¿Más respetuosos?
Formo parte de un grupo de personas seguidoras y fieles del equipo de fútbol de mi pueblo, Negreira. En esta pretemporada he coincidido en las gradas muy cerca de dos matrimonios, y de la conversación que mantenían las mujeres de ambos matrimonios aprendí todo lo que hay que saber sobre cómo bañar a una persona discapacitada. Anteayer coincidí con una pandilla de veinteañeros, cuatro chicos y cuatro chicas con un perrillo muy simpático. Uno de los jóvenes, cada dos por tres, tenía en su verborrea la blasfemia en su estado más impuro. Entendía, y mucho, de marcas, caballos y demás prestaciones de los coches... Cuando el conjunto visitante, por medio del 9, se adelantó en el marcador y, siendo hijo de un gran defensa central durante muchos años, todos los aficionados se unieron en una gran ovación a los visitantes. La mayor que recuerdo.
Así que me distancié un poco de mis amigos y estuve reflexionando sobre lo vivido en estos últimos partidos. Y es que, a pesar de estar pitando solo un árbitro, no había auxiliares, no llegué a oír ninguna exclamación sobre su santa madre o su supina ignorancia. Incluso algunos errores de bulto fueron pasados por alto por la afición. Lo nunca visto. ¿Será cierto que el Covid nos está haciendo más respetuosos? Eso espero.