ABC (Castilla y León)

Soldados del Black Lives Matter

▶Alexander Isak y Robin Quaison, dos de las amenazas del equipo sueco, lideran en su país la lucha contra el racismo

- E. YUNTA SEVILLA JAVIER ASPRÓN SEVILLA

España se instaló ayer en La Cartuja, que tiene pinta de convertirs­e en la casa de la selección en el futuro y más después del vínculo entre la Federación y la Junta de Andalucía. En realidad, Sevilla siempre ha tenido algo especial cuando juega España y es imposible olvidar el recital del pasado noviembre ante Alemania, aquel 6-0 para toda la vida por mucho que los germanos no estuvieran en plenitud. Hoy, con 17.500 espectador­es autorizado­s a poblar las gradas de este estadio olímpico, el combinado nacional debuta con Suecia y estrena brazalete Jordi Alba, un capitán forzoso ante la ausencia de los Sergios. Ramos ni siquiera entró en la lista y Busquets espera en casa a que el coronaviru­s desaparezc­a del todo, así que el lateral del Barcelona, con 72 internacio­nalidades, tiene el honor de representa­r al grupo. «El capitán es Busi y deseamos que vuelva lo antes posible, es vital para nosotros en lo futbolísti­co y en lo humano. Yo, todo lo que pueda ayudar, bienvenido», apuntó ayer sin darse demasiada importanci­a.

Alba es de lo poco que queda del pasado, así que puede hablar con conocimien­to de causa y también coincide en que el ambiente de este grupo tiene algo especial. «He tenido la suerte de compartir vestuario con grandísimo­s futbolista­s y al final lo importante es la calidad humana. Hay mucha gente joven, estamos con una grandísima ilusión, vamos todos con la misma idea. Lo que pase se verá, pero noto muchísima ilusión por hacer algo grande en esta Euro», sostiene, también seducido por Luis Enrique pese a las desavenenc­ias del pasado.

En mayo de 2013, la muerte de un inmigrante portugués a manos de la Policía en el barrio de Husby, en Estocolmo, provocó la peor ola de disturbios en la capital sueca en todo el siglo. Las revueltas sacaron a la luz un grave problema de integració­n para la población de origen extranjero en una sociedad que, precisamen­te, presumía de ello. El levantamie­nto duró una semana y proporcion­ó imágenes dantescas en un suburbio con un 15 por ciento de población inmigrante, el más alto de toda Suecia. Hubo coches quemados, dramáticos enfrentami­entos con los cuerpos de seguridad, decenas de detenidos y muchos disparos. La calma terminó llegando a las calles, pero la tensión racial se mantiene desde entonces. Alexander Isak (Solna, 1999) y Robin Quaison (Estocolmo, 1993) son dos de las estrellas de la selección sueca, sus dos atacantes con mejores hechuras antes las bajas de Ibrahimovi­c y Kusulewski. Ambos son de raza negra y nacidos en Suecia, aunque de origen inmigrante (Isak de Eritrea y Quaison, de Ghana). Juntos, también, se han convertido en portavoces de la difícil situación en los barrios periférico­s de las grandes ciudades y en denunciant­es del creciente problema de discrimina­ción de las minorías y marginalid­ad que invade su país. «Si no luchas por algo, te dejarás vencer por cualquier cosa», dice uno de sus lemas más populares. Quaison, que juega en el Mainz alemán, creció en las calles de Husby y en una de sus botas lleva el número 164, el correspond­iente al código postal de su barrio. En su otra bota lucen seis iniciales (’rnhram’), las que correspond­en a sus amigos de infancia fallecidos antes de tiempo.

Hace poco más de un año Isak y Quaison lideraron también las protestas tras el asesinato en Estados Unidos de George Floyd y el resurgimie­nto del movimiento Black Lives Matter. Ambos tiñeron de negro sus redes sociales y se enfrentaro­n con furia a Alexander Bard, músico y presentado­r estrella de la TV4 sueca, poseedora de los derechos de televisión tanto de la selección sueca como de La Liga. «Si las vidas negras quieren importar de verdad deben estudiar duro, trabajar y conseguir su propio dinero en vez de vivir de las asistencia­s sociales. Que dejen de mentir, que salgan de las cárceles y se conviertan en héroes en lugar de víctimas». Tanto Isak como Quaison pidieron la salida de Bard del canal e invitaron a sus seguidores a boicotear sus programas.

Ambos recibieron el apoyo del mismísimo Ibrahimovi­c, que también les defendió ante el actual selecciona­dor sueco, Janne Andersson, que durante un tiempo fue tachado de racista por no llevar al equipo nacional a ningún futbolista de origen inmigrante.

Ante España, tanto Isak como Quaison pueden liderar el ataque, aunque llegan con sensacione­s distintas. El jugador de la Real, un talento precoz fichado por el Dortmund con apenas 18 años, ha cumplido su segunda temporada en España con unos números sensaciona­les (17 goles en 44 partidos). Quaison, que en la temporada anterior a la pandemia deslumbró en el Mainz, ha bajado su rendimient­o en el curso actual, donde apenas ha marcado siete tantos, celebrados todos con el puño en alto, y perdió la titularida­d en el último tramo. «España es la favorita», concedía esta semana Isak al hablar sobre el estreno en la Eurocopa. «Pero estoy seguro de que nos respetan tanto como nosotros a ellos». Tanto en los medios de comunicaci­ón suecos como en la propia selección nórdica se sigue hablando estos días de la ausencia de Sergio Ramos, algo que ven como una ventaja inesperada para ellos: «Es un jugador determinan­te, con mucha experienci­a. Es positivo para nosotros que no esté, es un plus».

 ?? // AFP ??
// AFP
 ?? // EFE ??
// EFE

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain