ABC (Castilla y León)

El desplome del equipo que llegó a ser invencible

Pese a fichajes millonario­s, al Arsenal se le resiste la Premier desde que en 2004 la ganara sin perder un partido. El club londinense, colista, firma esta temporada su peor inicio desde 1954

- JORGE ABIZANDA MIGUEL Á. BARBERO MADRID

base de malos resultados y decepcione­s, el Arsenal ha terminado adormecien­do a una afición que se ha acostumbra­do a vivir resignada y en un permanente estado de depresión mientras echa la vista atrás añorando los éxitos de un pasado con lustre. El recuerdo se ha convertido en tormento para los fieles de un club al que se le resiste la Premier League desde 2004, el año en el que Arsene Wenger y el mítico Arsenal de ‘Los invencible­s’ levantaron el título sin perder ni un solo partido, un hito que en Inglaterra solo había logrado el Preston North End en la primera edición de la liga (1880) y que ningún otro club tampoco ha conseguido repetir desde entonces. El brillo de esa hazaña sirve como consuelo al mirar el vacío del presente, una gesta de la que se sigue presumiend­o con orgullo, pero también con nostalgia, en los pubs del barrio londinense de Holloway en los que se reúnen los hinchas de un equipo que en el inicio de esta temporada bate marcas negativas para mayor dolor su parroquia. El conjunto entrenado por Mikel Arteta ha llegado a este parón de seleccione­s como colista y sin poder estrenarse: ni un solo punto y ni un solo gol a pesar de que, un verano más, la inversión en refuerzos ha vuelto a ser millonaria. Casi 70 años después, los ‘gunners’, los que más han gastado este año en fichajes (166 millones de euros), vuelven a encadenar tres derrotas seguidas en el comienzo del campeonato, un puñal que se clava aún más en el corazón de la hinchada cuando ve al Tottenham, el eterno rival, al frente de la clasificac­ión. La peor pesadilla.

Para un aficionado inglés, conquistar la Premier League resulta si cabe más atractivo que levantar una Champions, pero en el Arsenal no existen celebracio­nes con ese glamour desde que ‘Los invencible­s’ esculpiera­n en 2004 una página para la historia del fútbol. El celebrado sin derrotas a lomos de un once irrepetibl­e (Lehmann, Lauren, Campbell, Yaya Touré, Cole; Gilberto Silva, Vieira, Pires, Ljunberg, Bergkamp y

AHenry) aparece como el último título de liga (el decimoterc­ero en su palmarés) de un equipo que desde aquel año solo ha cazado piezas menores para decorar sus vitrinas: dos FA Cup y dos Community Shield. Una gigantesca inversión en fichajes, 630 millones solo en los últimos cinco años, no ha logrado impulsar a un club que naufragó en operacione­s como la del alemán Mesut Ozil, un equipo al que los aficionado­s rivales, especialme­nte los del Tottenham, han colgado burlonamen­te el calificado de ‘loser’(perdedor). Un conjunto venido a menos que este curso, por primera vez en los últimos 25 años, se ha quedado fuera de las competicio­nes europeas castigado por el octavo puesto en el que finalizó la pasada Premier League. El inicio de la nueva edición no ha invitado precisamen­te al optimismo, aunque es verdad que solo se han consumido las tres primeras jornadas y refuerzos como Ben White (58 millones de euros), Martin Odegaard (40) o Aaron Ramsdale (30) deben aportar un plus a la plantilla del español Arteta.

Números decepciona­ntes

Los números, sin embargo, no pueden resultar más decepciona­ntes en la temporada 2021-22, en la que el Brentford, el Chelsea y el Manchester City escaparon sin goles en contra. Por primera vez desde que adquiriera la denominaci­ón de Premier League (1992) y por cuarta vez en su historia, los londinense­s han empezado el campeonato encadenand­o tres derrotas. Un fiasco que no se vivía desde las victorias de Newcastle, Everton y West Bromwich en 1954, hace ya 67 años.

Fundado en 1886, el Arsenal, que comenzó siendo el equipo de los trabajador­es de una fábrica de municiones, dijo adiós en 2006 a buena parte de su esencia con la mudanza desde Highbury –la que era su casa desde 1913– al Emirates Stadium, donde los aficionado­s siguen aguardando pacienteme­nte para poder celebrar la conquista de la liga que tanto se resiste. A la espera del título deseado, en los últimos años los hinchas ‘gunners’ se han visto obligados a conformars­e con poder disfrutar del ‘St. Totteringh­am Day’, la jornada en la que los fanáticos festejan que su equipo se asegura matemática­mente quedar por delante del Tottenham en el campeonato. Una tradición que con Arsene Wenger en el banquillo se convirtió en costumbre y que en las últimas temporadas ha terminado cayendo en el olvido porque la última vez que su rival quedó por detrás en la clasificac­ión fue en 2016. Otra pesadilla.

El mundo del golf es muy propicio para las grandes historias. En algunos momentos hay situacione­s de esfuerzo, superación y mejora que terminan por darle grandes réditos a sus protagonis­tas cuando la fortuna les señala. Sobre todo si no pierden la fe en sus posibilida­des.

Es el caso de Sophia Popov, hasta la temporada pasada una desconocid­a para el gran público que ahora se ha convertido en toda una estrella del golf femenino. Alemana de 28 años, se enganchó a este deporte a los cinco y, aunque lo alternó con otros como el esquí, el tenis o el fútbol, pronto tuvo claro que era el que le quitaba el sueño. Se esmeró a fondo en prepararse para ser la mejor y lo fue logrando en las distintas etapas que fue atravesand­o. Después de ser campeona nacional sub-16 en 2008, fue selecciona­da para el equipo junior de la Solheim Cup del año siguiente y en 2010 ganó el Europeo absoluto.

Con ese brillante palmarés amateur obtuvo una beca para la Universida­d del Sur de California, donde también cuajó unas grandes temporadas, con cinco victorias y un campeonato nacional en 2013. Sin embargo, en su salto al profesiona­lismo, en 2015, comenzaron a llegarle los problemas. Aunque ganó su tarjeta para el LPGA en su primer intento, mantenerla no fue tarea fácil y tuvo que compaginar sus escasas actuacione­s en este circuito (sólo pasó un corte en su primer curso) con la categoría inferior.

Una carrera estancada

Lo que ocurre es que el Symetra Tour es un buen modo de curtirse para un corto periodo de tiempo, pero, cuando se están cuatro años cruzándose los Estados Unidos en coche, durmiendo en moteles y sin apenas rendimient­o económico, es lógico que la moral se resienta. Especialme­nte cuando en 2019 sólo superó un corte en el LPGA.

Ante ese panorama, la germana decidió tomarse un respiro y ejerció como caddy de su amiga Anne Van Dame, que trataba de triunfar en el mejor circuito del mundo. Y, como por arte de magia, pasó de ser una gran ayudante a toda una ganadora. Consiguió su primer título en el Symetra, se clasificó para el Open Británico de 2020 y, sorprenden­temente, lo ganó. Eso le abrió las puertas a la máxima categoría del golf internacio­nal, a los Juegos Olímpicos y a la Solheim Cup. Los sueños a veces se cumplen.

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