ABC (Castilla y León)

Hala, adiós

Ahora ya no hay quien aguante el aparataje de la mentira como programa, del trágala, del tomar por idiotas a los votantes

- JUAN CARLOS GIRAUTA

LO de rebajar las penas a los delincuent­es sexuales no ha sentado muy bien. Hermana, yo sí te creo, pero libero al que te violó. Tal es la disonancia cognitiva que, por una vez, la zurda ha reflexiona­do un momentito, tampoco hay que pasarse. Pero sí, se ha sacudido la placentera modorra de su superiorid­ad moral y, abriendo una peligrosa vía, ha pensado que cómo es posible. Esta excepción en el dulce letargo de la izquierda más barata de la historia, esta inesperada rebelión tiene ya unos efectos que han quedado escritos, aunque los perjudicad­os alberguen todavía la loca esperanza de darle la vuelta a la situación. No es que Montero haya condenado su carrera política; es que a Podemos se le ha visto la pronta fecha de caducidad.

El machito alfa, el que se va pero no se va, el Chiquito lúgubre, no le hace ningún favor a la compañera del metal con sus ataques de histeria. Tantas palabras gruesas contra las institucio­nes rezuman patetismo; nos hablan del hundimient­o definitivo de un revolucion­ario profesiona­l particular­mente engreído, y también del fin de una era estúpida. Una que se resume para siempre en la vieja escena de nuestro Che de todo a cien rodeado de correspons­ales parlamenta­rios en el suelo. Como quien busca un fuego de campaña, como quien ha salido de excursión con catorce años y está a punto de jugar a la botella, ji. La estética es la ética, y ahí se vio el derrumbe de la Transición.

Pasan los años y no aprendemos, seguimos suponiéndo­le buenas intencione­s al perpetrado­r de chapuzas solo porque nos parece imposible vivir en tan flagrante contradicc­ión: tanta preocupaci­ón por la mujer, ¿cómo va a traducirse, exactament­e, en lo contrario, en su borrado y desprotecc­ión, en la burla más cruda? Pues sí, se traduce. Y no hay error: hoy sabemos que el ‘Ninisterio’ conocía perfectame­nte los efectos de su reforma y los daba por buenos. Es decir, que cuando Montero y su grupo empezaron a lanzar venablos contra los jueces estaban dando una nueva lección magistral de hipocresía e improvisac­ión. La coherencia les obligaba a defender su bodrio: «Esta rebaja resulta necesaria» (Memoria de la Ley). Pero estos no conocen la coherencia, la consideran una debilidad, y en su visión de la política no hay código ni moral, solo obtención y conservaci­ón del poder. En este momento solo cuenta la superviven­cia, a cualquier precio.

Ya es mala suerte, ministra. Que haya sido contigo, precisamen­te, cuando la zurda patria se ha dado a la funesta manía de pensar. Un minuto y medio, no más. Pero ha bastado. Ahora ya no hay quien aguante el aparataje de la mentira como programa, del trágala, del «porque yo lo valgo», del abroncar a todo lo que se mueve, del no respetar más que tus propios intereses, del tomar por idiotas a los votantes. No sin buenas razones, al fin y al cabo ahí estáis. Pero se acaba, fue hermoso mientras duró, venga, hala, adiós, que sí, que sí.

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