«No hay mayor reconocimiento que sentir el alivio de nuestra presencia durante la pandemia»
Horas antes de trasladarse a Córdoba a la espera de un nuevo destino —ya sin mando— que le puedan asignar en su nueva condición de reservista, el general brigada José Rivas Moriana atiende a ABC para echar la vista atrás y concluir que ha «cumplido» su misión tanto con el pueblo español como con sus tropas. También con Valladolid, donde ha pasado estos últimos años, y a la que agradece haberle «abierto sus puertas».
—¿De qué momento se siente más orgulloso en su etapa en Valladolid? —Probablemente sea ahora, el de la despedida, porque estoy recibiendo una muestra de cariño extraordinaria por parte de la sociedad, de las instituciones, de las familias,... Luego, hay un momento muy especial que es el de la pandemia, que lo vivimos con especial intensidad porque desde el primer día sentimos la presión y el agobio al que estaba sometido nuestro pueblo. Pusimos en marcha determinadas capacidades para mitigar ese sufrimiento. Hubo desinfecciones, patrullas y nuestra disposición fue absoluta. o de nuestro pueblo y era donde menos fallos nos podíamos permitir.
—¿Se ha agradecido esa labor?
—Totalmente. Se ha ensalzado la labor del Ejército. El hecho de estar en las ciudades y pueblos, que los alcaldes pidieran continuamente nuestra contribución pues era la señal evidente de que se nos estaba valorando, que les éramos útiles y que la presencia del Ejército les hacía sentir alivio. Más muestra de reconocimiento que eso no puedes tener.
—¿Le ha quedado alguna espina clavada, algún objetivo sin cumplir? —Creo que no. Todos los proyectos que hemos ido poniendo en marcha o se han cubierto o están en el camino de hacerse. Por ejemplo, ahora vamos a concentrar la mayor parte de las unidades de Valladolid en el acuartelamiento Teniente Galiana y dejar libre el de San Isidro y poderlo ofrecer para gestión inmobiliaria. Quizás en un año o año y medio pueda ser una realidad.
—¿Y cómo ha encajado un cordobés en una ciudad como Valladolid? —Se dice que he abierto las puertas a la ciudad, pero yo diría que ha sido Valladolid la que me las ha abierto a mi. —¿Cómo ha sido recibida esa apertura del Ejército a la sociedad en la que usted se ha volcado?
—Ha respondido muy bien. Todos los actos que hemos celebrado han tenido una gran presencia de pública. Hemos
«No somos la solución frente a la despoblación, pero nuestra presencia sí puede ayudar a levantar una zona e impulsar su desarrollo»
ofrecido exposiciones y eventos interesantes a los que la ciudadanía ha acudido en masa.
—Su vinculación con la Semana Santa de Valladolid ha sido notable y prueba de ello es que en cierta forma es el impulsor de una nueva procesión con la recuperación del Cristo de la Misión.
—Pienso que los soldados debemos tener una espiritualidad que nos la da la fe en algo. La misión tan crítica que tenemos, que nos puede llevar en algún momento a ofrecer nuestra vida, requiere que la gente tenga una moral sólida, profunda y una creencia en valores. Eso es un credo. Eso es fe. Yo la he encontrado en la Iglesia Católica. Este aspecto y mi condición de cofrade me ha llevado a participar en la Semana Santa de Valladolid con cierta intensidad. Tuvimos la suerte de que hay una hermandad, muy ligada al Ejército en sus orígenes, que cumplía 75 años, y la coincidencia de que aquí se descubrió en el polvorín de Ibeas una talla de un Cristo del siglo XVII que, cuando la catalogaron, se vio que no desmerecía el nivel de las extraordinarias que se pasean cada año por las calles de la ciudad. Hubo una gran acogida en Valladolid y el obispo fue el primer interesado en que continuáramos con ella.
—En el Ejército estamos my ilusionados con que este proyecto pueda salir adelante.
—¿Pero ve voluntad política real? —Son proyectos de envergadura que requieren inversiones y estamos viviendo momentos en los que hay que ajustar. Para el Ejército sería un proyecto magnífico. Castilla y León tiene una población militar flotante muy importante y nos vendría muy bien tener unidades con gente joven donde pudieran empezar la carrera para luego continuarla en cuarteles generales cercanos como en el que estamos para tener una estabilidad social y familiar. No podemos estar moviendo a la gente desde Andalucía a Galicia y de allí a Canarias, etc...
—¿Cree que se debe incluir al Ejército de Tierra como una solución frente a la despoblación?
—El mero hecho de que una empresa de mil hombres y mujeres pueda establecerse en los pueblos de la zona les puede dar vida. El que haya personal, atraería servicios que, a su vez, supondría la apertura de colegios y tiendas. También arrastraría trabajadores civiles. No es que seamos la solución de la despoblación, pero sí son medidas que podría ayudar a levantar una zona y animar e impulsar su desarrollo.
—¿Cómo animaría a un joven a enrolarse en el Ejército?
—Cuando sacamos las plazas para cubrir nuestras necesidades, tenemos entre cinco o siete candidatos por plaza. Yo sí animaría a nuestra juventud porque, de cara a cualquier empleo posterior, la profesión militar ofrece una formación importante desde el punto de vista de la responsabilidad y los valores que debe tener una persona en su trabajo como la disciplina, la labor en equipo o rendir cuentas. —Usted ha estado destinado en Estrasburgo, en Madrid, en Badajoz .... Si echa la vista atrás, ¿que pensamientos o qué reflexión hace sobre su carrera militar?
—He tenido una carrera muy satisfactoria. Cuando uno se ve llamado por la vocación militar hay dos misiones claves que he podido cumplir: el compromiso con España y con nuestros hombres y mujeres que forman parte de nuestras unidades militares. Me voy con una satisfacción plena de haberlas hecho realidad, de haber vivido experiencias magníficas con mis unidades y los subordinados que he tenido y que son nuestra joya.