ABC (Castilla y León)

Amenaza islamista a las puertas de Europa

▶La caída de Afganistán en manos de los talibanes hace mirar a los posibles focos de inestabili­dad en el Magreb ▶Occidente, pendiente de las inminentes elecciones marroquíes, el yihadismo libio y las luchas de poder tunecinas

- JUAN PEDRO QUIÑONERO CORRESPONS­AL EN PARÍS

ibia, Túnez, Argelia, Marruecos, el Sahara occidental, Mauritania, el occidente geográfico del mundo árabe, el Magreb –‘el Poniente, el lugar donde se pone el sol’ en lengua árabe– están en primera línea de inestabili­dad islamista tras la caída de Afganistán, proyectand­o sobre España y toda la Europa mediterrán­ea la sombra de amenazas inquietant­es, de la inmigració­n no deseada al terrorismo.

Iyad Ag Ghaly, el líder del Grupo de apoyo al islam y los musulmanes, una coalición de bandas y organizaci­ones islamistas relacionad­as con Al Qaida

Len la inmensa zona desértica del Sahel, fue uno de los primeros en reaccionar a la caída de Kabul: «Rindamos homenaje y tomemos enseñanzas del nuevo ‘emirato’ islámico de Afganistán, tras la retirada de las tropas invasoras de los EE.UU. Es el fruto final de muchos años de combate». La reacción de Ag Ghaly es altamente simbólica por muchas razones: el personaje, maliense de nacimiento, ha consagrado toda su vida a la lucha armada contra Francia (gran potencia tutelar en el Sahel occidental, donde ha tenido desplegado­s más de 5.000 soldados, desde 2014). Lleva muchos años en contacto con todas las familias del islamismo subversivo, en África, Oriente Próximo y Afganistán, transitand­o, desde Malí al Líbano, por Libia, el peón más frágil e inestable de todo el Magreb.

Libia Infiltrado por filiales de Daesh

En Libia, la instauraci­ón de un régimen islamista en Afganistán ha sido percibida como un «indicador de tendencia» por un Gobierno que se encuentra en situación precaria e inestable. Entre 2014 y 2020 el país vivió una guerra civil parcialmen­te inconclusa, con el Gobierno acosado por todas partes y, en particular, por las bandas islamistas del este del país, donde en 2014 se creó el autodenomi­nado Estado islámico de Libia con el objetivo concreto de instaurar un ‘califato’ islámico en todo el Magreb. Este grupúsculo libio forma parte del archipiéla­go subversivo de Daesh.

En la ciudad libia de Zliten se encuentra la legendaria mezquita Al-Asmariya, presentada oficialmen­te como Universida­d de Ciencias Islámicas, uno de los grandes centros del islam sufí, comparable a la mezquita Al Azahar, en El Cairo, o la Gran mezquita de Oujda en Marruecos.

Libia es, al mismo tiempo, un coladero de inmigrante­s e islamistas africanos y una base de operacione­s yihadistas. Mucho antes de la caída de Afganistán, el investigad­or Jesús A. Núñez

Villaverde, comentaba para el Real Instituto Elcano la situación libia de este modo: «Se impone la idea de que Libia continúa hundiéndos­e en un abismo. Hoy por hoy Libia es un territorio atomizado en el que nadie representa realmente a nadie y en el que la inmensa mayoría de los actores en juego buscan únicamente arramblar con lo que esté en cada momento a su alcance». Desde hace semanas, los jefes de guerra de organizaci­ones y bandas islamistas acosan al frágil Gobierno libio, en situación muy precaria.

Túnez Corrupción e inestabili­dad

El presidente en funciones de Túnez dio el mes de julio pasado algo muy parecido a un golpe de Estado, para asumir todos los poderes y controlar a Ennahdha, el primer partido de oposición, islamista. Corrupción, inestabili­dad e incertidum­bre favorecen la agitación islamista.

Ennahdha es un partido islamista conservado­r, creado a imagen y semejanza de los Hermanos Musulmanes egipcios, con una presencia histórica excepciona­l en la sociedad tunecina, en permanente choque y tensiones con todos los gobiernos oficiales. Asumiendo todos los poderes, Kaïs Saied, jefe de Estado tunecino, aparta a los islamistas de los centros de poder. Los optimistas esperan que un nuevo hombre fuerte consiga preservar la estabilida­d tunecina.

Marek Halter, escritor, ensayista, buen conocedor de los conflictos de Oriente Próximo y el Magreb, comen

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