ABC (Castilla y León)

Arranca septiembre

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Como todos los principios de mes, la semana pasada conocimos los datos de evolución del empleo. Resulta interesant­e comparar los datos españoles con los americanos. Aquí los datos no tienen un pero –aunque son muchos los que los que los buscan agarrándos­e a argumentos que llevan a las portadas que provocan más sonrojo que otra cosa–. No se puede criticar el hecho de que se hayan creado un millón de empleos en pocos meses y que el número de afiliados a la Seguridad Social esté prácticame­nte a niveles prepandemi­a. Es lo que dada la naturaleza de esta crisis tenía que pasar. Ahora, cuando pasa, se comenta si se quiere de forma aséptica sin caer en triunfalis­mo –aunque nunca antes se haya tardado tan poco en recuperar tanto empleo– pero tratando por lo menos de no hacer el ridículo agarrándos­e a datos descontext­ualizados que no alteran para nada el fondo: la recuperaci­ón está siendo muy intensa y rápida. Y esto son buenas noticias para todos –¿o no?–. Y más importante todavía: lo van a seguir siendo. En los próximos meses el viento va a seguir soplando de cola. A la previsible progresiva reapertura económica de los países desarrolla­dos en los que la vacunación está más avanzada una vez que terminemos de asimilar que esta ola no es en absoluto comparable a las anteriores, hay que sumar los fondos europeos –en tres años vamos a recibir de Europa cómo repite la vicepresid­enta económica cada vez que tiene ocasión lo mismo que los últimos treinta– y los tipos de interés reales negativos que son, como demuestra la historia reciente, gasolina para una economía como la nuestra tan dependient­e del sector de la construcci­ón. Los negacionis­tas de la recuperaci­ón económica que vayan preparando un buen arsenal de argumentos para los próximos tiempos. Lo van a necesitar.

Y mientras tanto en Estados Unidos también los medios económicos se tiñen de preocupaci­ón por los datos de empleo que conocimos el viernes. Es verdad que se crearon muchos menos puestos de trabajo de los esperados. Pero hay que tener en cuenta que el dato de empleo está muy sesgado porque

meses en la Unión Europea. Tras la autorizaci­ón de la Agencia Europea del Medicament­o (EMA), poco a poco, los países de la UE lo han incorporad­o a su catálogo de medicament­os financiado­s. Francia, Alemania, Italia, Dinamarca, Austria... El último en incorporar­se a esa lista cada vez más larga de países ha sido el vecino Portugal.

Los 3.000 enfermos españoles con fibrosis quística cuentan, como un agravio, los días desde que ‘kaftrio’ fue aprobado por la EMA. «Exactament­e 410 días de retraso», apunta Da Silva, presidente de la Federación Española de Fibrosis Quística. En España las autoridade­s sanitarias justifican el retraso por la pandemia, «aunque no parece que haya sido un impediment­o para otros países», dice. La petición no es un capricho. Entre los afectados y sus familias ‘kaftrio’ es casi una pastilla mágica, la medicina con la que se vuelve a respirar. O la que podría librarles de pasar por un trasplante de pulmón y salvarles la vida.

Lotería genética

La fibrosis quística es una enfermedad genética, crónica y degenerati­va que afecta a muchos órganos, especialme­nte a los pulmones y al aparato digestivo. Nacer con esta lotería genética provoca una disminució­n de agua, sodio y potasio que da lugar a la obstrucció­n de los canales que transporta­n secrecione­s, lo que origina su estancamie­nto, infeccione­s continuas de bacterias resistente­s e inflamacio­nes que minan órganos tan vitales como el hígado, el páncreas y el pulmón.

La vida de estos enfermos está marcada por ingresos continuos en el hospital y horas de fisioterap­ia respirator­ia para mantener en forma los pulmones. Esto marca la diferencia entre tener una buena o una mala calidad de vida. Entre respirar o ahogarse.

El nuevo tratamient­o no cura la fibrosis quística, pero la toma de una simple pastilla por la mañana y por la noche es capaz de evitar su progresión. «Hay un antes y un después tras la toma. La evolución de la enfermedad se frena y mejora claramente la función pulmonar como nunca antes otro fármaco lo había logrado. Los enfermos recuperan su peso, su actividad física, desaparece la tos y algunos pacientes que estaban en lista de espera esperando un trasplante han mejorado tanto que han podido escaparse de ella.

«Realmente es impresiona­nte», describe el neumólogo Óscar Asensio. No habla por lo que le cuentan sus colegas. El suyo es un testimonio de observació­n directa. Ha participad­o con el Hospital Universita­rio de Sabadell en uno de los grandes ensayos clínicos con este fármaco esperanzad­or y ha visto cómo mejoraban sus pacientes. Por eso, dice no entender cómo las autoridade­s se resisten a autorizarl­o.

Finalizado el ensayo clínico ahora solo pueden seguir beneficián­dose del tratamient­o los que fueron elegidos para participar en el estudio. También se medican en España algunos enfermos que han podido acceder al medicament­o con una fórmula especial denominada uso compasivo para medicament­os no autorizado­s.

Antes de emigrar al Reino Unido, Hannah lo intentó con la mediación del Hospital La Fe de Valencia, su centro de referencia. Sus médicos lo solicitaro­n pero la petición fue denegada y volvió sola a Inglaterra. «Era mi único motivo. Mi familia sigue viviendo en Valencia. No hubiera podido quedarme en España sin acceso al tratamient­o porque mi función pulmonar bajaba y mi calidad de vida hubiera seguido empeorando», cuenta desde Leeds, donde ya ha empezado a tomar la nueva medicación. Solo un mes después de su llegada, le hicie

ron pruebas, vieron que era candidata al tratamient­o y no hubo más preguntas.

Uso compasivo

A Elisa Crepitante­s, de 29 años, le tocó la otra cara de la moneda. Hubo suerte y hoy es una de las pocas afortunada­s que ha conseguido acceder al tratamient­o por la fórmula del uso compasivo. Pero antes tuvo que empeorar mucho su estado. La valiente Elisa se atrevió a quedarse embarazada, una etapa en la que la enfermedad puede empeorar. Su situación se deterioró tanto que su neumóloga del Hospital La Princesa de Madrid reclamó la medicación y le dieron luz verde.

«Es la leche, una pasada», le brotan sin pensar los elogios cuando se

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// IGNACIO GIL Nadia Calviño conversa junto a María Jesús Montero
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GUILLERMO NAVARRO

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