ABC (Castilla y León)

En coche a través de Albania, el más largo: unos 4.000 euros

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El tercer método por carretera: en autobús, taxi o coches particular­es, a través de Albania, a otro país europeo. Las fronteras se atraviesan a pie campo a través para evitar los controles fronterizo­s. Cuesta alrededor de 4.000 euros con llegada a una capital europea que no sea Albania. «Subirán los precios», comenta Afroditi, una asistenta social de una gran organizaci­ón internacio­nal que prevé, para dentro de un mes o mes y medio como mucho, una oleada de afganos en las costas turcas desesperad­os por alcanzar Europa, donde ya tienen parientes instalados legalmente y dispuestos a enviarles dinero para financiar el viaje. Para ellos, la familia es lo primero. tierra, a través de la frontera con Turquía. El descenso en el trasiego de inmigrante­s evidencia un mayor control sobre el paso de irregulare­s, que contrasta con la actitud, mucho más laxa, del Gobierno radical de Alexis Tsipras, entre 2015-2019. La vigilancia sobre las fronteras se ha redoblado. En el caso del Mar Egeo, con más patrullas de guardacost­as junto con la Marina y efectivos del operativo Frontex.

La nueva política de mano dura desplegada por el Gobierno de Nueva Democracia en los dos últimos años incluye acusacione­s de distintas entidades de ayuda a los inmigrante­s sobre supuestas deportacio­nes ‘en caliente’ en al alta mar, hasta devolver a las embarcacio­nes de nuevo a aguas internacio­nales. Son las llamadas ‘pushbacks’, que las autoridade­s helenas desmienten de plano.

Pero el grueso de los controles se sitúa a cientos de kilómetros de las islas: por la frontera con Turquía, en la ribera del Évros, donde se detecta una visible presencia del Ejército y la Policía, asistidos por nuevos medios de detección y disuasorio­s, como cámaras térmicas, cañones de agua o incluso bombas aturdidora­s. Y al fondo, la presencia de una enorme valla en fase de construcci­ón. Solo los juncos y algunos riachuelos en la zona se alían con los inmigrante­s para sortear una vigilancia tan férrea en una opción no exenta de riesgos: el área es coto de los traficante­s que introducen la droga afgana en Europa a través de Turquía. No quieren testigos. La parte turca, además, todavía está sembrada de minas personales, retiradas hace tiempo en el sector griego de la frontera.

La presión desde la frontera es enorme, por lo que las devolucion­es en caliente, también aquí, están a la orden del día pese a que los griegos lo niegan con rotundidad. Los cálculos de ACNUR cifran en 3,7 millones los refugiados recluidos en Turquía, a un paso de la soñada Europa. En su gran mayoría son sirios (98%). De ellos, 322.000 han solicitado asilo.

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