ABC (Castilla y León)

El exjefe de la UDEF se desmarca de Kitchen y niega presiones de Fernández Díaz sobre Gürtel

▶ Asegura que todos los mandos sabían de las empresas de Villarejo aunque lo nieguen

- ISABEL VEGA MADRID

El comisario que fue jefe de la Unidad de Delincuenc­ia Económica y Fiscal (UDEF) de la Policía, José Luis Olivera, negó ayer ante el juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón haber estado al tanto de la operación Kitchen o haber participad­o en ella. Como imputado y en respuesta exclusivam­ente al instructor y su abogado, Olivera acabó ofreciéndo­se a volver otro día a declarar, dado que aún no conoce a fondo el sumario y el juez le hizo saber que lo que declaraba no se compadecía con los indicios acumulados a lo largo de los tres últimos años. Entre ellos, los audios en los que el comisario José Manuel

Villarejo le habló de aquella trama para sustraer informació­n al extesorero del PP Luis Bárcenas y se jactó en su presencia del material obtenido.

Todos esos indicios están ya en el sumario, pero Olivera comparecía ayer por decisión de oficio del juez y a partir de un hecho muy concreto: El principal investigad­or de la Gürtel, Manuel Morocho, le señaló como supuesto interlocut­or del otrora ministro del Interior Jorge Fernández Díaz dentro del cúmulo de presiones que aseguró, sufría durante las pesquisas. Según el testigo –obligado a decir verdad–, Olivera le sentó en un bar en junio de 2013 y después de ofrecerle un puesto en Lisboa, respondió a una llamada dejándole entender que era el ministro interesánd­ose por ese cambio de destino. Percibió que se lo querían quitar de encima.

Lo que aseguró ayer Olivera es que no tenía contacto con Fernández Díaz, ni siquiera su teléfono –como tampoco con María Dolores de Cospedal, su marido ni el secretario de Estado Francisco Martínez–; que fue el propio Morocho quien le contó que le habían ofrecido Lisboa; que es un «narcisista» por darse tanta importanci­a y que quien le llamó aquel día fue su mujer para saber dónde estaba. De hecho, acabaron ambos cenando con ella en su casa. En esto sí coincide con Morocho.

Pero si algo dijo Olivera que no pasará desapercib­ido en el resto de la causa fue que en la Policía «todos» los jefes sabían que Villarejo tenía una doble vida empresaria­l y que sus negocios se utilizaban «como entramado de cobertura», aunque ahora lo nieguen. Mencionó tres ejemplos: un narco fugado, Malaya y la propia Gürtel, pero había más. Por lo que a él respecta, colaboraci­ón profesiona­l con la informació­n que llevaba Villarejo, pero nada más, según las fuentes jurídicas consultada­s por ABC. Niega haber cobrado de la trama, como sospecha la Fiscalía.

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