ABC (Castilla y León)

Fotógrafo intimista

Su primer estudio lo montó con Lluís Casals y con Josep Rigol

- JUAN MANUEL BONET

Con el barcelonés Ferran Freixa, fallecido a los setenta y un años en su retiro de Sant Vicenç de Montalt, en el Maresme, la fotografía española pierde a un gran nombre, a un creador de mirada sensible e intimista. Inicialmen­te, Freixa iba para pintor. En torno a 1969 tomó sus primeras fotografía­s. Su primer estudio lo montó con Lluís Casals, al que despedí hace poco en estas mismas páginas, y con Josep Rigol. Además de realizar cubiertas de libros, inicialmen­te se dedicó a la publicidad, la foto de moda, y la industrial. En 1971 documentó la utopía ibicenca del ICSID, y en medio de ella, a su amigo Pau Riba. Pronto decidiría centrarse principalm­ente en la fotografía de interiores, y en términos más generales de arquitectu­ra. Con ánimo catalogado­r y archivista, en 1979 comenzó su célebre ciclo de los escaparate­s de comercios antañones barcelones­es (maniquíes, sombreros o guantes), continuand­o con mercados, restaurant­es, y hoteles. Su primer fotolibro fue, en 1985, sobre la ‘Carmen’ de Antonio Gades y Carlos Saura. Luego vendría, en 1990, uno sobre el

Liceo, mano a mano con su admirado Xavier Miserachs, un precursor en estas lides. Seis años después, tras el incendio de 1994, haría en la Virreina una muestra, muy recordada, sobre los estragos del fuego, ‘último acto’ de una institució­n que sin embargo felizmente renacería luego de sus cenizas. Y fue mucho tiempo el fotógrafo oficial de la Fundación Miró.

En la producción más personal de Freixa abundan los tesoros. Predominan en ella el blanco y negro y lo analógico, mientras el color lo solía reservar para los encargos. Inolvidabl­es fotografía­s la titulada ‘Desde el Hotel Excelsior’, en la que se inscribe en la tradición de Joaquim Gomis o de Catalá Roca, y la de la sastrería La Neutral; la del veneciano Café Florian o en la misma ciudad la de la Pensione Segusso; la del Campidogli­o romano; la de una gasolinera ‘déco’ en Oporto... Recordemos también sus visiones almeriense­s (Cabo de Gata, las canteras de Macael...) o donostiarr­as; o las de Marruecos, Sicilia, Creta, el archipiéla­go balear... Lírico por temperamen­to, cuidaba sin embargo muchísimo la forma, pendiente, un poco al modo de Emmanuel Sougez, de la luz, y de la textura de la madera, la porcelana o el mantel de lino. Cuando le preguntaro­n, en una entrevista, por un pintor, contestó: Piero... En fotografía, uno de sus faros fue nuestro común amigo Bernard Plossu.

En cuanto a exposicion­es, además de la citada de la Virreina, recordar la de 1994 en la Universida­d de Salamanca, que viajó en 2000 al Château d’Eau, de Toulouse; la de 2005 en el barcelonés Palau Robert; la de 2013 en la Tecla Sala, de Hospitalet de Llobregat; o la de 2020 en la Fundació Palau, de Caldes d’Estrach. A los catálogos de esas muestras debe añadirse el Fotobolsil­lo, prologado por Cristina Zelich, que en 2001 le dedicó La Fábrica. Entre los museos que poseen obra suya, el Reina Sofía, el MNAC, el IVAM y el TEA.

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