Ejércitos
Lo único decente que podría hacerse con los ejércitos europeos sería volver al modelo de los ejércitos nacionales
O se ha secado todavía la sangre en el aeropuerto de Kabul, y algunos en Bruselas ya andan planteando montar un Ejército Europeo. Y es que no sólo son Biden y los de aquí (aunque es verdad que Borrell ha estado implicado en la ocurrencia, cómo no) quienes no tienen un mínimo sentido del ridículo ni de la vergüenza.
Rescato una lectura de hace cuatro años: ‘Le djihad contre le rêve d’Alexandre’ (Seuil, 2017), de Jean-Pierre Perrin, corresponsal estrella de ‘Liberation’ que cubrió la guerra afgano-soviética (1978-1992). Esto es lo que escribía en 2017 desde Kabul: «La ofensiva de los talibanes en el nordeste de Afganistán representa la derrota de América, de la OTAN, de los mejores ejércitos del mundo, de la inmensa coalición –que comprende cuarenta y dos países– puesta en pie el día siguiente del 11 de septiembre de 2001, del millón de hombres que se han ido reemplazando con las armas más eficaces, las más sofisticadas y las más costosas. Los países occidentales no quieren ver esta humillante derrota, tanto más humillante
Ncuanto se la han infligido bandas de irregulares mal armados, mal entrenados, poco equipados y diez veces menos numerosos». Bueno, así ha resultado ser. No eran exageraciones derrotistas.
Entonces, ¿para qué más de lo mismo? ¿Para organizar mejor la próxima retirada? Basta con no meterse en otro descalzaperros global, como diría el maestro Camacho. En fin, que esto del Ejército Europeo suena a versión cabo primero del programa Erasmus. Reengánchate y verás mundo, ironizaban los legionarios romanos de Astérix después de recibir la enésima zurra de la indómita aldea gala.
Lo único decente que cabría hacer con los ejércitos europeos sería volver al modelo de los ejércitos nacionales. Precisamente por eso, no se hará. El ejército nacional era «el pueblo en armas para la defensa de la nación», como te explicaban en la primera teórica que oías en la mili cuando había mili. El ejército nacional tenía sus profesionales, pero no era un ejército de profesionales, sino un ejército de civiles que recibían instrucción militar durante un breve período de su vida. En cualquier caso, no era un ejército de mercenarios.
El ejército nacional español que me fue dado (y obligado) conocer por dentro, todavía bajo el franquismo, no era el más estupendo de los occidentales. Habría preferido otros modelos, como el suizo o el israelí. Sin embargo, como el mismísimo Rafael Sánchez Ferlosio reconoció, era un verdadero ejército nacional. Ya en la OTAN, algunos militares españoles mostraron interés por proyectos de reforma que combinaban las necesidades de la defensa nacional con la estrategia de la Alianza. El resultado ha sido, a la larga, Kabul 31 de agosto de 2021. No abundemos en el error. Ni un ejército ni un batallón: bajo Borrell, ni siquiera un pelotón de soldados europeos sería capaz de salvar la civilización. O sea que, de Ceuta, ni hablemos, compañero.