Dictadores honrando a dictadores
En cuestión de apoyos a su invasión de Ucrania, no tiene Putin demasiado donde agarrarse, más allá del grupo de dictaduras, autocracias y satrapías que aún quedan en el mundo. Ahora que el inquilino del Kremlin tiene dificultades hasta para que Xi Jinping le coja el teléfono, agradeció la visita del presidente de Cuba,
Miguel Díaz-Canel, que lleva desde el sábado en Rusia pero hasta cuatro días después no ha sido recibido por Putin para hablar de «cooperación estratégica». Ambos coincidieron ayer en la inauguración del monumento a Fidel Castro en Moscú, erigido ahora, seis años después de la muerte del dictador caribeño, en un barrio de la capital. El acto tuvo un inevitable aire de regreso a ese pasado que Putin parece querer rescatar desde su acceso al poder y que había desaparecido tras la desintegración de la URSS. En la ceremonia, y tras recordar con nostalgia «las largas horas de conversación que tuve con Fidel», el presidente ruso llegó a afirmar que «cada pueblo tiene derecho a su libre desarrollo, a elegir su propio camino». Que se lo pregunten a los ucranianos...