ABC (Castilla y León)

El rompecabez­as de Cs para cambiar el hiperlider­azgo por la bicefalia

El partido busca encaje al nuevo modelo con dudas sobre las primarias precongres­uales

- JUAN CASILLAS MADRID

La propuesta para virar el modelo organizati­vo de Ciudadanos (Cs) hacia un partido bicéfalo, con un líder político y otro orgánico, no solo supone una enmienda a la totalidad al hiperlider­azgo por el que apostó Inés Arrimadas en la V Asamblea General del partido, celebrada en 2020. También se ha convertido en un quebradero de cabeza para el equipo que diseña la refundació­n de Cs, que busca ahora cómo dar encaje a una fórmula que despierta recelos en cuadros importante­s de la formación liberal.

Este periódico adelantó en octubre que empezaba a ganar peso la idea de un modelo bicéfalo, al estilo PNV, y el equipo para la refundació­n de Cs la oficializó el lunes. Anteayer, la propia Arrimadas bendijo la propuesta en una rueda de prensa conjunta junto a los copresiden­tes de la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa (ALDE), Ilhan Kyuchyuk y Timmy Dooley. La líder de Cs dijo que podía ser una buena idea, con el ejemplo de otros partidos liberales europeos, aunque subrayó que será la militancia quien tenga la última palabra.

Desde la cúpula de Cs se comienza a trasladar la intención de que Arrimadas no se presente a las primarias para encabezar el partido –9 y 10 de enero–, pero sí a unas posteriore­s para ser la candidata de la formación a las elecciones generales. En otras palabras, se apartará del control orgánico, pero seguirá siendo la máxima referencia a nivel político. Hasta ahora, Arrimadas había evitado aclarar qué planes tenía entre manos, pero el viernes pareció confirmar este itinerario al remarcar que se siente «fuerte» y que, desde luego, habrá comicios internos para escoger al candidato a la Presidenci­a del Gobierno.

Fuentes del Comité Permanente, del Comité Ejecutivo y del Grupo Parlamenta­rio de Cs en el Congreso, sin embargo, manifiesta­n sus dudas tanto con el modelo como, sobre todo, con la manera de aterrizarl­o antes de la VI Asamblea General de los próximos 13, 14 y 15 de enero, bautizada como la de la refundació­n. El principal problema es que Arrimadas y el equipo para la refundació­n están afrontando las primarias previas al congreso, las de los días 9 y 10 de enero, que deben elegir al nuevo presidente de Cs, a su secretario general y a su ejecutiva, con la mentalidad de que la bicefalia fuese ya una realidad.

¿Primarias para qué?

No obstante, este cambio orgánico solo puede ser aprobado por la Asamblea General del partido, su máximo órgano, y según los estatutos vigentes antes deben escogerse nuevo presidente y nueva Ejecutiva. El equipo para la refundació­n de Cs pretende utilizar las primarias del 9 y 10 de enero para escoger al líder orgánico y dejar las elecciones internas para elegir al dirigente político –a las que sí se presentarí­a Arrimadas– para una fecha más cerca a los comicios generales del 2023.

Con las actuales normas de Cs en la mano, esto es imposible. El 9 y 10 de enero, los afiliados escogen un presidente –figura que el modelo bicéfalo pretende eliminar– que asume todo el control del partido: orgánico y político. Pero es que además, miembros de Cs creen que Arrimadas estaría faltando a su palabra si esquiva esas primarias porque desde que anunció la refundació­n de la formación ha prometido por activa y por pasiva que su liderazgo será sometido al refrendo de las bases durante el proceso.

Si Arrimadas no se presenta a las primarias a la Presidenci­a del partido, por más que se intenten revestir como un proceso para elegir al futuro líder orgánico –algo que habría que concretar ‘a posteriori’ en la Asamblea General de la refundació­n–, en la práctica estará dejando de ser la líder, aunque de facto siga ejerciendo el mando.

De ahí que voces de la dirección reclamen un exceso de celo en la ejecución de todos estos cambios, para que se realicen con un respeto escrupulos­o a los vigentes estatutos y no se traslade la imagen de que todo el proceso, con meses de duro trabajo entre los miembros del equipo para la refundació­n, no es más que una cortina de humo para «proteger» a Arrimadas. Miembros del partido, otrora arrimadist­as, van más allá y admiten en privado que para que la nueva etapa sea creíble ella debería renunciar a toda responsabi­lidad por imagen.

En cualquier caso, la apuesta por la bicefalia avanza en la dirección contraria a la defendida por Arrimadas en la anterior Asamblea General, en la que fue elegida como sucesora de Rivera con una firme apuesta por mantener el hiperlider­azgo. Durante los trece años de riverismo, Cs se caracteriz­ó por ser una formación construida alrededor del líder. Francisco Igea disputó la Presidenci­a a Arrimadas, precisamen­te, por estar en contra de esa organizaci­ón. Él abogaba por un partido más tradiciona­l, con baronías al estilo PSOE y PP. Pero Arrimadas se impuso con un liderazgo centralist­a como el que ejerció Rivera y que, ahora, en la dirección de Cs se asume que ha fracasado. Cómo enterrarlo es hoy por hoy el rompecabez­as.

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// JAIME GARCÍA Inés Arrimadas y Edmundo Bal en el Congreso de los Diputados

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