Shakespeare y los indultos
Para Shakespeare, ilustre dramaturgo y sabio intérprete de nuestro mundo, «la clemencia que perdona a los criminales es asesina». Traída esta frase a nuestros días, nos señala que si nuestro Gobierno concede el indulto a los sediciosos catalanes podría estar participando del mismo delito de sedición. Yo desde luego lo veo así. Se oye con frecuencia en estos días que el asunto de los políticos presos debe quedar ya superado, y que un indulto puede ser una buena solución. Hay quien dice que estos presos ya han tenido suficiente castigo con el tiempo que han pasado en la cárcel hasta hoy. Otros nos intentan convencer de que los sediciosos no actuaron con mala voluntad, si acaso con un espíritu y unos ánimos en exceso encendidos, pero nada más. Que quizá pudieron sobreactuar, pero que realmente nunca declararon la independencia. O incluso hay quien sostiene que disponían de plena legitimidad moral para hacer lo que hicieron. Muchos argumentos hemos oído en estas direcciones, mostrándonos siempre que se entiende muy poco la realidad de los hechos. Porque lo cierto es que no hay dos delitos más graves que la sedición y la rebelión. Ni siquiera el crimen más perverso que pueda cometer un individuo o un colectivo cualquiera es tan grave como la sedición y la rebelión. Baste con recordar que el ser humano lleva decenas de siglos matándose y muriendo intensiva y extensivamente por culpa de sediciosos que no tuvieron empacho a la hora de empujar al pueblo a la guerra, al enfrentamiento, al dolor y al hambre, solo por ver cumplidos sus personales sueños de gloria.
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