ABC (Castilla y León)

Una pista de baile donde el Covid se reserva el derecho de admisión

▶ ABC narra cómo se vivió una prueba piloto de ocio nocturno en Baleares

- M. AMORÓS PALMA

Después de año y medio de lactancia, el primer chupito cayó como un tiro, pero había que celebrarlo. La última vez que salí, pedí al DJ una de Chimo Bayo y me tomé un café licor con coca cola. Hace una eternidad. Es sábado, son las nueve de la noche y soy una de las 300 vip que esta noche se va de discoteca en Baleares, aunque solo una hora. ¡Huha!

El choque generacion­al al llegar al Social Club en el Paseo Marítimo de Palma no es nada comparado con la nueva normalidad. En mis tiempos te ponían un cuño al entrar a la disco, ahora hay que acreditar QR, una prueba de antígenos o PCR negativas o estar completame­nte vacunado contra el Covid. El coronaviru­s se reserva el derecho de admisión. «¡Hostia, qué ganas de bailar!», exclaman los primeros clientes frotándose las manos. El aforo de solo 20 personas en la pista de baile promete colas. Es obligatori­a la mascarilla FPP2 en todo momento y solo se puede retirar para beber la consumició­n. «Pero es lo que hay. Mejor esto que nada», dicen resignados los primeros ‘fiesteros’ en llegar. Hay mucha expectació­n. Del ‘experiment­o’ de esta noche depende la reapertura de las discotecas en las islas, uno de los sectores más vapuleados por la pandemia y que lleva 16 meses sin vender una copa a sus clientes. «Esto es como una montaña rusa. Esperamos una temporada para salvar los muebles», asegura Miguel Pérez Marsa, presidente de la patronal balear de ocio nocturno Abone, que confía en que las discotecas baleares puedan abrir a mediados de julio. «Hoy es un día para poner en marcha los protocolos de seguridad», apunta el director del Instituto Balear de Seguridad, Rubén Castro.

Un día antes, en el concierto de Sidonie en Calvià y en el Hard Rock de Ibiza se hicieron pruebas pilotos similares encaminada­s a la reapertura del ocio nocturno. Habrá que esperar unos días para ver el dictamen. «El público respetó las restriccio­nes. La prueba ha sido un paso más para la reactivaci­ón del sector y la constataci­ón de que se puede disfrutar cumpliendo las normas», cuenta el gerente de Ocio de Ibiza, José Luis Benítez. Entre las condicione­s acordadas con el Govern balear figuraban la obligación de llevar mascarilla durante todo el evento, que solo podía quitarse para beber, y la necesidad de acotar espacios de barra y zona de baile. Todos los asistentes debían notificar antes de acceder al recinto si estaban vacunados, si disponían de una PCR o si habían pasado el coronaviru­s. «Estamos contentos y agradecido­s por volver. La gente tiene ganas de bailar, beber y pasárselo bien», dice Eva, personal del Social Club, a las puertas de la discoteca esperando a los primeros clientes. A Cati también le hace ilusión volver a trabajar. «Ya era hora. Es una alegría», celebra esta camarera de 21 años detrás de la barra. Rigoberto – prefiere dar un nombre ficticio– entra al Social, muestra su código QR. «Vacunado». Opina que la apertura del ocio nocturno es necesaria y más segura que los botellones. «Es una vergüenza lo que se está viendo», dice en alusión al macrobrote de Covid en Mallorca. «Echábamos de menos todo. El cuerpo pide marcha», afirman Clara Calvo, David del Valle y Esperanza Moreno, los primeros en pisar la pista de baile. «¡La mascarilla corta el rollo pero lo importante para bailar es el cuerpo!», espeta Clara con un vestido de lycra rojo. Las medidas de seguridad en esta prueba piloto chocan con la laxitud en la calle, donde ya no es obligatori­a la máscara. A pocos metros, los bares tienen repletas sus terrazas, sin mascarilla­s ni distancias.

 ?? // ALBERTO VERA ??
// ALBERTO VERA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain