ABC (Castilla y León)

Daniil Medvedev, el sucesor más duro

▶ Después de su título en el US Open, el ruso confirma que es el más solvente en cemento

- E. YUNTA MADRID

Tan pronto se supo campeón, y después de aguantar la mala educación de una pista que le perturbó continuame­nte en momentos decisivos de la final (abucheos mientras sacaba, incluso con punto de partido a su favor), Daniil Medvedev hizo un amago de alzar los brazos, pero optó por tirarse el suelo y hacer el ganso mientras Novak Djokovic, desconsola­do, aguardaba en la red. «Yo no sabía de qué se trataba, pero después, aún en la cancha, le dije: ‘¿Qué era eso?’. Y me contestó, ‘Nada, el FIFA’. Fue muy, muy divertido», explicó después Gilles Cervara, entrenador del ruso. He aquí un nuevo campeón de Grand Slam cuya consagraci­ón llegó en el momento menos esperado, pues todo estaba listo para la gran fiesta de Djokovic, al que le faltó solo un pasito para firmar una de las mayores hazañas de la historia del deporte. Se queda con 20 Grand Slams, empatado con Roger Federer y Rafael Nadal, pero es más que probable que el balcánico pase a liderar esa clasificac­ión en el futuro. Mucho más difícil es imaginar que tendrá otra opción tan clara de conquistar los cuatro grandes en el mismo curso, una brutalidad que no se consuma desde que Rod Laver lo hiciera en 1969. Medvedev, el sucesor más duro de todos los que aspiran a mandar en el mañana, tiene la culpa. «Me gusta jugar al FIFA. Se llama la celebració­n del ‘pez muerto’. Si conoces a tu oponente cuando juegas, muchas veces lo haces. Vas a marcar un gol, estás arriba 5-0, y te sale», remató el número dos del mundo para justificar su absurdo festejo. Luego, ya en el parlamento con el trofeo, quiso acordarse de su mujer en el tercer aniversari­o de casados, no debe de ser tan frío como aparenta...

En la pista, desde luego, se comporta como un robot, una roca con una mente privilegia­da al que no parece distraerle nada. Tiene un estilo muy difícil de definir, imprevisib­le en la ejecución de sus golpes, pero le pega durísimo a la pelota y también tiene un arma decisiva con el saque. Se explica así su estupenda evolución en pistas rápidas, con 12 títulos en los últimos cuatro cursos en cemento (cuatro de ellos Masters 1.000), con 17 finales y 147 victorias en ese tipo de superficie. Tiene, además, un estilo fácilmente adaptable a la hierba de Wimbledon (le pega también muy plano) y es obvio que no se le da tan bien la tierra, aunque este 2021 ha avanzado mucho más de lo previsto alcanzando los cuartos de Roland Garros después de sonoros batacazos en los torneos de arcilla.

«Todo lo que sucede por primera vez es especial», resumió en sala de prensa, siempre con esa aparente seriedad que muchas veces se mezcla con ironía. «Me sucedió cada vez que gané mi primer torneo. Creo que cuando uno gana algo varias veces las emociones son diferentes. Cuando gané el Masters sabía que no muchos jugadores lo habían ganado, pero lo único en lo que pensaba era en ir por más. Es mi primer Grand Slam y no sé cómo me voy a sentir si gano un segundo o un tercero», zanjó. No hay muchos nombres distintos en estos tiempos, con Federer, Djokovic y Nadal amasando casi todos los tesoros, pero se abren las posibilida­des para los que cargaron con la etiqueta de herederos. Desde luego, ninguno tan solvente como Medvedev.

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// AFP

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