LA GENÉTICA DIRÁ SI COLÓN ERA GALLEGO... O NO
Una doble vía de exhumaciones busca obtener restos óseos que refrenden la tesis de que el descubridor del Nuevo Mundo nació en la esquina occidental de España
¿ Ysi Cristóbal Colón fuera gallego? ¿Y si el hombre que descubrió el Nuevo Mundo hubiera nacido en el Finis Terrae de los romanos? Si existe una respuesta concluyente a esta pregunta, está en el ADN, en concordancia con datos históricos.
Más de cinco siglos después, Colón sigue resultando un personaje fascinante. El aura de misterio que envuelve las sombras en su biografía abona la leyenda. Sabido es que, a lo largo de los años, han surgido voces que han desafiado la versión convencional de que el almirante era genovés. Entre las múltiples tesis alternativas, una de las que más han resonado es la gallega: llegó a ser debatida en el Congreso de los Diputados y se hizo oír en el concurso que organizó en 1926 el entonces director de ABC, Torcuato Luca de Tena, para impulsar un refrendo al origen español de Colón. Pero una cosa es rastrear en archivos y escudriñar viejos legajos, y otra hundir las manos en la tierra para intentar extraer pruebas tangibles, palpables, que acaben –quién sabe– por resolver el gran enigma.
Bajo el auspicio de la Universidad de Granada y el liderazgo del profesor José Antonio Lorente, catedrático de Medicina Legal, Toxicología y
Antropología Física, que coordina un estudio a escala global –que se plasmará en un documental de RTVE y Story Producciones–, este último par de semanas han sido de trabajo intenso en Galicia en pos de restos óseos que, una vez comparados con los que custodia Lorente –de Colón, su hijo Hernando y su hermano Diego–, puedan arrojar algo de luz a la identidad del descubridor de América. Siempre, claro está, que se obtenga ADN en cantidad y calidad suficiente.
En paralelo a estos trabajos, en la provincia de Pontevedra, hace ya más de un año, en septiembre de 2021, se exhumaban otros restos óseos algo más al sur, en Tui, concretamente en la iglesia del convento de Santo Domingo. Hasta allí, en busca de evidencias físicas que refrenden su tesis de que Colón era, en realidad, el noble y corsario Pedro Álvarez de Sotomayor, o Soutomaior en gallego, se fue la investigadora Carmen García, quien ahora avanza a ABC que «existen datos científicos que avalan» que los restos allí hallados «corresponden al abuelo y bisabuelo paternos» de quien fue conocido también como Pedro Madruga.
Esas evidencias consisten, por un lado, en la prueba de carbono-14, «fundamental para poder datar los restos óseos», esto es, para acotar cuándo murieron los sujetos depositados en el templo de Tui, y comparar las fechas con lo que se sabe de los antepasados de Pedro Madruga, como paso previo a los análisis genéticos; y el resultado, explica la investigadora, es «concluyente». Segundo, el análisis del nitrógeno indica que su dieta era muy rica en pescado, lo que apunta a su condición de miembro de la nobleza. Adicionalmente, de acuerdo con el estudio antropológico, se han encontrado vestigios de espondilitis –enfermedad inflamatoria que afecta fundamentalmente a las articulaciones de la columna vertebral–, detectada también en el hermano y el hijo del almirante. Un hallazgo «muy significativo», dado que «se piensa que hay un factor genético implicado» en esta patología, rastreable a través de un antígeno concreto (HLA-B27).
En el caso de quien sería abuelo paterno de Pedro Álvarez de Sotomayor, ha sido posible extraer ADN e información genética preliminar. Y muy relevante: se dan coincidencias con los resultados del cromosoma Y de un descendiente directo de Pedro Madruga por vía de varón. «Existe, pues, información genética disponible sobre el cromosoma Y de la línea directa vertical» del noble gallego, explica García, quien añade que los marcadores del cromosoma Y de quien sería el bisabuelo aportan información determinante para poder identificar a sus descendientes y discriminar a los más cercanos de los más lejanos. Estaríamos hablando, en la exhumación de Tui, del parentesco más cercano conocido hasta el momento de este candidato a erigirse en el hombre detrás del mito.
¿Por qué Madruga?
Un inciso. ¿Qué ha llevado a Carmen García –y no es la única– al convencimiento de que Álvarez de Sotomayor, conde de Camiña, era Colón? Autora de un ensayo al respecto de más de 400 páginas, da varias claves: lazos familiares con los Colonna, ilustre familia italiana; acreditación documental de tener hermanos, como el almirante; la afirmación de Hernando Colón, en sus escritos con la Corona, de que su padre había llevado parientes en sus primeros viajes: existen al menos siete personajes históricos, que acompañaron a Colón, con lazos familiares con Pedro Madruga; acreditación documental de descendientes del almirante enterrados en Galicia; y que el descubridor de América fuera depositado en la iglesia de la Cartuja de Sevilla, cuyos patronos fundadores llevaron durante muchos años el escudo de los Sotomayor –aún hoy
pueden verse esos escudos allí–. Otro dato que centra la búsqueda en Galicia: Fray Bartolomé de las Casas escribió que Colón era «quasi natural» del reino de Portugal.
