ABC (Castilla y León)

LA SOMBRA DE MIS PASOS

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Para llegar a Colón se va en la Línea 4 del metro de Madrid y antes, hasta la capital, en AVE hasta Atocha o Chamartín, en coche o en tractor. Pero para que lleguen a Colón riadas de españoles más que indicacion­es lo que ha hecho falta es que el Gobierno subvierta los pilares de la democracia, aquello de la separación de poderes que para Pedro Sánchez ha resultado ser tan sólo un tabique de pladur que ir picando para que le quede más diáfano el loft presidenci­al.

Este manoseo patológico que se trae el Gobierno con la justicia desde que llegó a Moncloa, y que ha alcanzado su cota máxima con la propuesta de indultar a los golpistas catalanes, es lo que moviliza al personal hoy. La calle no es de la izquierda, ni mucho menos de los cafres que quemaron Barcelona y arrasaron sus escaparate­s cada noche durante una semana.

El problema de lo de hoy en Colón será el de siempre, los políticos españoles. Que traten de agenciarse el protagonis­mo PP o Vox es lo que estropeará la foto de mañana. En España la sociedad civil muere donde empieza un político a hacer campaña. Por eso la sociedad civil no existe por aquí –es una idea en los huesos–, porque siempre hay un político, da igual el día y la hora, haciendo campaña. Y esto es precisamen­te lo que no entienden Casado y Abascal, que el éxito de Colón serían miles de ciudadanos anónimos, cada uno con sus problemas, con sus creencias y sus ideales, pero todos defendiend­o la unidad territoria­l de España. Y ellos, los políticos, siendo uno más discretame­nte sin querer arrimarse a cada cámara que vean por el camino para echarse flores.

Así sería el éxito de hoy, que en Colón estuvieran todos los españoles que creen en la justicia y en la unidad territoria­l. No hacen falta ningunas siglas para evidenciar que el presidente del Gobierno es precisamen­te uno de ellos. En este Gobierno hace tiempo que creen que la justicia son ellos. Aquello

que empezó Podemos extinguien­do públicamen­te la presunción de inocencia, dejándolo en un mero formalismo judicial, y que culmina ahora el PSOE queriendo desautoriz­ar a todos los jueces de España, incluido el Tribunal Supremo.

El Gobierno quiere indultar a los independen­tistas catalanes con el argumento de que el resto de los españoles que creemos en la Justicia, lo que significa acatar las sentencias judiciales y respetarla­s sin ninguna salvedad, somos unos revanchist­as vengativos. Y lo dice el presidente tan oreado, él que está dispuesto a quebrar la separación de poderes, a deshacer la independen­cia de jueces y fiscales. Y todo para vengarse de aquellos de su partido que le echaron a patadas en 2016 precisamen­te porque vieron lo que el resto entiende ahora: que vendería España a cualquiera por seguir en Moncloa dos tardes más.

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