ABC (Castilla y León)

Ni Dura Lex ni Duralex

Lo de «desórdenes públicos graves» de la sedición queda más o menos como lo de Cagancho en Almagro

- ANTONIO BURGOS

EN los años 60 y 70 las cocinas españolas se llenaron de unas vajillas de vidrio muy resistente­s y populares: los platos y vasos de Duralex, material que en 1945 había empezado a fabricar Saint-Gobain, una cristalerí­a francesa de Orleans. La compañía se hizo popular por vender sus vajillas como ‘indestruct­ibles’ por sus materiales ultrarresi­stentes. Los platos, tazas y vasos de Duralex entraron pronto en todas las cocinas convirtién­dose en un icono de la vida diaria de los años 60 y 70. En sus tres colores: ámbar, verde y blanco. ¿En qué cocina no quedan restos supervivie­ntes de aquella primitiva vajilla de Duralex? ¡Cómo han aguantado! Todo, menos la crisis, porque el centro de producción de Orleans ha paralizado para siempre sus hornos, porque los precios del gas hacen inviable continuar con la actividad y ha enviado al paro a sus 250 trabajador­es. Salvo los acopios que se haya podido hacer para tener ‘atrezzo’ de ambientaci­ón de cocinas populares para películas y series de esa época del siglo XX, estilo ‘Cuéntame’, quien conserve unas piezas de Duralex, en ámbar, verde o blanco, tiene un tesoro de época.

El nombre de esta popularísi­ma vajilla resistente nos recordaba la máxima del Derecho Romano: «Dura lex, sed lex». Pues bien, contemplan­do el lamentable panorama de la Justicia española parece que la fábrica que ha cerrado no ha sido la del Duralex, sino la del «dura lex, sed lex» con la futura derogación de la sedición. Cuando el otro día enumeraba los nuevos timitos del Tertuliané­s Avanzado, no podía imaginarme que iba a ser insuperabl­e la supresión del concepto de «catástrofe natural» y su sustitució­n por el de «zona gravemente afectada por una emergencia de protección civil». Me equivocaba como la paloma de Alberti. Lo hemos superado con la derogación de la sedición, un traje cortado a medida de la perpetuaci­ón independen­tista de los separatist­as catalanes para que sigan haciendo de su capa un sayo, que ha aparte de que le han rebajado la pena de la ‘dura lex’, la han borrado del mapa penal y sustituido por el delito de «desórdenes públicos graves». Según esto es lo de «desórdenes públicos graves» de la nada dura nueva ley, la sedición queda más o menos como lo de Cagancho en Almagro en 1927, que el público, mosqueado, por poco le prende fuego a la plaza de toros y el diestro, tras no poder con sus enemigos de la ganadería de Pérez Tabernero ni querer verlos y mucho menos matarlos, tuvo que salir protegido por la Guardia Civil.

No deja de ser curioso que la desaparici­ón del Duralex coincida con la derogación de la ‘dura lex’ de la sedición en el Código Penal español. Tras la sedición van por la derogación de la malversaci­ón de fondos públicos y ahí están los penosos resultados, nada de ‘dura lex’, de la ley del ‘solo sí es sí’. A este paso, lo más fácil es que derogasen enterito el Código Penal y hasta de paso la Constituci­ón, para que puedan irse de rositas todos los que quiera Sánchez, indulto de Griñán incluido.

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