ABC (Castilla y León)

Van der Poel viste de amarillo a su abuelo Poulidor

▶ Gana con un recital en el Muro de Bretaña y dedica el liderato al fallecido Poupou, el eterno segundón

- J. GÓMEZ PEÑA GENERAL

Se puede hablar con los que ya no están. Eso hizo Mathieu Van der Poel en la meta del Muro de Bretaña. Al cruzar el primero la pancarta no tenía aliento ni para una palabra, pero sí fuerza para elevar el dedo índice hacia el cielo donde está desde 2019 su abuelo, Raymond Poulidor, el ídolo del pueblo francés, el campeón que nunca ganó el Tour (3 veces segundo y cinco, tercero) y que jamás vistió el maillot amarillo. Mathieu lleva ya esa túnica de líder. Por ‘Poupou’ Poulidor. Un cuarto de hora después de su emocionant­e victoria aún no tenía palabras. Seguía llorando, hablando así, en silencio, con quien tanto le falta. Y cuando al fin desatascó su garganta, dijo: «Imagino lo orgulloso que estaría al verme de amarillo». Al escucharse le volvió el llanto. «Desafortun­adamente, no ha podido estar aquí». O, de alguna manera, sí.

Si es cierto que sólo se muere de verdad cuando ya nadie te recuerda, Poulidor sigue vivo. Su nieto Mathieu no deja de rescatar la figura del eterno segundo. Hasta que falleció en 2019, Poulidor vivió con ese miedo al olvido, a que la memoria se quedara con Anquetil, que ganó cinco veces el Tour con el que él nunca pudo.

La segunda etapa de este Tour era la segunda ocasión para Van der Poel y su abuelo. Corrían juntos. Siempre de la mano en tantas carreras infantiles y juveniles. Tantas conversaci­ones al calor de la chimenea. Mathieu se impuso una misión colosal. Para lograr el liderato, tenía que ser el mejor en los dos pasos por el Muro de Bretaña, los dos bonificado­s. Eso suponía desgastars­e el doble. Lo hizo. Corre como con rabia. Atacó, se largó y cogió los 8 segundos de premio en el asalto inicial. Todos pensaron que ya no le quedaría pólvora tras un esfuerzo tan violento. Pero no contaban con la energía extra que da pedalear para que el Tour no olvide al inolvidabl­e Poulidor.

El Muro de Bretaña es como un trampolín de saltos de esquí que amenaza al fondo. Dos kilómetros rectos. Una pared. En la segunda y definitiva subida, el Ineos se colocó al frente con el ritmo asfixiante de Porte y con Carapaz y Thomas a su rebufo. Quintana

rompió la hilera. Van der Poel, inagotable, le ató. Lo probó Colbrelli y el nieto de Poulidor, infinito, le cazó. Corría contra todos. Que nadie le quitara el regalo de su abuelo. Descosido, Van der Poel se lanzó a por la meta amarilla a falta de 800 metros. Mientras Pogacar, que iba con aliento de sobra, miraba a Roglic y Carapaz, sonó la segunda detonación de Mathieu. «No sentía más que dolor», confesó. Le dio igual. Más le iba a doler si no agarraba el premio para Poupou’

Ganó y ya es el líder. No dejó de dedicársel­o a su abuelo. A 6 segundos llegaron Pogacar, cada vez más sólido, Roglic y Kelderman. En la general, Poulidor y Van der Poel son los líderes. En sólo dos días el Tour ha tenido más emoción que en muchas ediciones anteriores.

ETAPA 2 (Lorient-Pontivy)

1. M. Van der Poel (Alpecin) 4:18:30

2. T. Pogaçar (UAE) + 6 seg.

3. P. Roglic (Jumbo-Visma) m.t.

4. W. Kelderman (Bora) m.t.

5. J. Alaphilipp­e (Deceuninck) + 8 seg.

1. M. Van der Poel (Alpecin) 8:57:25

2. J. Alaphilipp­e (Deceuninck) + 8 seg.

3. T. Pogaçar (UAE) + 13 seg.

4. P. Roglic (Jumbo-Visma) + 14 seg.

5. W. Kelderman (Bora) + 24 seg.

Etapa 3

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