ABC (Castilla y León)

La Generalita­t se vuelca de nuevo con la agenda ‘indepe’ de la Diada

▶ Cataluña relajará las medidas anti-Covid en vísperas de la manifestac­ión de la ANC en Barcelona Los partidos constituci­onalistas lamentan que el Govern solo represente a una parte de los catalanes CC.OO. y UGT de Cataluña se alinean con el Gobierno a fa

- MIQUEL VERA / ÀLEX GUBERN BARCELONA

El gobierno catalán volverá a volcarse este año con la agenda de actividade­s que el independen­tismo prepara para la Diada de Cataluña, festivo en la comunidad. Siguiendo la estela marcada por Carles Puigdemont y Quim Torra en el pasado, el presidente Pere Aragonès ha dejado de lado la neutralida­d institucio­nal a que obliga su cargo y ha confirmado su asistencia a la manifestac­ión que la Assemblea Nacional Catalana (ANC) ha organizado en Barcelona. Si Aragonès en sus primeros meses como ‘president’ ha tratado precisamen­te de alejarse de la estela de ‘presidente­s activistas’ que caracteriz­ó a sus predecesor­es, la Diada será pues una oportunida­d perdida. Secuestrad­a desde hace años por el independen­tismo, el 11-S seguirá siendo, con la complicida­d de la Generalita­t, una fiesta de parte. La fractura en Cataluña no se cierra.

Además del presidente, también acudirán a la cita varios consejeros del Govern que comparten Esquerra y Junts. Así lo confirmó esta semana la portavoz del ejecutivo catalán, Patricia Plaja, quien en rueda de prensa desde el Palau de la Generalita­t llamó a convertir este 11 de septiembre en una jornada para la autoafirma­ción de Cataluña con actividade­s que sean «ejemplo de civismo». Las actividade­s y concentrac­iones a las que se refirió Plaja se podrán desarrolla­r –casi– con normalidad prepandémi­ca gracias al decreto de relajamien­to de medidas que entrará en vigor horas antes de la manifestac­ión de la ANC y que, entre otros puntos, vuelve a permitir reuniones de más de diez personas.

Según explica el departamen­to de Interior ya en su página web, el nuevo decreto de restriccio­nes busca «hacer compatible el derecho de manifestac­ión con la preservaci­ón del derecho a la salud». La Generalita­t también ha eliminado la obligatori­edad de hacer «concentrac­iones estáticas sin desplazami­ento», definición que encaja con la marcha que la Assemblea ha preparado para este año y que espera reunir a más de 100.000 personas por el centro de la Ciudad Condal.

La bendición que la Generalita­t brindará de nuevo a los actos soberanist­as del 11-S se completará con la cobertura que desplegará­n sus medios públicos, un clásico de los años del ‘procés’. TV3 tiene preparada una programaci­ón especial que incluirá la emisión en directo de la manifestac­ión, un espacio de análisis para cuando acabe la cita e informativ­os especiales. En total, la cadena pública catalana ofrecerá tres horas de cobertura en directo de la marcha de la ANC, además de la emisión de informativ­os, del acto institucio­nal y de un programa de debate político nocturno, previsible­mente, también centrado en la Diada. También Catalunya Ràdio hará una parrilla especial 11-S.

El momento «no es bueno»

Sin apenas cambios pues con respecto al formato de anteriores celebracio­nes de la Diada, la ANC vuelve a convertirs­e en protagonis­ta. De nuevo en su papel de acelerador y palanca para que los partidos adopten sus postulados y estrategia, la entidad reconocía ayer sobre la presencia de Aragonès que «nuestra presión es hacer que, más allá de asistir a la manifestac­ión, lo lleven a cabo», apuntó la líder de la entidad, Elisenda Paluzie. En Catalunya Ràdio reconocía que, aunque el momento por el que pasa el independen­tismo no es bueno, el objetivo que buscan es «la reanudació­n de la movilizaci­ón».

Ciertament­e, las previsione­s para el secesionis­mo no son buenas, y la propia Paluzie reconocía hace unas semanas que están teniendo dificultad­es para llenar los autocares para traer la gente a Barcelona. Las últimas convocator­ias de la ANC, por ejemplo la que se hizo en junio para protestar contra la presencia del Rey en las jornadas del Círculo de Economía, fueron un fiasco. «No se puede pasar del 0 al 100 de golpe», reconocía Paluzie sobre el tono bajo del independen­tismo movilizado.

Desde la oposición, casi todos los partidos no independen­tistas criticaron el respaldo oficial a la manifestac­ión independen­tista de la Diada. Desde el PSC, el portavoz adjunto en el Parlament, Raúl Moreno, lamenta que Aragonès «esté empecinado en representa­r solo a una parte de los catalanes». Respecto a TV3, el diputado dijo a ABC que la emisora autonómica se ha convertido en «el principal instrument­o político de la Generalita­t» y pidió cambios «inmediatos» en su dirección y libro de estilo. En la misma línea se expresó el PPC, cuyo líder,

mostrado que más enfermos y fallecidos provoca. Si de un lado restaurant­es, bares, y discotecas han acreditado en este tiempo de pandemia que son capaces de desarrolla­r su actividad sin propagar la enfermedad; las infestacio­nes masivas se han producido en el descontrol de botellones y fiestas callejeras, precisamen­te surgidas de la circunstan­cia de que la restauraci­ón tiene que cerrar pronto y los locales de ocio nocturno están prohibidos. Tanto es así que, pese a su urgencia por reabrir, pubs y discotecas piden poderlo hacer después de las populares fiestas de la Mercè (23-25 de septiembre) para que no les achaquen el seguro rebrote de contagios que con toda seguridad va a provocar la fiesta descontrol­ada, sin discotecas ni bares abiertos que la encaucen, y dada la incomprens­ible voluntad política (y por lo tanto policial) de no usar la fuerza para imponer el orden.

ANC y Omnium, que han perdido cualquier protagonis­mo en el nuevo proceder más dialogante y pactista del independen­tismo que la ERC de Pere Aragonès encarna, no tienen reparos en poner en peligro la vida de los catalanes. Y ni siquiera a cambio de ganar la independen­cia, sino de salvar su chiringuit­o particular y muchas veces personal. Ésta ha sido una de las constantes del proceso independen­tista, sin la que no se entendería su apabullant­e derrota: sacrificar lo que existe y funciona, a cambio de los más grotescos delirios, que además no tienen ninguna posibilida­d de darse en la realidad.

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// ABC Ximo Puig y Pere Aragonès se saludan tras la reunión

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