ABC (Castilla y León)

Un buen acuerdo

- MARCOGARDO­QUI

EL acuerdo –a falta de que las entidades revisen en profundida­d el texto oficial– alcanzado con la banca es una excelente noticia para todos. Lo es, en primer lugar, para quienes resulten sus beneficiar­ios, pues les aliviará la carga que pesa sobre sus rentas, aplastadas por las subidas de los precios y por la negativa gubernamen­tal a deflactar los impuestos. Ya sabe que los impuestos indirectos se aplican de forma proporcion­al y se trasladan de manera implacable a los precios finales de los productos y servicios. Por eso penalizan más a las rentas bajas que destinan un porcentaje mayor de sus ingresos a los gastos familiares corrientes, lo que merma o anula su capacidad de ahorro. En los últimos meses se han visto acosadas también por el retorno a una política monetaria más ortodoxa, con subidas bruscas de tipos de interés. Un movimiento que no ha terminado y que será más duradero de lo deseable, si se cumplen las previsione­s de inflación. Las posibilida­des de cambiar el tipo de referencia de las hipotecas a un coste menor, de revertirla­s o de prolongar los plazos de devolución proporcion­an una flexibilid­ad que será bienvenida por los afectados.

A expensas de conocer su impacto sobre las cuentas de resultados, puede ser también una buena noticia para los bancos pues servirá, espero, para mejorar su deteriorad­a imagen pública. Un deterioro al que ha colaborado de manera decisiva el propio Gobierno, al señalarlos como uno de los causantes de los males públicos. De rebote, aliviará las urgencias de la mora, al retrasar compromiso­s y facilitar la devolución de los créditos. No sé si en el paquete negociado ahora se habrá incluido algún retoque al nuevo gravamen sobre la banca, que ha sido criti

cado con dureza por el BCE y recibido con disgusto por los sujetos pasivos.

También es una buena noticia para el Gobierno que podrá añadir un nuevo hito a su escudo social y, además, sin coste para él. Las urgencias de última hora para firmar el acuerdo antes del mediodía de ayer estaban justificad­as pues a la tarde se enfrentaba Pedro Sánchez con Alberto Núñez Feijóo y que mejor situación que pavonearse con su capacidad de interlocuc­ión con quienes han sido acusados sin disimulo de sostener al PP a cambio de su obediencia. Una acusación que será necesario matizar pues no creo yo que al PP le haya gustado el momento, por más que esté de acuerdo con su contenido.

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