Un inspector ignoró el informe sobre fallos en el edificio de Miami
▶ Los ‘topos’ mexicanos aportan su experiencia en rescates como los del 11-S, Nepal o Haití
DESDE el derrocamiento y exilio del sha en enero de 1979, el Irán producto de la revolución islámica acarrea una profunda contradicción: ser al mismo tiempo república y teocracia. Una cuadratura del círculo político resuelta a través de pantomimas electorales acompañadas de una sangrienta represión por parte de un régimen de ayatolás, que desesperadamente intenta seguir controlando una sociedad como la persa, cada vez más joven y menos sectaria.
Irán tiene el ‘copyright’ de la consigna «Muerte a América». Y desde el asalto y secuestro de la embajada americana en Teherán, EE.UU. e Irán han mantenido la peor de las relaciones jalonadas por una letanía de agresiones, desconfianza, amenazas y sanciones. A pesar de todo, Irán ha conseguido en los últimos años erigirse como el gran rival de Arabia Saudí aprovechando el ancestral cisma entre chiíes y suníes.
Las dos veces que el presidente Biden ha autorizado el uso de la fuerza militar en los últimos cuatro meses han sido precisamente contra milicias respaldadas por Irán y desplegadas en la estratégica frontera entre Irak y Siria. El más reciente de estos ataques puntuales, realizado este domingo, se ha producido justo una semana después de que Ebrahim Raisi, un ‘hardliner’ con mucha sangre en sus manos, ganase las amañadas elecciones presidenciales de Irán.
Desde que Trump ordenase el asesinato de Qassem Soleimani, el más poderoso comandante iraní, los militantes respaldados por Teherán en Irak han multiplicado sus ataques contra objetivos de EE.UU. El Pentágono todavía mantiene 2.500 militares en Irak, principal escenario de la rivalidad entre EE.UU. e Irán a pesar de Bagdad.
El calendario de estas fricciones no puede ser más desalentador. La Administración Biden busca un delicado entendimiento para volver a incorporarse al acuerdo de control nuclear firmado por Teherán en 2015, y del que renegó Trump en 2018. En estas circunstancias tan poco proclives a la diplomacia, lo único claro es que el viejo acuerdo internacional no funciona ni para Washington ni para Teherán.
Irán se convierte en uno de los grandes problemas para la agenda internacional de Biden
La búsqueda de supervivientes y víctimas entre los restos del edificio que se derrumbó el pasado jueves en el área de Miami continuaba ayer, por quinto día consecutivo, en medio de la angustia de las familias y con una pregunta en el aire: ¿se pudo evitar la tragedia?
La cadena de radio pública estadounidense NPR ha revelado que en 2018, solo un mes después de que un informe alertara de daños estructurales en el edificio, un inspector de Surfside, el pequeño municipio en el que se encuentra la torre de doce plantas siniestrada, dio garantías a los vecinos de que el inmueble era seguro.
La NPR ha obtenido las actas de una reunión celebrada el 15 de noviembre de ese año según las cuales un inspector municipal de Surfside aseguró a los residentes que el edificio, bautizado como Champlain Towers South, estaba «en muy buen estado». Esta cadena pública supo del encuentro por un vecino que asistió y que recordó en una entrevista que se les dijo que el edificio no estaba en peligro.
Cinco semanas antes un informe de ingeniería había alertado de «graves daños estructurales» que requerían una reparación inmediata. En este sentido, el documento advertía de que los defectos en la impermeabilización de un bloque de hormigón necesitaba sustituirse «próximamente».
Las causas del colapso parcial del edificio son todavía desconocidas y podrían tardar incluso años en determinarse, pero el informe elaborado con fecha de 8 de octubre de 2018 por la firma Morabito Consultants para preparar la recertificación obligatoria a los 40 años de la construcción del edificio (de 1981), señalaba que el bloque de hormigón estructural se estaba deteriorando debido a que era plano, en lugar de inclinado, de manera que no drenaba el agua rápidamente y esta se quedaba encharcada hasta que se evaporaba.
En las actas de la reunión de noviembre con la asociación del edificio se indica que el inspector Ross Prieto revisó el informe, pero la conclusión fue: «Parece que el edificio está en buen estado». Prieto ya no trabaja para el ayuntamiento de Surfside.
El Instituto Nacional de Estándares y Tecnología ha anunciado que enviará un equipo de seis científicos e ingenieros a recabar información de primera mano, informó Local 10 News.
Entre tanto las labores de búsqueda de posibles supervivientes y víctimas continúan, día y noche, sobre el terreno, con la ayuda de perros adiestrados, sonares subterráneos y grúas. Hasta ayer habían sido rescatados de entre los escombros diez cuerpos, mientras 151 personas seguían al cierre de esta edición en paradero desconocido, según los últimos datos facilitados por la alcaldesa del condado de Miami-Dade, Daniella Levine Cava.
A los trabajos se han sumado especialistas de Israel y México. En el primer caso, se trata de un país con una importante conexión emocional con la tragedia de Miami ya que se estima que más de dos docenas de los desaparecidos podrían ser miembros de la comunidad judía. Además, los israelíes tienen amplia experiencia en estas tareas debido a su larga historia de conflictos bélicos. «Este es uno de los mejores equipos de rescate, si no el mejor y más experimentado», ha destacado el ministro israelí para asuntos de la diáspora, Nachman Shai, sobre los diez expertos de su país que llegaron el domingo a Miami.
En cuanto a los efectivos llegados de México, se trata de los conocidos como ‘topos’, que nacieron en 1985 como un cuerpo de voluntarios a raíz de un grave terremoto que sacudió la capital.
Estos ‘topos’ se emplearon a fondo para paliar la deficiente respuesta al seísmo por parte de las autoridades en el barrio obrero de Tlatelolco y posteriormente cobraron fama al desplazarse a Nueva York para contribuir al rescate tras el derribo de las Torres Gemelas en septiembre de 2001. Además, han acudido en auxilio de países castigados por desastres naturales que van de Filipinas a Haití o Nepal.