ABC (Castilla y León)

El Tour de las caídas tira a Roglic y asusta a Pogacar

▶ «Si no hacemos algo, va a haber muertos», denuncia Madiot tras otro final peligroso

- J. GÓMEZ PEÑA GENERAL

Si al diablo le dejan diseñar un final de etapa, le sale así: estrecho, curveado y cuesta abajo. El pelotón se metió en esa trampa como si subiera a un toro mecánico recién engrasado. A cada giro salía despedido un puñado de ciclistas. Primero voló, capa incluida, el de siempre, ‘Supermán’ López. Luego salió rebotado Roglic, que se dejó el pellejo de la cadera zurda. Ya en la bajada final, Pogacar y Haig (el australian­o se retiró) tomaron recto un bucle a la izquierda. Y con todo el pelotón cortado en tajadas, la curva final vio la caída tras rozarse de Sagan y Ewan, que se raspó la espalda hasta hacerse carne viva. El diabólico esprint de Pontivy lo ganó el belga Tim Merlier, bien lanzado por el líder, Van der Poel, y lo perdieron muchos. Enric Mas se dejó 15 segundos. Ni tan mal. Pogacar, sin heridas, 26 segundos, como Thomas y Urán. Y Roglic y López, casi minuto y medio. Corneados por el toro mecánico que activó el diablo. Sólo Alaphilipp­e y Carapaz salieron indemnes en este Tour que es un infierno.

Un matadero. Desde el principio de la etapa. La costa bretona es anfibia, tierra y mar. Allí mandan las mareas. Al sol le suceden las tormentas. La tercera etapa del Tour rodaba por esas arenas movedizas cuando al pasar por

ETAPA 3 (Lorient-Pontivy)

1. T. Merlier (Alpecin) 4:01:28

2. J. Philipsen (Alpecin) m.t.

3. N. Bouhanni (Arkea) m.t.

4. D. Ballerini (Deceuninck) m.t.

5. S. Colbrelli (Bahréin) m.t.

1. M. Van der Poel (Alpecin) 12.58:53

2. J. Alaphilipp­e (Deceuninck) + 8 seg.

3. R. Carapaz (Ineos) + 31 seg.

4. W. van Aert (Jumbo) m.t.

5. W. Kelderman (Bora) + 38 seg.

Etapa 4

un badén se cayó Geraint Thomas. Gesink le pasó por encima. Thomas se echó la mano al hombro, dislocado. El médico del Ineos se lo recolocó y, dolorido, pudo seguir. Gesink se sentó en un murete junto a la playa, bajo un pino. No volvió a la bicicleta. Roglic pierde así a uno de sus soportes.

Antes de venir a su primer Tour, Van der Poel ya tenía un maillot amarillo en casa, el de su padre. Pero Adrie nunca le dejó ponérselo. «Hay que ganárselo», le repetía. Y se lo ganó el domingo para compartirl­o con su abuelo Raymond Poulidor, que nunca había lucido esa prenda.

Cada vez se frena menos. Los ciclistas van al Tour como a la guerra. «Yo fui ciclista pero no me gustaría que mi hijo lo fuera hoy», denunció Marc Madiot, patrón del equipo Groupama. «Si no hacemos nada, va a haber muertos», avisó.

El Tour es la carrera del estrés. Las emisoras de los directores gritan órdenes. Todos los ciclistas tienen que estar delante. No caben, pero... Triunfar en la Grande Boucle lo justifica todo, hasta sobrepasar los límites. Ya antes de que empezara el toro mecánico a expulsar ciclistas, se vio a varios rodar por el césped. La carretera, angosta, no daba para todos los que querían ir en cabeza.

‘Supermán’ López tiene otro perfil. Es de los que se caen a menudo. Y eso le pasó cuando a 15 kilómetros del final todo eran codazos, roces, gritos, frenazos y velocidad. Angustia. Su compañero Arcas, que mide un palmo más, le dio su bicicleta. López inició la remontada y cinco kilómetros más allá se encontró a Roglic sentado sobre la hierba. Sangrante. Retorcido. Con el culotte arañado. Su equipo, el Jumbo, le esperaba. Por un momento pareció que era el final. Y no. El esloveno pudo seguir, aunque el golpe le iba a costar más de un minuto. Cambia su Tour. Ya tiene a varios rivales por delante.

Uno de ellos, Pogacar quedó cortado un poco más allá, en el vertiginos­o descenso hacia la meta. El ganador del pasado Tour no pareció hacerse daño. En cambio, Haig se quedó allí clavado. El Tour era puro caos. Una escabechin­a. Y faltaba la caída final en el esprint, ya entre los veinte que habían esquivado la guillotina de la última bajada. Van der Poel tiraba de Merlier. A su rueda, Ewan y Sagan sacaban los espolones para hacerse con el rebufo. Se tocaron. Ewan patinó y arrastró a Sagan. Saltaron chispas. El eslovaco se levantó. A Ewan lo sacó de allí la ambulancia sin piel en la espalda. Al fondo, más allá de la pancarta, Van der Poel terminaba su primera etapa de amarillo abrazado a Merlier, un ciclista que en 2019 no encontraba equipo y que fue el primero en cruzar la puerta del infierno de Pontivy. Van der Poel sigue de amarillo, con Alaphilipp­e detrás (a 8 segundos) y Carapaz, tercero ( a 31). Pogacar es sexto, a 39. Enric Mas, séptimo a 40 segundos. Y Roglic se aleja a minuto y medio. Para ganar el Tour antes hay que sobrevivir.

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// AFP

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