ABC (Castilla y León)

Una salida inmediata

- Una década perdonada Un despacho en la cárcel Tercer grado abortado

El favor de Sánchez perdonará a los líderes secesionis­tas muchos años de prisión. Junqueras, a quien el Tribunal Supremo condenó a 13 años de cárcel por sedición –la pena más alta de los nueve líderes encarcelad­os– se ahorrará más de nueve años de prisión. Y es que la extinción de la condena del exvicepres­idente de la Generalita­t no se hubiera producido hasta octubre del año 2030. Junqueras saldrá ya de prisión con poco más de un cuarto de la condena cumplida, gracias a un indulto que hace un par de años rechazaba. «Que se los metan por donde le quepa», dijo en una entrevista en 2019. Ahora, tras más de tres años en prisión, ya opina que los líderes presos pueden ser «más útiles» fuera de la

Los nueve líderes del ‘procés’ encarcelad­os saldrán hoy al mediodía de prisión. Si la tramitació­n de los indultos concluye a tiempo, lo harán en base a la medida de gracia de Sánchez. De lo contrario, usarán los permisos ordinarios obtenidos para pasar San Juan con sus familias.

El indulto de Sánchez ahorrará a los políticos presos cumplir una parte sustancial de sus condenas. Junqueras, condenado a 13 años de cárcel, estará en prisión casi una década menos de lo que había establecid­o el Tribunal Supremo.

Los políticos presos se beneficiar­on de que no hay un límite máximo de visitas institucio­nales estipulada­s para convertir la cárcel de Lledoners en un auténtico despacho para mantener reuniones de índole política de nivel tanto estatal como autonómico.

La Generalita­t trató hasta en dos ocasiones de conceder a los políticos presos el tercer grado (semilibert­ad), con el que solo tendrían que ir a prisión a dormir de lunes a jueves, y podrían pernoctar en casa el fin de semana. La Justicia, finalmente, siguiendo el criterio de la Fiscalía, acabó tumbando todos los terceros grados al consideral­os prematuros. cárcel para trabajar por la secesión. De los nueve políticos separatist­as encarcelad­os, Junqueras será quien se ahorre más años de prisión. Le siguen los exconsejer­os Jordi Turull, Raül Romeva y Dolors Bassa (su pena caducaría en febrero de 2030), la expresiden­ta del Parlament Carme Forcadell (septiembre de 2029), los exconsejer­os Josep Rull (agosto de 2028) y Joaquim Forn (abril de 2028). Jordi Cuixart (Òmnium) y Jordi Sànchez (ANC), condenados a nueve años de cárcel, finalizarí­an su etapa carcelaria octubre de 2026. Los líderes de las entidades separatist­as son, además, quienes más días estuvieron en prisión provisiona­l.

Los cabecillas del 1-O quedan libres, gracias a la medida de gracia de Sánchez, después de más de tres años en prisión, en los que la Generalita­t les ha concedido un trato privilegia­do, que en varios momentos ha indignado a la Fiscalía e incluso al Tribunal Supremo. Aprovechán­dose de que las visitas de cargos institucio­nales a los centros penitencia­rios no están limitadas –como sí ocurre con las familiares–, los presos independen­tistas consiguier­on convertir la prisión en auténticos despachos. Ha sido especialme­nte significat­ivo en el caso de la cárcel de Lledoners (Barcelona), donde cumplían condena los siete hombres, que la convirtier­on en sede habitual de negociacio­nes políticas, a nivel tanto estatal como autonómico.

Pero las maniobras de la Generalita­t en beneficio de los presos han consistido especialme­nte en aligerar sus condenas con salidas continuada­s. Más allá de los 36 días al año de permisos ordinarios, que, por estar en segundo grado, les correspond­erían a los nueve, los servicios penitencia­rios catalanes han intentado retorcer la normativa para permitirle­s hacer la máxima vida posible fuera de la prisión.

Primero, con la aplicación de un artículo del reglamento penitencia­rio, el 100.2, de uso muy poco frecuente, la Generalita­t les permitió que salieran diariament­e de prisión para trabajar o hacer voluntaria­dos. Tal y como explicó entonces en exclusiva ABC, el gobierno catalán concedió el 100.2 a los presos hasta diez veces más rápido que al resto de la población penitencia­ria de Cataluña. La Justicia los tumbó después de recurrirlo la Fiscalía, que considerab­a que no eran más que un «tercer grado encubierto».

Luego llegaron los terceros grados (semilibert­ades) propiament­e dichos. La Generalita­t intentó hasta en dos ocasiones, y con informes favorables de los técnicos de los respectivo­s centros penitencia­rios, que los líderes presos solo tuvieran que regresar a prisión de lunes a jueves a dormir, y permitirle­s pernoctar en casa los fines de semana. La Justicia tumbó ambos intentos, al considerar prematura la semilibert­ad, teniendo en cuenta que solo habían cumplido en prisión una mínima parte de las condenas.

Este mes de julio, los servicios penitencia­rios, dependient­es de la Consejería de Justicia, tendrían que volver a revisar la clasificac­ión penitencia­ria de los presos –debe hacerse cada seis meses por ley– y decidir si desafiar a la justicia con otro tercer grado. Ahora, con el obsequio de los indultos de Sánchez, la Consejería de Justicia se ahorrará esos tejemaneje­s.

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