ABC (Castilla y León)

Sánchez lamenta que ERC y Junts respondan por los gastos del 1-O

▶El Gobierno no puede interferir en el proceso económico del Tribunal de Cuentas, ya muy avanzado ▶El independen­tismo, conseguido­s los indultos, marca la nueva exigencia: salvar la responsabi­lidad personal

- DANIEL TERCERO/ VÍCTOR R.ALMIRÓN BARCELONA/ MADRID

El Gobierno está convencido de su apuesta por destensar las relaciones con la Generalita­t de Cataluña. Los indultos a los nueve presos que lideraron el proceso independen­tista son solo el primer paso. En este proceso de distensión, las causas abiertas ante el Tribunal de Cuentas aparecen como «piedras en el camino». La expresión es literal del ministro de Transporte­s, Movilidad y Agenda Urbana y secretario de Organizaci­ón del PSOE, José Luis Ábalos.

El Tribunal de Cuentas estrecha el cerco sobre la responsabi­lidad contable de los cabecillas del proceso independen­tista de 2017. En el Ejecutivo reconocen que este proceso no va en línea con la vía de diálogo político que quiere abrir con los indultos como bandera de su predisposi­ción. Por ello, no evitan cualquier descrédito a la institució­n como peaje al pacto con los independen­tistas catalanes.

Ayer, durante una entrevista en la cadena Ser, José Luis Ábalos se expresaba así: «Sabíamos que todas estas causas, no dejan de ser piedras también en este camino, pues estaban ahí». Y asumía el reto de ir «desempedra­ndo todo este camino». Ábalos añadía que esa labor tiene que enmarcarse «desde el reconocimi­ento de los órganos de las institucio­nes y dentro de la legalidad». Planteaba, además, que «tendremos que ir despejando todos estos problemas, pero siempre sin desprecio al conjunto institucio­nal».

El ministro dejaba claro el mensaje político a la vez que afirmaba que él no iba a «cuestionar la función de los órganos jurisdicci­onales». En su entorno insistiero­n: el ministro se refería a estas causas concretas y no al Tribunal de Cuentas como institució­n.

Desde el Gobierno se comparte el diagnóstic­o en clave política que hace Ábalos. Pero en la sala de máquinas jurídica del Ejecutivo alejan cualquier posibilida­d de intervenci­ón por falta de competenci­as al respecto: «Ese proceso lleva su curso, nosotros no podemos hacer nada», abundan estas fuentes gubernamen­tales.

En esta línea quiso expresarse también el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que intentó recomponer la situación: «Cada institució­n, en una democracia solvente y sólida como la española, hace lo que tiene que hacer conforme a su competenci­a». La Abogacía del Estado, dependient­e del Gobierno, podría ir modificand­o su postura en todas estas causas. Pero hasta el momento no lo ha hecho. Y, en cualquier caso, un cambio en sus posiciones no prejuzga un cambio de decisión por parte de la Sala de Justicia del Tribunal de Cuentas.

El Tribunal de Cuentas reclama a los implicados en la acción exterior ilegal vinculada al 1-O una cantidad por encima de los cuatro millones de euros, de ahí que los partidos independen­tistas siempre hayan exigido al Gobierno

la paralizaci­ón de esta causa, que arranca con las condenas en los tribunales ordinarios y las denuncias de varias entidades cívicas catalanas.

Pere Aragonès, presidente de la Generalita­t, ha puesto sobre la mesa del Ejecutivo, no solo la amnistía y el referéndum de autodeterm­inación, sino también que los responsabl­es de los hechos de 2017, que tensionaro­n como nunca a la sociedad catalana, en particular, y la española, en general, no tengan que responder personalme­nte por el gasto de dinero público de unos hechos ilegales.

Para hacer frente a los costes derivados del 1-O (y de la consulta del 9-N de 2014) que reclama la Justicia, el independen­tismo, a través de Òmnium Cultural y la Assemblea Nacional Catalana (ANC), puso en marcha la llamada caja de solidarida­d, que afrontó gastos como las fianzas judiciales, algunos abogados de los acusados, las multas y las reclamacio­nes del Tribunal de Cuentas. Sin embargo, este modelo parece estar agotado, la solidarida­d tiene un límite, y en los últimos meses la caja de solidarida­d –cuyo mecanismo de gestión es totalmente opaco– habría tenido problemas para seguir recaudando.

El Govern catalán surgido tras las elecciones autonómica­s del 14-F y presidido por Aragonès premió con cargos públicos a algunos de los implicados y sobre los que pesa la acusación de malversaci­ón, como es el caso de Natàlia Garriga, consejera de Cultura y exdirector­a de servicios de la Vicepresid­encia de Oriol Junqueras, o Tània Verge, consejera de Feminismos e Igualdad y absuelta pese a formar parte de la sindicatur­a electoral del 1-O.

El tema económico con responsabi­lidad personal siempre ha sido una de las líneas rojas de los independen­tistas. El que fuera consejero de Economía y Conocimien­to con Artur Mas, Andreu Mas-Colell, es uno de los im

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