Volviendo a las exhumaciones, la investigadora no solo ha rastreado en Tui. También en la iglesia de Santa
María de Gracia, en Gelves (Sevilla), donde se estima que se depositaron restos de la nieta de Colón y sus descendientes, por lo que se podría obtener el 25% de su ADN. «La información genética obtenida será contrastada con la de Tui y se analizará para determinar si pudieran tener una procedencia genética común», explica. Estos restos, «en un excelente estado de conservación», y ya sometidos a las pruebas de carbono-14, contienen ADN viable, añade, y está previsto que se puedan estudiar también sus marcadores biogeográficos: otro hilo del que tirar en pos de la procedencia de su abuelo. Y un dato más: en Gelves también se han hallado evidencias de espondilitis.
Sarcófago del siglo XV
«Hoy, la teoría gallega del posible origen de Colón está en boca de todo el mundo», celebra Eduardo Esteban Meruéndano, presidente de la Asociación Cristóbal Colón Galego, que promueve las exhumaciones que se han llevado a cabo en San Salvador de Poyo, en el atrio de la iglesia del Divino Salvador, con la expectativa de dar con parientes del almirante al tener constancia de que ahí vivieron –y tuvieron que ser enterrados– miembros de la familia «Colón»; y la que tendrá lugar el próximo lunes en la iglesia de San Martiño de Sobrán, en Vilaxoán-Vilagarcía de Arousa, donde se abrirá el sarcófago de otro Soutomaior, Xoán Mariño, Arcediano de la Reina de Castilla –y ‘medio primo segundo’ de Pedro Álvarez–.
«Es mucho más de lo que podíamos soñar», asegura Esteban a este diario, al calor de unos trabajos que, en Poyo, se han saldado con cerca de 30 restos óseos. Los más prometedores, en términos de ADN, son dos mandíbulas con piezas dentales. También han aparecido un fragmento de cráneo y un fémur, entre tégulas y cerámica romana doméstica medieval y puntas de hierro de ataúdes. En el caso del sarcófago, del siglo XV, unas «argamasas antiguas» en un sepulcro de gran «riqueza monumental, artística e histórica» han ralentizado el proceso.
Esteban remarca que «no hay plazos» para dimensionar el alcance de los restos que se recopilen. Hace hincapié en que, para su asociación, ya supone un «logro» formar parte del proyecto de Lorente. La cautela se impone, además, porque en Poio hablamos de una exhumación a cielo abierto, de huesos sepultados en una tierra ácida y sometida a las inclemencias climatológicas (lluvia). Lo que es bueno para el campo gallego, no lo es tanto para desenterrar el pasado. Y en la iglesia de Sobrán, curiosamente, está por ver también qué papel juega el agua, por culpa de una vía en la techumbre... justo donde se encuentra custodiado el eclesiástico. Con todo, las expectativas son buenas porque no consta en los archivos parroquiales que la tumba fuera abierta. Antes de exhumar, la asociación hubo de obtener los permisos pertinentes. Mundanos, los de la Xunta, que reclamó extraer «más material del necesario», pensando en posteriores investigaciones, y custodiarlo; de otra índole los del Arzobispado de Santiago de Compostela, que puso como requisito pedir autorización a los fieles durante una misa dominical.
Para la asociación que perpetúa el legado de Celso García de la Riega –pionero en la defensa de la galleguidad de Colón–, estos días se escribe un apasionante capítulo en una larga historia. Han defendido contra viento y marea sus argumentos: la tradición oral en el lugar de Porto Santo (Poyo), que hoy alberga la Casa Museo; la presencia del apellido Colón en documentos históricos e inscrito en un cruceiro, así como en las Capitulaciones de Santa Fe; los casi 300 topónimos locales empleados para bautizar lugares en el Nuevo Mundo; o los múltiples giros galaicos en sus escritos.
En todo caso, la última e indisputable palabra la tendrá el ADN. La genética dictará sentencia. O no. Tal vez el secreto mejor guardado de Colón nunca se despeje. Como se suele decir en Galicia, depende.
LA TESIS DE LA INVESTIGADORA CARMEN GARCÍA ES QUE CRISTÓBAL COLÓN ERA EN REALIDAD PEDRO ÁLVAREZ DE SOTOMAYOR, UN NOBLE GALLEGO