«No había razón científica para borrarlas. Parece probable que las eliminaron para ocultar su existencia», dice Bloom
Unidos. El 20 de marzo del año pasado, un equipo médico del Hospital Popular de Wuhan publicó allí 241 secuencias genéticas de «pacientes sospechosos de padecer Covid-19 al principio de la epidemia». Pero luego, en junio del año pasado, fueron borradas de esta base a petición de los investigadores chinos.
A pesar de esta eliminación y de que no volvieron a ser incluidas en ninguna otra base de datos, el doctor Bloom dio con la pista de otro estudio posterior de ese mismo equipo, dirigido por Aisi Fu. En él, analizaban el material genético de 45 muestras nasales de esos supuestos primeros enfermos de Covid-19, pero no publicaban sus verdaderas secuencias de ADN, sino algunas mutaciones del virus.
Imaginando que los archivos borrados habían sido almacenados en la nube de Google, Bloom se las ingenió para encontrarlos y abrirlos, recuperando 13 secuencias genéticas que reconstruyó parcialmente. «No había razón científica para borrarlas. Parece probable que las eliminaron para ocultar su existencia. Especialmente a la luz de la orden dada a los laboratorios de destruir sus primeras muestras y de otras posteriores exigiendo autorización para la publicación de los estudios de Covid-19», escribe Bloom.
Aunque dichas secuencias genéticas no pueden revelar la principal pregunta, si el coronavirus es de origen natural o viene de un laboratorio, sí arrojan algo de luz al origen de la pandemia y vuelven a añadir más preguntas al misterio que la rodea. La conclusión más importante es que tienen menos mutaciones que las muestras del virus halladas en el mercado de animales salvajes de Huanan, donde se detectaron algunos de los primeros casos. Esta menor evolución genética indicaría que son anteriores, lo que significa que el coronavirus ya circulaba ampliamente por Wuhan antes de su estallido entre diciembre de 2019.