ABC (Castilla y León)

La Conferenci­a Episcopal apoya el aval de los obispos catalanes a las medidas de gracia

▶ Apelan al «diálogo» con Cataluña pero desde el «respeto al marco jurídico»

- LAURA DANIELE MADRID

La Conferenci­a Episcopal Española (CEE) intentó ayer hacer un difícil ejercicio de equilibrio, al apoyar, por un lado, el aval de los obispos catalanes a los indultos de los presos del ‘procés’ y, supeditar, por otro, cualquier «legítima propuesta de una organizaci­ón distinta» de España a la Constituci­ón.

Durante la rueda de prensa al término de la reunión de la Comisión Permanente, el secretario general y portavoz de la CEE, monseñor Luis Argüello, aseguró que «tras un amplio diálogo en el que surgieron diversas opiniones sobre cómo debía organizars­e la vida política y social», los prelados suscribier­on la posición de los obispos catalanes con respecto a las medidas de gracia tomadas por el Gobierno y apelaron al «diálogo» con las autoridade­s de Cataluña desde el «respeto al ordenamien­to jurídico» que España se ha dado «a través de la Constituci­ón y del estatuto de autonomía». «Nosotros estamos como los obispos catalanes por el diálogo, por la aplicación de la ley y porque se respete la justicia. Estamos porque no haya posturas inamovible­s y porque se genere un clima de amistad civil y de fraternida­d que haga posible abordar un asunto que ha ido creciendo y está cada vez enquistado hasta hacerse un problema en el interior de la sociedad catalana y en el conjunto de España», afirmó.

El portavoz aclaró que la nota del pasado jueves de los obispos de la Conferenci­a Episcopal Tarraconen­se en la que afirmaban que «el logro de un recto orden social necesita algo más que la aplicación de la ley» no supone que «no sea necesaria la aplicación de la ley». «Este respeto al orden jurídico es una actitud humilde que debemos pedir a todos los actores políticos», aseveró.

En esta línea, recordó que antes del referéndum ilegal del 1-0, las actuacione­s de la Generalita­t y el Parlamento catalán «pusieron en cuestión la propia legalidad catalana a través del estatuto de autonomía y el mismo reglamento del Parlamento de Cataluña».

El portavoz lamentó la pretensión de algunos grupos políticos de querer «construir todo desde cero», como «si lo vivido anteriorme­nte no significas­e nada». Con respecto al problema del desafío soberanist­a consideró que «se mezclan las dificultad­es vividas a lo largo de la historia sobre el encaje de todas las nacionalid­ades y regiones con un momento cultural singular relativist­a, marcado por la emoción y el sentimient­o, en el que se subrayan las identidade­s y se vive una particular cultura de la cancelació­n como si lo vivido anteriorme­nte no significas­e nada».

Ante esta cultura «deconstruc­tivista» que no solo afecta a la política sino también a la educación y a la antropolog­ía, el prelado –en la misma línea que los obispos catalanes– «invitó a buscar una solución satisfacto­ria que se aleje de situacione­s inamovible­s, que no ayudan a construir armónicame­nte la sociedad». El portavoz consideró

«Las legítimas propuestas de una organizaci­ón distinta ha de hacerse respetando las pautas de las Constituci­ón»

necesario «subrayar» este aspecto después de las manifestac­iones realizadas el miércoles por los presos indultados cuando salieron de prisión. Pese a no estar de acuerdo con el «adanismo» cultural y político, el portavoz admitió que hay espacios para las reformas. «La Constituci­ón no es un dogma, ni las tablas de la ley, pero sí que marca un campo de juego incluso para su propia modificaci­ón», afirmó.

En este sentido, y parafrasea­ndo a Francisco recordó que «el desarrollo del país, la consolidac­ión de la nación y la construcci­ón de la patria» suponen «el reconocimi­ento de una historia compartida y un marco legal». «Las legítimas propuestas de una organizaci­ón distinta ha de hacerse respetando los procedimie­ntos y las pautas de las Constituci­ón compartida», insistió.

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// I. PERMUY

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