ABC (Castilla y León)

Quartararo y nadie más

▶El francés conquista Assen con otra lección de solidez, con Viñales y Mir en el podio, y apuntala su camino al título

- SERGI FONT LAURA MARTA

Una de las grandezas del fútbol es la igualdad de clases cuando llegan las eliminator­ias directas. Lo comprobó Italia este pasado sábado, en el que tuvo que sudar sangre para eliminar a Austria, y ayer lo sufrió Países Bajos, otra de las grandes favoritas para conseguir la Eurocopa, aunque con diferente suerte. Holes y Schick mandaron a casa la selección ‘oranje’, que se vio penalizada por la expulsión de De Ligt en el inicio de la segunda parte. Los checos se medirán el próximo sábado a Dinamarca (eliminó a País de Gales con un rotundo 0-4) en Roma.

Una falta del central de la Juventus, que trabó a Mesopust y tocó el balón con la mano, fue analizado por el VAR después de que el ruso Sergei Karasev solo lo sancionara con cartulina amarilla. Rectificó el colegiado tras ver las imágenes en el monitor y cambió el color de su tarjeta, expulsando a De Ligt (min. 54) al entender que era el último defensor en una ocasión manifiesta de gol. Se descompuso el equipo de Frank de Boer, que tampoco había sido capaz de mostrar su superiorid­ad sobre el césped del Puskas Arena de Budapest.

La tela de araña tejida por Jaroslav Silhavy maniató a De Jong en la primera parte e impidió la creativida­d neerlandes­a. Países Bajos llevaba la iniciativa pero sin consecuenc­ias y las ocasiones las ponían los checos, cuya base llevaba el nombre del Slavia de Praga. Aprovechar­on el desconcier­to de su rival después de la expulsión de De Ligt para golpear en su línea de flotación. Primero fue Holes (min. 68) al beneficiar­se de una indecisión de la defensa ‘oranje’ y once minutos después llegó el turno de Schick, que sentenció al culminar un excelente contraataq­ue.

Ahora, ante los focos, sonríe, disfruta, baila y hasta comienza a celebrar los triunfos a su manera. A la manera que lo hiciera en su día Valentino Rossi o que también empezó a hacer Marc Márquez. Ahora, Fabio Quartararo ya sabe quién es y lo que quiere: crear su propia huella. Ahí están los números de este 2021: cuatro victorias, dos terceros puestos, 156 puntos en la clasificac­ión, casi tres segundos de ventaja ayer, en el Gran Premio de Países Bajos sobre Maverick Viñales, segundo, y casi seis sobre Joan Mir, tercero. Ahí están las sensacione­s: líder de la carrera desde la tercera vuelta, con ventajas de hasta cuatro segundos y medio, 34 puntos sobre el segundo en la general, Johann Zarco. Y esa celebració­n con un palo de golf para imponer su sello en este Mundial.

Se encamina hacia él con paso firme, estratosfé­rico de nuevo su pilotaje sobre el circuito de Assen, como en el de Mugello o el de Portimao. Pero sobre todo firme su ritmo y su mentalidad. Sin más presión que la suya propia. «Me siento bien a nivel mental, con la moto, con el equipo. Tengo más claros los objetivos. Me siento muy confiado y quiero mantener esta línea», argumentab­a el piloto, de 22 años. Aprendió mucho, reiteró, de lo que ocurrió el curso pasado, dos victorias consecutiv­as para empezar a creerse que podía destronar al rey Márquez, a quien ya había batido el año anterior en las batallas a una vuelta de los sábados.

Pero la cabeza todavía no estaba moldeada para asumir el vértigo del liderazgo y las espaldas tampoco estaban terminadas de hacer para soportar la presión interna y, sobre todo, externa. «Llegas al puesto de Valentino Rossi y de manera inconscien­te recibes más presión. 2020 fue un desastre. Tuve muchos altibajos y no tenía regularida­d. No saqué los resultados y no aproveché la oportunida­d, pero he aprendido mucho, acumulé experienci­a y mereció la pena. Este año llegó la victoria en Catar y ya no hubo más voces», reconocía ya con más de una carrera de ventaja en el marcador.

Y, aunque lo niegue porque el campeonato es largo, hay pocos que pueden asomarse al ritmo que ha impuesto. Su compañero de equipo, Maverick Viñales, vive en su propia noria entre rumores de marcha de Yamaha a Aprilia: último en Alemania hace ocho días, ‘pole’ en Assen y segundo ayer porque las salidas aún no están ajustadas y todavía por ver esa categoría de favorito al título que se le impuso desde que aterrizó en MotoGP. Marc Márquez sigue librando su propia batalla contra sí mismo: destacadís­ima su carrera, en la que recuperó trece plazas para terminar séptimo. Johann Zarco, segundo en el Mundial y cuarto ayer, no ha dado muestras de poder consolidar­se en las victorias, y mantiene sus tres podios como mejores notas. Joan Mir, tercero, parece volver a esa senda de regularida­d que lo llevó al título el año pasado, pero no estaba este Quartararo, firme, seguro, sonriente y dispuesto a dejar por fin su sello. «Es difícil para a Fabio. Tiene muy buena velocidad en todos los circuitos y no está fallando», aceptó el mallorquín.

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