ABC (Castilla y León)

Jean-Michel Jarre lleva al disco su concierto virtual en Notre-Dame

▶ «Pronto podremos dar conciertos en la Torre de Babel o en la Atlántida», dice

- NACHO SERRANO MADRID

Érase un músico a un monumento pegado, érase un monumento superlativ­o… Así podría comenzar la biografía del gran Jean-Michel Jarre, un artista que ha pinchado en la Torre Eiffel, en las pirámides de Egipto, en la Acrópolis de Atenas o en la Ciudad Prohibida de Pekín, siempre ante enormes multitudes y con grandes despliegue­s de luz y sonido, y al que ni la pandemia ha podido alejar de la megalomaní­a. Lo hizo solo en el menguante mundo real, ya que la pasada Nochevieja ofreció una sesión desde el interior de una catedral de Notre Dame recreada en realidad virtual que fue seguido en directo por cientos de miles de personas de todas las partes del mundo, y que ahora se lanza en formato álbum.

«Cuando se creó el cine, la gente empezó a ver eventos masivos en una pantalla. Esto es un paso más del mismo camino –explica el célebre músico francés–. En ese sentido, la realidad virtual es el cine de nuestra generación. Y puede convertirs­e en otra forma de arte, especialme­nte en tiempos de pandemia y confinamie­nto como los que vivimos». A pesar de que este lanzamient­o abra una nueva era de los discos en directo, Jarre no se siente un pionero. «Tampoco lo fui cuando empecé en el mundo de la electrónic­a, solo estuve en el sitio correcto en un momento en el que algo nuevo estaba naciendo. Con la realidad virtual es igual. Solo quiero llevarla más allá con los instrument­os disponible­s, igual que hice con la electrónic­a», asegura el de Lyon, que ideó este proyecto de una forma realmente sorprenden­te. «Fue gracias al videojuego ‘Assassin’s Creed’. Después de ver su recreación de Notre Dame, me puse en contacto con la compañía creadora, Ubisoft. Les expliqué que sería muy interesant­e hacer un concierto de estas caracterís­ticas, conectando el Renacimien­to de la época en que fue construida con el renacimien­to que espero que haya tras esta pandemia».

¿Se intensific­arán las relaciones entre música y videojuego­s en el futuro? ¿Veremos a compañías de videojuego­s contratand­o músicos para dar conciertos en una plaza de ‘Grand Theft Auto’, como ya se ha hecho en el entorno virtual de ‘Fortnite’? Jarre, por supuesto, está convencido de que sí. «Creo que el potencial de los videojuego­s para recrear escenarios se utilizará cada vez más en los conciertos virtuales. Podremos tocar en cualquier sitio que imaginemos, incluso en el espacio, o en lugares que ya han desapareci­do como la Torre de Babel. Podremos actuar hasta en la Atlántida».

Avatares

Hay, quizá, un punto flaco en este augurio. La industria musical actual se basa en que el público ya no desea poseer música grabada, sino vivir experienci­as en directo masivas y únicas. Algo que ahora mismo tampoco puede hacerse, pero que debería volver e incluso quitar las ganas de cualquier imitación virtual en cuanto se controle al coronaviru­s. Jarre asegura que sus sensacione­s al terminar la sesión virtual en Notre Dame fueron «extrañamen­te parecidas a la de un concierto normal», pero ¿será igual para los espectador­es? «Los avatares de la audiencia estaban saltando, bailando», dice el artista. «Creo que para ellos, en cierta manera, también hubo emociones similares. En el fondo somos animales profundame­nte físicos. Nos gusta tocar y sentir a los demás, pero todo está cambiando tan rápido, que nunca se sabe». Lo que no acaba de ver claro es que proliferen proyectos como el de ABBA. «Soy partidario de unir el mundo real y el virtual, pero manteniend­o la esencia de ambos y haciendo que los dos evolucione­n juntos. Si el avatar se emplea únicamente para reemplazar al ser humano, no creo demasiado en ello».

Después de lanzar este álbum en directo virtual con contenidos extra (el documental sobre ‘cómo se hizo’, un extenso libreto, etcétera...) en varios formatos (también en vinilo, «lo cual es un bonito oxímoron», dice su autor), Jarre se sumergirá en sus dos próximos proyectos. «Uno será un estudio de grabación virtual, y el otro será la creación de una escuela de música online, donde los músicos que han acabado trabajando en Amazon o Uber por culpa de la pandemia tendrán un lugar donde seguir progresand­o y aprendiend­o, totalmente gratis». Eso sí que es cambiar la realidad real.

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