El caso más difícil en mi trayectoria profesional
Soy profesor de Lengua Española y Literatura en un instituto público y tengo veinticuatro años de servicio a mis espaldas. Un alumno de primero de Bachillerato interpone una reclamación en primera instancia, solicitando una revisión de su nota (tenía un 3 en la evaluación ordinaria). Durante el curso académico les he realizado seis exámenes de Gramática, dos por evaluación, y otros tantos de comprensión de textos escritos literarios y periodísticos, así como preguntas de nuestra historia literaria; también he realizado dos lecturas obligatorias de nuestros clásicos...
El alumno aprueba la primera evaluación y suspende la segunda y la tercera; se le hace una recuperación final en junio y decide no hacer la parte de Gramática y saca un 2,75 en las partes de comprensión de textos y literatura.
Reunido el departamento de Lengua para la resolución de la reclamación en primera instancia –ocho docentes–, el profesor expone la situación y adjunta los exámenes del curso del alumno. La jefa de departamento no revisa ninguno de los exámenes y pide al profesor los criterios de evaluación. El profesor adjunta su cuaderno del alumno con los distintos bloques que ha trabajado y examinado. Esta señora dice que la única plataforma válida es que estén introducidos en Séneca. Tras una breve disparidad de criterios, la jefa indica al docente que todas esas notas, observadas y evaluadas durante nueve meses, no sirven para nada. El docente perjudicado expone que no tiene inconveniente en modificar la nota del alumno si el departamento lo cree oportuno. La jefa del mismo –por cierto, la jefatura del departamento pasa de ella a su marido cada dos años por imposición de la dirección– indica que ha decidido hacer la media de las notas de las otras asignaturas aprobadas del curso.
Cuatro profesores del departamento están totalmente de acuerdo, entre ellos la jefa de estudios adjunta y el marido de la jefa del departamento. Los otros profesores piden que se someta a votación la decisión y que conste en acta. Ni siquiera eso se recoge y explica en el acta de la reunión, breve formulario.
Mi tremendo problema hoy, ético y moral, que me afligirá durante todo mi periodo de vacaciones, ya que creo en la escuela pública como generadora del conocimiento y la igualdad de oportunidad, es la evaluación que he llevado a cabo con el resto de alumnos. He sido riguroso, meticuloso, serio y he puesto a cada uno la media exacta de su evaluación. Ahí queda. «A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu». Feliz verano.