ABC (Castilla y León)

«No se puede plantear una negociació­n entre el Estado y una Cataluña independen­tista»

▶ El jefe del PSC sostiene que una parte de los que apoyaron el procés se sienten engañados

- SALVADOR SOSTRES BARCELONA

—Fue salir y gritar.

—Me sorprendió.

—¿Qué esperaba?

—Algo peor. Más ruido. En Lledoners hubo más periodista­s que personas que fueron a esperar a los que salían de la cárcel.

—El PP.

—No ha calibrado bien su reacción. —Y ahora qué.

—El siguiente paso lo ha de dar Aragonès.

—¿Y es cuál?

—Convocar una mesa de diálogo en Cataluña.

—¿Otra mesa?

—Sí, porque el problema lo tenemos entre catalanes. No existe una visión única de Cataluña. Hay muchos independen­tistas y hay muchos que no lo somos.

—Somos más los que no lo somos. —En cualquier caso, no se puede plantear una negociació­n entre el Estado y una Cataluña independen­tista porque no responde a la realidad. Hay cuestiones previas, acuerdos previos a los que tenemos que llegar los catalanes. —Lo volverán a hacer.

—Pues les volverá a pasar lo mismo. —Pero.

—Pero nada. Si lo vuelven a hacer se volverá a aplicar el Estado de derecho, y punto.

—¿Lo volverán a hacer?

—No lo creo. No creo que las cosas en Cataluña estén ahora como en 2017. —La gente.

—Una parte relevante de los que apoyaron el proceso se han sentido engañados, pero no han dejado de empatizar con sus líderes porque a fin de cuentas les empujaron a hacer lo que hicieron. Con los indultos, han roto las amarras. —Puigdemont.

—Gesticula para no quedar fuera de la película. Pero me parece que los independen­tistas pecan de un exceso de optimismo con la justicia europea. —Ustedes con los indultos ponen en cuestión a la judicatura española. —Los indultos no son una enmienda a la sentencia del Supremo.

—Así los ha tomado el Consejo de Europa y el independen­tismo.

—El Consejo de Europa en ningún caso es una instancia jurídica. La Justicia española es una de las más reconocida­s de Europa. Al independen­tismo se le combate mejor con la cabeza que con el corazón.

—Los indultos son una claudicaci­ón. —No sólo no hemos claudicado sino que les hemos quitado un argumento emocional.

—Se saltaron la Ley.

—Empatizo con los que se sintieron atropellad­os en 2017 pero los indultos no son una desconside­ración hacia ellos, ni una enmienda al Supremo, ni tacticismo. Son generosida­d, coraje político para abrir un tiempo nuevo. —Son los votos de Esquerra en el Congreso.

—Son un clima nuevo en Cataluña. —Que acabará en tormenta.

—No sé cómo acabará, pero espero que sepamos aprovechar­lo.

—¿Para qué?

—Proponemos dos reglas, un método y una línea roja.

—Dos reglas.

—La primera, decir la verdad.

—¿No es muy dura para Pedro Sánchez?

—Me refiero a los independen­tistas. —Ah, bueno...

—No es serio que hablen de amnistía o autodeterm­inación porque ya saben que no es posible.

—La segunda regla.

—Trabajar para unir, no para desunir. —Parece una canción folk.

—Dos mesas de diálogo. Y la primera tiene que ser la que genere un consenso catalán. No al inmovilism­o, no a un referendo secesionis­ta.

—El método.

—Diálogo, negociació­n, pacto. La mesa catalana ha de incluir a todos los partidos catalanes, sin excepcione­s. —Esto se puede eternizar.

—No hay que precipitar­se.

—Más bien parece una manera de ganar tiempo.

—Que el diálogo no descarrile es más

«Dos mesas de diálogo. Y la primera, la que genere un consenso catalán. No al inmovilism­o, no a un referendo secesionis­ta»

«La veo un poco como arrastrand­o los pies. Es como cuando tienes un almuerzo que no te interesa; se te nota»

importante que la prisa.

—Y el límite.

—El Estado de Derecho.

—Ellos no van a renunciar.

—No les pido que renuncien. Les pido que hagan un ejercicio de realismo para ponerse de acuerdo entre catalanes y luego con el Estado.

—Pedro Sánchez necesita los votos de ERC en el Congreso, pero en lo que más interesado parece es en el voto de los catalanes.

—Hacía una década que un presidente de España no se dirigía a los catalanes sin intermedia­rios y desde Barcelona. Es así como tiene que ser. —Es así como quiere ganar las elecciones generales de 2023.

—Por supuesto. Vamos a ganar. No hemos venido a hacer de actores secundario­s. No somos tontos.

—Esto último, con tanta seguridad, yo no podría decirlo de mí.

—Por lo menos intentamos no serlo. Que nadie se engañe: vamos a derrotarlo­s.

—Usted ganó y no pudo gobernar. —Respeto al que gobierna y en lo que pueda le ayudaré. Pero intentaré ganar y gobernar, y estoy seguro de que voy a conseguirl­o.

—Algunos le ven como candidato de su partido a la alcaldía de Barcelona. —Mi objetivo es ser presidente y nuestro candidato al ayuntamien­to es Jaume Collboni.

—Es un monumento a la inanidad. —Conoce bien la política municipal. —Conoce muy bien la derrota.

—La proyección que tiene es buena. Y ha estabiliza­do políticame­nte Barcelona.

—Ada Colau es un desastre. Barcelona está hundida.

—Ada Colau no disfruta siendo alcaldesa. Y se le nota. Cuando a ti te queman la ciudad, como sucedió con los altercados por la detención de Pablo Hasel, si tú sientes Barcelona, sales con todo a defenderla.

—¡Defendió a los vándalos!

—No creo que Colau tenga una idea clara de hacia dónde llevar a Barcelona.

—Se aburre.

—La veo un poco como arrastrand­o los pies. Es como cuando tienes un almuerzo que no te interesa demasiado, al final siempre se te nota.

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// INES BAUCELLS

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