Todos menos tú
IETOS de toreros disfrazados de ciclistas, ediles socialistas, putones verbeneros, peluqueros de esos que se llaman estilistas, musculitos, posturitas, cronistas carroñeros». Como en aquella canción de Sabina, en Colón estábamos todos menos tú, Sánchez, que, por mucho que lo intentes, no vas a convencer a nadie de que eso fuera un Valle de los Caídos con algunos añadidos de última hora. Muy al contrario, si Colón recordaba a algo era a un ‘Miguel Ángel Blanco’ pero sin el PSOE, un ‘Manos Blancas’ reivindicando la democracia,
Nla Constitución del 78, la fraternidad, el reencuentro, el consenso y la concordia, en la cual estábamos presentes todos menos los socialistas. Bueno, eso no es del todo cierto. Por Serrano aparecía un señor con una pancarta en la que se podía leer: «Yo, votante del PSOE, al pueblo pido perdón y al gobierno, dimisión» al que se recibió con un aplauso atronador. Dice mucho de él y poco del resto de socialistas, que han cambiado de opinión todos a la vez, como una conversión paulina global al son del látigo del arriero de La Moncloa.
Todos echamos de menos al presidente del Gobierno. O al menos, yo. Porque Colón era una unión de la población civil como cuando Atocha, pero con la diferencia de que ahora el gobierno está en el monte, soltando delincuentes, en lugar de persiguiéndolos. Personalmente me tranquilizaría mucho que el gobierno hubiera estado en Colón junto a nosotros, los demócratas, y contra los fascistas esos que tiene como socios. Dormiría mejor si el Consejo de Ministros estuviera con la ley y no en su contra. Descansaría a pierna suelta si el ejecutivo estuviera con las instituciones y no en guerra permanente contra ellas. Sería un hombre feliz si Sánchez respetara al Supremo y no se lo pasara por el forro. Pero esto es el sanchismo y con estos bueyes tenemos que arar.
A algunos se les veía descolocados como a un mediocentro uruguayo en el ballet. Desde luego, las señoras que yo tenía al lado quizá no hayan hecho algo más arriesgado desde la conga de la comunión de su nieto el pequeño. Movimientos erráticos, pasos en falso, desconcierto. Y aplausos, muchos aplausos. A Olona, a Monasterio, a Espinosa, a Abascal, que llegaron por el lado ‘Salamanca’ del ring. A Casado, a Almeida, a Ayuso, que lo hicieron por el lado opuesto. Aplausos para todos, también para Rosa Díez. Y España, mucha España. Y ‘merchandising’ diferenciado, en un montoncito las banderas de España y en el otro las de Vox. Porque si hay algo que le gusta