The Catalans
Nada mejor que una buena historia para sacudirse el ‘spleen’ político catalán
Quienes dedicamos la mayor parte de nuestra vida profesional a contarles esto del ‘procesismo’ ya hace tiempo que vivimos inmersos en una montaña rusa emocional. Si los años del tripartito, en eso que se llamó el Dragon Khan, ya tuvieron lo suyo, lo que vino luego lo superó con creces, un Everest informativo que tuvo su culminación en el verano-otoño de 2017, cuando este rincón de España encadenó, no fue poco, un atentado yihadista, la ruptura unilateral del orden constitucional del 6-7 de septiembre, un referéndum de autodeterminación sin anestesia y la destitución, fuga o encarcelamiento del gobierno catalán en pleno. Algo de eso habrán leído en estas páginas.
Como yonquis de la actualidad, a los plumillas que andamos por aquí la sucesión de días históricos, y sus correspondientes portadas, nos ha producido, nos produce, una suerte de enganche que cuando llegan los días valle o el foco de actualidad se traslada a otro lugar, a Afganistán por ejemplo, nos da como bajona, un ansiedad raruna que en otras condiciones, en otro tiempo, en otro lugar –digo yo, en Salamanca, es un decir–, sería simplemente normalidad. Algo de eso sucedía durante los años de Pujol como presidente, cuando uno desaparecía un par de años y al regresar todo seguía más o menos igual. La porquería estaba bajo las alfombras, pero eso, claro, no lo supimos o quisimos ver.
Es en esta suerte de fase extraña por la que atraviesa la política catalana –lo viejo, el ‘procés’, no acaba de morir, pero lo nuevo, vaya usted a saber qué, tampoco florece– cuando hemos podido confirmar lo que antes solo era sospecha: el ‘Rusiagate’ indepe no era una broma ni el delirio de un iluminado y sus ‘10.000 hijos de san Putin’ al rescate de Cataluña. Agentes del KGB, guerra híbrida, Puigdemont buscando lío… mejor que una de Forsyth o un atracón de capítulos de ‘The Americans’…
Quizás les suene a frívolo, pero nada mejor que una buena historia para sacudirse este ‘spleen’ político sobrevenido que a los adictos a la información nos desespera. Se lo seguiremos contando. Ya nos perdonarán.