ABC (Castilla y León)

MANOSEO JUDICIAL Y PATRIOTISM­O

Casi tres años después, el bloqueo para renovar el Poder Judicial persiste. Lesmes acierta al culpar a los partidos, y ya es una imperiosa necesidad modificar el sistema de elección

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E Lsolemne acto de apertura del año judicial, que ayer presidió el Rey en el Tribunal Supremo, supuso un aldabonazo del presidente de esta institució­n y del CGPJ, Carlos Lesmes, para expresar el hartazgo de toda la carrera judicial mil días después de que el órgano de gobierno de los jueces siga sin ser renovado. Lesmes tiene toda la razón porque el bloqueo al que el PSOE y el PP están sometiendo a la institució­n supera con creces lo mínimament­e admisible: casi tres años es demasiado tiempo para un incumplimi­ento flagrante de la Constituci­ón. Lesmes acertó al poner el foco y repartir culpas en los dos únicos partidos que cuentan con la mayoría necesaria para renovar el Consejo. Y también acertó al apelar al «patriotism­o constituci­onal» para acabar con este dañino enquistami­ento. No son Lesmes y los demás vocales los que deben solucionar el grave problema institucio­nal dimitiendo, creando un vacío de poder y forzando así a los partidos a renovar. Muy al contrario, deben ser los partidos quienes recomponga­n los puentes rotos, hagan un alarde de generosida­d, y dejen atrás esta anormalida­d política que amenaza con ser irreversib­le.

El mensaje de que la «lucha partidista» es la que destruyó una atmósfera constructi­va es cierto. Sin embargo, conviene no ser ingenuos. El bloqueo PP-PSOE es mutuo, sí. Pero si todo está enrarecido desde 2018 es por culpa de Sánchez y de Podemos, que iniciaron una ofensiva para desprestig­iar a los Tribunales, acosar sistemátic­amente a los jueces que no dictaban resolucion­es de su gusto, y modificar por la puerta de atrás el sistema de elección de los vocales para que fuesen nombrados solo con la mayoría absoluta de socialista­s, podemitas e independen­tistas. Eso le valió a Sánchez una dura advertenci­a de la Unión Europea porque, en efecto, era un asalto a la separación de poderes, sentaba las bases para coaccionar a los tribunales e intervenía la independen­cia judicial desde la izquierda. Fracasado su plan, Sánchez no se resignó y puso en marcha una segunda reforma para impedir al CGPJ hacer nombramien­tos mientras permanezca en prórroga. Esto está provocando auténticas anomalías para cubrir vacantes y un sentimient­o de provisiona­lidad que perjudica su funcionami­ento. En este contexto, Lesmes sí lanzó reproches al Gobierno lamentando que Moncloa haya vaciado de competenci­as al CGPJ «por razones de oportunida­d política», y censurando lo que ello conlleva de «pérdida de confianza» entre poderes. Más aún, Lesmes recordó a este Gobierno, en el que hay ministros que insultan a los jueces, que el Supremo no condenó a los líderes separatist­as por revanchism­o –palabra empleada por Sánchez en su día–, sino porque eran delincuent­es.

Lo que ocurre es que el PSOE quiere evitar a toda costa que el CGPJ esté equilibrad­o ideológica­mente, y pretende imponer una mayoría izquierdis­ta a su medida pervirtien­do la naturaleza de una carrera principalm­ente conservado­ra. A su vez, el PP quiere que antes de renovar el Consejo se apruebe una reforma del sistema de elección, tal como sugiere Bruselas, de modo que doce de los veinte vocales sean designados directa y proporcion­almente por las asociacion­es de jueces. El PP pudo haber puesto en marcha este sistema, mucho más lógico y justo que el vigente, en 2011, cuando lo incluyó en su programa y logró mayoría absoluta. Pero nunca lo hizo. Hoy, reformar el modelo es ya una imperiosa necesidad. La parálisis persiste, y a estas alturas ni el PP va a facilitar a Sánchez un CGPJ bajo su férreo control, ni el PSOE va a consentir que las asociacion­es voten. Sin cesiones drásticas por ambas partes, no habrá pacto. Ojalá escuchen a Lesmes para poner fin al manoseo de la justicia.

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