EN PRIMERA FILA
Reconciliación con Cataluña, por supuesto. Pero con una estrategia consensuada y definida a medio plazo
HAGAMOS el ejercicio de aceptar el discurso de Pedro Sánchez. Olvidemos si los indultos están bien o mal argumentados, los cortes de mangas del independentismo y las razones detrás del cambio de posición del PSOE. Aceptemos, como decía, que suponen un intento de reencuentro entre el secesionismo y el resto de españoles. Aceptemos también, como dice el Gobierno, que no hay garantías, que el camino a recorrer será largo pero que la opción de recuperar la convivencia merece la pena. Piensen en aquel abrazo de Juan Genovés que todavía emociona y pone la piel de gallina.
Ahora, convertidos todos en grandes magnánimos, analicemos juntos este reto de hermanamiento. El primer paso es rebajar el porcentaje de catalanes que votan a opciones independentistas. Bien. El Ejecutivo reconoce que los indultos no serán suficientes. Seamos comprensivos como pide Pedro Sánchez. Quienes han votado secesionismo por afección a los presos no van a romper ese vínculo emocional de la noche a la mañana. Coincidamos entonces en que lograr el ansiado objetivo requiere una estrategia a medio y largo plazo. ¿Cuál es? ¿Dónde está? ¿Va a enmendarse la ausencia del Estado en Cataluña para poner fin al campo libre del que disfruta el independentismo? ¿Va a trazarse una estrategia de presencia positiva del Rey en aquella comunidad para que la figura del Jefe del Estado recupere atractivo? ¿O no va a hacerse nada de esto porque molestaría a los socios del Gobierno?
Continuemos. Si la hoja de ruta del reencuentro trasciende el corto plazo, tendrá que pactarse entre los dos partidos que se vienen alternando en el Gobierno para que no sea un esfuerzo inacabado que nazca condenado al fracaso. ¿Qué intentos ha hecho Sánchez para buscar un consenso dentro del constitucionalismo? ¿Ha citado a Pablo Casado en Moncloa? ¿Han tenido, al menos, largas conversaciones por teléfono acerca del asunto?
Esa misma estrategia de medio y largo plazo requiere lograr que la ciudadanía del resto de España se sienta implicada de algún modo en el proceso para que los indultos no tengan un pernicioso ‘efecto boomerang’. ¿Dónde están las explicaciones de Sánchez por la ruptura de su promesa electoral? ¿Cuál es el recorrido deliberativo que le ha llevado de afirmar que debían cumplirse íntegramente las penas a indultar incluso los delitos de malversación? ¿Por qué si se pretende ese reencuentro social el presidente anuncia la medida de gracia en el Liceo, ante empresarios, en lugar de hacerlo en el Congreso, sede de la soberanía nacional?
Reconciliación con la Cataluña independentista, por supuesto. Pero con una estrategia consensuada dentro del constitucionalismo y definida a medio plazo. Los indultos de Sánchez no son una hoja de ruta de concordia sino una medida aislada fruto del chantaje político. Así no.