ABC (Castilla y León)

La memoria de Gabriela Ybarra, en la cámara de González-Sinde

▶La escritora visita el rodaje de la película que dirige la cineasta basada en su primera novela, ‘El comensal’ ▶El libro narra el asesinato de su abuelo a manos de ETA y la muerte de su madre a causa del cáncer

- INÉS MARTÍN RODRIGO ULZAMA (PAMPLONA)

l periodismo está ahí para narrar los hechos y la ficción, tal vez para intentar entenderlo­s. Los hechos de esta historia ocurrieron hace 44 años. El 20 de mayo de 1977, un comando de ETA secuestró al empresario Javier de Ybarra, alcalde de Bilbao y presidente del diario ‘El Correo’ y de la Diputación de Vizcaya, en su domicilio bilbaíno. Los terrorista­s pidieron un rescate de mil millones de pesetas. Un mes después, la banda comunicó, a través de un mensaje en Radio Popular de Bilbao, que Javier de Ybarra había sido asesinado el 18 de junio. El día 22, a las siete menos cuarto de la tarde, un montañero encontró su cadáver, cubierto por unos plásticos, en el Monte Gorbea. Cerca de la medianoche, Enrique de Ybarra, el único de los hijos del asesinado que tuvo entereza para acudir a reconocer el cuerpo de su padre, improvisó las siguientes palabras delante de la prensa hasta allí desplazada: «Mi padre, como sabéis, ha sido muerto de disparo de pistola. Lo único que puedo deciros es que su cuerpo mostraba una gran serenidad y bondad». Cuando fue encontrado, Javier de Ybarra tenía junto a él un libro de misa y un rosario, el mismo que su hijo sostenía entre sus manos, temblorosa­s, ante los periodista­s.

El monte que pisamos hoy no es el Gorbea, pero se le parece. Estamos en un bosque del Valle de Ulzama, a media hora en coche desde Pamplona. Es la segunda ocasión en la que la escritora Gabriela Ybarra (Bilbao, 1983), nieta de Javier e hija de Enrique, visita el rodaje de ‘El comensal’, película basada en su primera novela, en la que rememoró el asesinato de su abuelo y la muerte de su madre a causa del cáncer. Trataba de buscar respuestas a preguntas que, segurament­e, no las tienen. Llenar esos silencios, impuestos, asfixiante­s, que fueron ocupando el lugar destinado al duelo en su ánimo

Ey el de todos los que la rodeaban. El libro, publicado en 2015, fue un éxito. La primera vez que estuvo en el set, la autora presenció, en mitad de un silencio respetuoso, conmovedor, la secuencia del secuestro. Hoy se rodará una de las escenas más duras de la película, la narrada en los hechos periodísti­cos con los que arranca esta crónica. Y Gabriela quería estar, también, presente.

El filme, dirigido por Ángeles González-Sinde, transcurre en dos planos temporales distintos –1977, año del asesinato de Javier de Ybarra, y 2011, fecha del fallecimie­nto de Ernestina Pasch, madre de Gabriela y esposa de Enrique de Ybarra–, que se van alternando mediante saltos en el tiempo. Con un presupuest­o de unos 2,5 millones de euros, Ginés García Millán, Adriana Ozores, Susana Abaitua y Fernando Oyagüez son los encargados de dar vida a los protagonis­tas de un guion que firma González-Sinde, pero para el que contó con la ayuda y la complicida­d, desde el principio, de la propia Gabriela Ybarra. «La gasolinera es igual que la de la realidad», asegura la escritora al llegar al set de rodaje, en pleno monte. El bullicio reinante, con vehículos que vienen y van y actores que entran y salen del camión que guarda el vestuario, contrasta con la calma que transmite Gabriela, que observa todo con los ojos bien abiertos, iluminados ante la certeza de estar viviendo algo que nunca imaginó. Nos recibe Isabel Delclaux, la productora fundadora de Enbabia Films que se enamoró del libro al leerlo y puso en marcha un proyecto que ha tardado casi seis años en materializ­arse. Al ver a Gabriela, Susana Abaitua, conocida por su papel en ‘Patria’ y que en la película interpreta a la autora, acude, entusiasma­da, a saludarla. Gabriela aún no conoce a Ginés García Millán ni a Adriana Ozores, sus padres en la ficción, pero ambos lo están deseando, según le cuenta Abaitua.

Delclaux nos conduce al lugar donde, en ese momento, González-Sinde rueda una de las escenas, y la cineasta se funde en un abrazo con Gabriela. No ha sido fácil llegar hasta ahí, ambas lo saben, y están orgullosas de lo logrado, del camino recorrido, en todos los sentidos.

La pausa para la comida, de una hora, abre un espacio para la conversaci­ón, más allá de los detalles técnicos del plan de rodaje. Al acabar, Gabriela Ybarra y González-Sinde se sientan a charlar, con ABC como testigo. «En varias ocasiones hemos pensado que no se iba a hacer la película, la verdad. Pero, ahora que se acerca el final del rodaje –está previsto que finalice el 22 de junio, unas seis semanas y media después de su comienzo–, siento un poco de responsabi­lidad, hacia Gabriela y en general, ver si habrá salido bien, si se molestará alguien, si será polémico, eso me preocupa. Pero a lo mejor yo tengo un estrés postraumát­ico de haber pasado por la política», confiesa la cineasta, que fue ministra de Cultura entre 2009 y 2011. La escri

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