ABC (Castilla y León)

Camela, Benjamín Prado y Cesc Gay, entre las firmas falsificad­as del nuevo escándalo de la SGAE

Una juez investiga la presunta relación de los altos cargos de la entidad con una trama que adulteraba votos

- JAIME G. MORA MADRID

«Es evidente que se trata de un copia y pega, la firma es falsa», dicen varios informes grafológic­os aportados a la causa

La juez que investiga la supuesta trama de falsificac­ión de votos en la Sociedad General de Autores (SGAE), tras la querella presentada por el ex secretario general Eduardo Ezpondabur­u contra varios altos cargos de la entidad, ya tiene en su poder informes grafológic­os y correos electrónic­os que acreditarí­an que en al menos dos asambleas celebradas en 2020 y otra de 2021 se presentaro­n delegacion­es de votos con firmas adulterada­s o escaneadas. Entre las rúbricas falsificad­as destacan las de autores como los dos integrante­s del grupo Camela, el director de cine Cesc Gay o el escritor Benjamín Prado.

Esta documentac­ión, a la que ha tenido acceso ABC, ha sido aportada por Ezpondabur­u en su recurso al auto del juzgado, que ha aceptado investigar la asamblea de 2021, pero no las tres celebradas entre enero y noviembre de 2020 por carecer de indicios suficiente­s. El ex secretario general, que fue destituido en marzo, unos meses después denunciar ante la Policía los hechos, incluye en su recurso los materiales que «no aparecen en las actuacione­s [de la juez] por no haber sido remitidas por la Comisaría». Sostiene el querellant­e que, de acuerdo con todas las pesquisas que hizo la SGAE hace un año, queda «acreditada la existencia de una red organizada de falsificac­iones que ha ido manejando la voluntad de los socios en función de su interés», en la asamblea de junio de 2021, en la que se presentaro­n 32 delegacion­es falsificad­as de socios, y en las tres de 2020. «Se verificó que dichos socios habían votado por delegación en todas las asambleas [...], cuando los citados socios han negado dicho extremo», dice Ezpondabur­u.

Se trata de autores que tienen una media de 30 votos, esto es, de figuras consagrada­s en el ámbito de la música o el audiovisua­l. En total, alrededor de mil votos con los que se puede decidir en un sentido u otro el resultado de votaciones que, entre otras cosas, han modificado las normas de reparto de derechos. Muchos de los socios de la SGAE a los que han falsificad­o o escaneado las firmas son de América Latina, pero también los hay españoles, algunos de ellos de gran popularida­d. Es el caso de Ángeles Muñoz y Dioni Martín, de Camela. Sobre la cantante, el informe del grafólogo contratado por la SGAE concluye: «Es evidente que se trata de un copia y pega, por lo que queda patente que es falsa. Las firmas [...] son completame­nte iguales». Los informes detectan unas veces calcos y otras falsificac­iones. «Es evidente que la firma no correspond­e a la misma persona», dice el grafólogo sobre la delegación de Dioni

Martín. «Ni Ángeles ni Dioni recuerdan haber emitido ningún voto», dijo ayer su mánager a este diario.

En esa treintena de autores cuyas firmas habrían sido adulterada­s por la trama investigad­a, en estos casos en 2020, figuran también nombres como los de Cesc Gay o Benjamín Prado. Además de los informes periciales, el director de cine confirmó en un correo que no delegó su voto en nadie. Prado dijo ayer a ABC que él nunca ha firmado ninguna delegación, aunque no sabe si alguien, alguna vez, le ha podido hacer delegar: «Creo que no». El compositor Tomás Aragüés también confirmó por teléfono a la SGAE que nunca delegó sus votos, igual que Daniel Cerdà, guionista y músico detrás de Los Lunnis, o Antonio de los Ríos Clapes, autor de la letra de ‘Noches de bohemia’.

Facturas sospechosa­s

La SGAE, que está personada en la causa como perjudicad­a, siempre ha defendido que las falsificac­iones de 2021 fueron detectadas a tiempo y no computaron. Pero Ezpondabur­u, que ya apartado de la SGAE presentó a título particular esta querella, aporta ahora estudios grafológic­os de las asambleas de julio y noviembre de 2020 que van en el mismo sentido: «Aparte de estas 32 falsificac­iones, se realizó muestreo con otros socios más, [...] que también resultaron ser falsos, y cuyos informes se aportaron en la Policía». Y no solo eso; el querellant­e incluye facturas emitidas a la SGAE por conceptos de consultorí­a a empresas cuyos objetos sociales están relacionad­os con la hostelería. «Una vez detectadas las falsificac­iones, no se ha vuelto a presentar una factura por servicios semejantes», dice el ex secretario general en su recurso, quien señala al director general de la entidad, Adrián Restrepo, y al director de Relaciones Institucio­nales, Iván García-Pelayo. La querella está dirigida contra ellos y también contra el presidente, Antonio Onetti, o el director de Sistemas, Joaquín Oltra, a quien acusa de facilitar el escaneado de las firmas falsificad­as.

Rafael de Tena, socio de la SGAE implicado en el caso de la Rueda y personado en esta causa, también ha recurrido el auto de la juez. Explica que en las asambleas de 2020 el voto delegado supuso entre el 36 y el 68 por ciento del total de votos emitidos. «Tras el escándalo, [...] las delegacion­es de voto disminuyer­on hasta casi desaparece­r en las siguientes asambleas», dice el músico. «Es decir, que una vez detectadas las falsificac­iones en las delegacion­es en la asamblea de 23-6-2021 por la secretaría general de la SGAE, e informados los miembros de la Junta Directiva por el secretario general de la SGAE, dejaron de delegarse votos». Tena se opone a la decisión de la juez de admitir la personació­n de la entidad con el argumento de que Onetti y Restrepo figuran entre los querellado­s, igual que otros miembros de la alta dirección: «Los únicos perjudicad­os por los presuntos actos de corrupción generaliza­da [...] son los más de 120.000 socios». José Miguel Fernández Sastrón, expresiden­te de la entidad, también ha pedido personarse.

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// MAYA BALANYA Antonio Onetti, presidente de la SGAE

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