La galaxia de milicias convierte el país en otro avispero para Biden
▶ Prácticamente todos los partidos políticos iraquíes disponen de un grupo armado La posesión de armas ha crecido desde la caída de Sadam; se calcula que cada familia iraquí cuenta con tres o cuatro
Irak tiene millones de armas sin control en manos de tribus, milicias y ciudadanos corrientes, un reto para el primer ministro, Mustafa al Kadhimi, que no ha logrado progresos en su campaña para retirarlas de las calles tras décadas de conflictos armados. Las armas se descontrolaron tras «la disolución del Ejercito iraquí y la caída del régimen de Sadam Husein», derrocado por la invasión estadounidense en 2003, explicó a Efe el portavoz del comandante de las Fuerzas Armadas, Yehia Rasul.
Rasul no ofreció una estimación de cuántas armas escapan al control estatal, pero el reconocido experto en seguridad y terrorismo Fadhil abu Ragh asegura que se baraja una cifra no oficial de 40 millones, con una media de 3 ó 4 por cada familia.
Según Ragh, conocedor de los grupos extremistas que actúan en Irak, las armas se expandieron en tres etapas consecutivas. «La primera fase siguió a la caída del régimen de Sadam, que dejó más de 8 millones de armas en casas de ciudadanos y entre los miembros del disuelto partido Al Baaz y sus seguidores», quienes, según el analista, fueron armados por el exdictador iraquí.
Posteriormente, aparecieron grupos extremistas como Al Qaida y Estado Islámico (Daesh, por sus siglas en árabe), lo que a partir de 2014 llevó a las autoridades a armar a los clanes y milicias progubernamentales para luchar contra los yihadistas. A ello se suma la venta en el mercado negro y la compra legal en comercios registrados por el Estado, además de las miles de licencias para portar armas que han adquirido los ciudadanos.
Hay milicias que tienen armas medianas y pesadas, sobre todo a partir de la caída de las ciudades del norte y el oeste de Irak en manos antes de
Daesh, así como a través de las porosas fronteras y del mercado negro.
En Bagdad y otras ciudades, son las milicias y partidos políticos los que poseen las armas, mientras en Basora y el sur, de población mayoritariamente chií, los clanes tienen más armas que las propias fuerzas de seguridad, según Ragh.
El apoyo de las milicias y otros grupos armados «por motivos sectarios» contribuyó a la actual situación y las fuerzas políticas «no desconocen quiénes son las entidades armadas». Pero no pueden hacerles rendir cuentas, pues «la mayoría de los partidos en el gobierno tienen facciones armadas».
Al Shemari destaca que el Gobierno de Al Kadhimi no cuenta con una «voluntad política unificada» por no tener mayoría en el Parlamento y «está amenazado» por los bloques políticos de la Cámara, que tienen sus facciones armadas.
Las autoridades han fracasado en someter a su control a algunas de las milicias más poderosas, un apoyo fundamental para las mal entrenadas y poco unificadas fuerzas regulares, y para la seguridad de los 2.500 militares norteamericanos que siguen en el país.