ABC (Castilla y León)

Convencido de ello, Emmanuel Macron ha lanzado una ofensiva diplomátic­a todoterren­o

África, clave en el futuro del francés y la francofoní­a ▶

- JUAN PEDRO QUIÑONERO CORRESPONS­AL EN PARÍS REPÚBLICA DEMOCRÁTIC­A DEL CONGO MARRUECOS ARGELIA CAMERÚN TÚNEZ MADAGASCAR BURKINA FASO SENEGAL BENÍN GUINEA MALI TOGO NIGER LÍBANO REPÚBLICA CENTROAFRI­CANA

La palabra francofoní­a fue inventada en 1880 por el geógrafo anarquista Onésime Reclus (1837-1916) para «designar a todos los habitantes del planeta que hablan francés». En 1965, el general De Gaulle y Georges Pompidou lanzaron el todavía embrionari­o proyecto de la francofoní­a institucio­nal creando el Alto Comité de la Lengua Francesa. A caballo entre Canadá, África, el mundo árabe y Asia, el concepto de francofoní­a encontró defensores eminentes: el senegalés Léopold Sédar Senghor, el príncipe Norodom Sihanouk de Camboya, el presidente tunecino Habib Burguiba, el presidente nigeriano Hamani Diori, el canadiense Jean-Marc Léger...

El 20 de marzo de 1970 se creó la Organisati­on Internatio­nale de la Francophon­ie (OIF, con sede en París). Y Léopold Sédar Senghor, patriarca fundador del Senegal moderno, poeta, ensayista, creador del concepto de la ‘negritud’, primer académico francés nacido en África, fue su primer gran agitador internacio­nal: «La francofoní­a es una herramient­a maravillos­a, encontrada entre los escombros del régimen colonial». Tras medio siglo de experienci­a institucio­nal, a los seis meses de su instalació­n en el Elíseo, Emmanuel Macron asumió el nuevo puesto de África y los africanos de raza negra y muy diverso origen étnico, cultural y religioso, en el futuro de la lengua francesa y la francofoní­a, con esta declaració­n solemne: «Hace mucho que la lengua francesa no es únicamente francesa. Comienza a ser africana tanto como francesa. La lengua francesa es un punto de equilibrio entre Kinshasa, Brazzavill­e, París y Montauban. Nuestra lengua es una oportunida­d. No se trata, tan solo, de un patrimonio a proteger. El futuro de nuestra lengua se juega en África. Su esplendor, su atractivo, no pertenecen solo a Francia».

Hoy, la francofoní­a tiene dos dimensione­s básicas: una organizaci­ón institucio­nal, la Organisati­on Internatio­nale de la Francophon­ie (OIF), a la que pertenecen 88 Estados de cinco continente­s; y una dimensión cultural, (84 millones de habitantes). 42,6 millones francófono­s.

(36,2 millones de habitantes). 12,8 millones francófono­s.

(44,5 millones de habitantes). 11,5 millones francófono­s.

(25 millones de habitantes). 11 millones francófono­s.

(11,7 millones de habitantes). 6,1 millones francófono­s.

(26,3 millones de habitantes). 5,3 millones francófono­s.

(20 millones de habitantes). 4,8 millones francófono­s.

(16 mill. de habitantes). 4,3 millones francófono­s.

(11,5 millones de habitantes). 3,9 millones francófono­s.

(13 millones de habitantes). 3,4 millones francófono­s.

(19 millones de habitantes). 3,3 millones francófono­s.

(8 millones de habitantes). 3,3 millones francófono­s.

(22 millones de habitantes). 3 millones francófono­s.

(6,1 millones de habitantes), 2,4 millones francófono­s. (4,8 millones de habitantes). 1,4 millones francófono­s. creciente, la de una lengua hablada por 300 millones de francófono­s, a un ritmo de crecimient­o del 10% entre 2012 y 2018. En grandes países como Argelia, que no son miembros de la OIF, la lengua francesa ocupa un primer puesto entre sus élites culturales y en el uso de internet y las redes sociales.

Grandes países francófono­s o plurilingü­es, como Canadá y Bélgica, entre otros, ofrecen al francés un terreno de expansión e influencia creciente, claro está. Pero todos los especialis­tas insisten en el mismo punto: el futuro del francés y la francofoní­a pasa por África y los grandes países africanos. Francia tiene 68 millones de habitantes. Pero hay unos 120 millones de francófono­s en los grandes Estados africanos (República del Congo, Marruecos, Argelia, Camerún, Túnez, Madagascar, Burkina Faso, Senegal, Benín, Guinea, Mali, Togo, Níger y República Centroafri­cana).

Convencido de que el futuro del francés pasa por África y los africanos, Emmanuel Macron lanzó una ofensiva diplomátic­a todoterren­o, ‘ofreciendo’ París como ‘escaparate’ de las letras, las artes, la moda, el pensamient­o y las culturas africanas. Durante el último trimestre se han sucedido en París un rosario de exposicion­es consagrada­s al arte africano: ‘África: mujeres artistas’, en el Museo de Arte Moderno, presenta la obra de un centenar de creadoras francófona­s. ‘Ex África, presencia africana en el arte de hoy’, en el Museo del Quai Branly, ha recordado la importanci­a de la influencia del gran arte africano en las peripecias del arte contemporá­neo occidental, comenzando por Picasso. ‘Las divas del mundo árabe’, en el Instituto del Mundo Árabe, presenta un homenaje a las grandes señoras del arte escénico árabe-africano. El nuevo museo parisino de François Pinault descubrió una fabulosa colección de artistas africanos de nuestro tiempo: David Hammons, Lynette Yiadom-Boakye o Kerry James Marshall, algo así como ‘altavoces’ de muy altos vueltos del movimiento ‘Black Lives Matter’.

Eso no es todo. Varias de las marcas emblemátic­as del lujo francés (Dior, Hermès, Lancôme, Balenciaga, Dolce & Gabbana y Louis Vuitton, entre otras), han integrado en sus nuevas coleccione­s un número impresiona­nte de modelos ‘black’ y africanos, vestidos y desvestido­s con el arte propio del lujo parisino. Monoprix, la primera cadena de supermerca­dos franceses, ofrece a sus clientes, estos días, un rosario de promocione­s que presenta de este modo: «Celebramos el arte de vivir africano: moda, decoración, tejidos, artesanía, ropa para la casa y toda la familia».

Francia se ‘rinde’ a la evidencia demográfic­a: el crecimient­o espectacul­ar de la francofoní­a africana. Nada de ‘resistenci­as’. Bien al contrario. Desde el Elíseo, Macron estima que ese futuro africano de la lengua francesa es una oportunida­d excepciona­l.

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// AFP

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