo la fauna de la Alcarria. «Hicimos un programa sobre el abejaruco, cavando por encima del agujero donde estaba su nido y metiendo una máquina», recuerda.

Antes de ir a esa zona, Rodríguez de la Fuente le llamaba para quedar al día siguiente. «Conmigo se llevaba muy bien porque le seguía la corriente. Yo estaba en Alique y lo tenía en la puerta a las cinco de la mañana», explica. «Un día, le conté que había un nido de halcón peregrino en la vega de Hontanilla­s. Cuando llegó, nos encontramo­s con tres y se llevó uno, que resultó ser excelente. Luego me decía: "¡Vaya bicho más bueno que tenemos! Lo llevo al campo de Barajas y la cantidad de palomas que matamos con él"».

La caza, que ‘Flores’ aprendió por necesidad, le permitió conocer a más personajes singulares. «Con Miguel Delibes también íbamos de cacería. Cuando me veía mirar el suelo, venía corriendo, porque decía que quería ver las pistas. Estaba escribiend­o». El vallisolet­ano firmó varios libros sobre la caza, uno de los temas que más trató en su obra. «Un día fuimos a una finca y dijeron: "¡Mira, mira cómo está esto de huellas!". Yorespondí: "¡Qué leches! No es caza, son cochinos". Caminamos y encontramo­s a una cerda blanca con cinco cochinillo­s. Delibes me cogió de la oreja y me pidió que le dijera por qué sabía que no eran jabalíes», dice satisfecho, riendo.

A pesar de los azares de su vida, a ‘Flores’ nunca le ha fascinado la fama. Su vejez transcurre en una residencia de Pareja. «Mi último punto de partida está en Alique. Compré terrenos en el cementerio para ir con mis padres». Sus palabras son las de una generación, la de los niños de la guerra, casi desapareci­da.

Escuche a ‘Flores’ en el episodio ‘El último de Hontanilla­s’. Por Diego Moreno Bermejo.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain