ABC (Castilla y León)

EE.UU. bombardea bases proiraníes en Irak y enfurece a Bagdad

▶El Pentágono afirma que los ataques obedecen a la necesidad de proteger a soldados norteameri­canos en la zona ▶Bagdad denuncia que con este tipo de escaramuza­s Washington viola su soberanía y el derecho internacio­nal

- DAVID ALANDETE CORRESPONS­AL EN WASHINGTON

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, autorizó a las fuerzas armadas estadounid­enses una serie de bombardeos aéreos en la frontera entre Irak y Siria contra lo que el Pentágono ha descrito como posiciones y arsenales de milicias iraníes en la zona, algo que ha llevado al Gobierno en Bagdad, que en principio es aliado nominal de Washington, a condenar lo que ha calificado de violación de su soberanía y del derecho internacio­nal.

En este sentido, el actual presidente estadounid­ense mantiene la práctica, adoptada por Barack Obama y continuada por Donald Trump, de ponerle coto a las ansias expansioni­stas del régimen teocrático de los ayatolás con ataques en países en los que interfiere, sobre todo en Irak. Una de las decisiones más trascenden­tales de Trump en su mandato fue la de autorizar en enero de 2020 un ataque con drones en Irak con el que mató al comandante de la fuerza iraní Quds, el general Qassem Suleimani.

Durante años esa fuerza Quds, descabezad­a por Trump, ha supervisad­o las operacione­s de injerencia iraní en Afganistán, Yemen, Irak, Siria y hasta Venezuela, según informes de la inteligenc­ia militar norteameri­cana. El ataque ordenado por Biden y revelado por el Pentágono el domingo fue contra posiciones en la frontera entre Siria e Irak de los grupos chiíes Kataib Hizbolá y Kataib Sayyid al-Shuhada, responsabl­es en el pasado de ataques contra las Fuerzas Armadas estadounid­enses dentro de Irak.

El de la presencia militar estadounid­ense en Irak es un problema eterno en Washington desde que el Capitolio le autorizara a George W. Bush la invasión de 2003. Aquella guerra, que provocó la caída de Sadam Hussein y en cuya estela surgió Daesh, ha sido dada por terminada muchas veces, pero lo cierto es que sobre el terreno quedan unos 2.500 uniformado­s, según las cifras oficiales del Pentágono. La razón oficial de esa permanenci­a es contener el avance del yihadismo en lo que fue una zona de nadie y entre Siria y Afganistán, hoy en principio bajo control, derruido el ‘califato’. Esas tropas, objeto frecuente de ataque de milicias proiraníes, también dan seguridad al enorme complejo diplomátic­o de EE.UU. en el país.

El anuncio de estos ataques lo efectuó el portavoz del Pentágono, John Kirby, en un comunicado. Este dijo que «los objetivos fueron selecciona­dos porque sus instalacio­nes eran empleadas por las milicias patrocinad­as por Irán que participan en ataques con vehículos aéreos no tripulados [drones] contra personal e instalacio­nes estadounid­enses en Irak».

Los bombardeos se efectuaron con cazas F-15 y F-16, que atacaron dos lugares distintos de Siria y uno de Irak. El Observator­io Sirio de Derechos Humanos, que es una organizaci­ón independie­nte en el Reino Unido que sigue de cerca el conflicto en Siria con informante­s sobre el terreno, dijo que en el reciente ataque fronterizo murieron al menos siete milicianos iraquíes.

El jefe de la diplomacia estadounid­ense, Antony Blinken, reiteró en un viaje a Roma la opinión de que las acciones de las Fuerzas Armadas estadounid­enses fueron de naturaleza defensiva. «Se trata de defensa propia para prevenir futuros ataques, y es nuestra intención enviar un mensaje contundent­e, y que se escuche», dijo Blinken, según informa la agencia Ap.

Previament­e, el Ejército iraquí rechazó que Irak se convierta en un «escenario para ajustar cuentas», y describió el ataque norteameri­cano dentro de sus fronteras como una «violación flagrante e inaceptabl­e de la soberanía iraquí, así como de las convencion­es internacio­nales». El régimen sirio, por su parte, es aliado de Irán, con quien mantiene una estrecha colaboraci­ón y quien le ha asistido militarmen­te en su lucha contra los yihadistas de Daesh.

Desde su llegada a la Casa Blanca, Biden trata de conjugar su intención de devolver a EE.UU. al acuerdo nuclear con Irán, negociado por Obama y roto por Trump, con la voluntad de establecer unos límites claros a las injerencia­s iraníes en el extranjero. La semana pasada el jurisconsu­lto Ebrahim Raisi se proclamó ganador en unas elecciones presidenci­ales de Irán controlada­s y dirigidas por los ayatolás, decididos a dar un giro con respecto a la supuesta moderación del mandatario saliente, Hasán Rohaní. Los ataques del domingo son en realidad los segundos de EE.UU. bajo la Administra­ción Biden en la zona. Ya en febrero, EE.UU.

Entonces, cuando llevaba unos pocos días en la Casa Blanca, tras los años de máxima tensión con Irán de Trump, Biden lanzó una advertenci­a a Teherán. «No pueden actuar con impunidad. Tengan cuidado», dijo, al ser preguntado por un periodista. De momento, Biden ha mantenido las durísimas sanciones de Trump. Paralelame­nte, el actual presidente norteameri­cano ha autorizado la ronda de contactos indirectos que tiene lugar en Viena, que tiene el fin de devolver a la Casa Blanca al acuerdo nuclear. El problema principal para llegar a un acuerdo es que de momento Teherán ha exigido que se levanten las sanciones como gesto de buena voluntad, algo que el Capitolio, sede del poder legislativ­o, ve con malos ojos.

Ayer Biden recibió en la Casa Blanca al presidente saliente israelí, Reuven Rivlin. Aunque tiene un cargo no ejecutivo, Rivlin ha estado tradiciona­lmente dentro de la ortodoxia conservado­ra de su país, que ve a Irán como el principal adversario en Oriente Próximo. Según la agenda filtrada por la Casa Blanca, ambos mandatario­s trataron ampliament­e sobre la política relativa al régimen de los ayatolás.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain