ABC (Castilla y León)

La CHD advierte de que la campaña de riego «depende más que nunca» de la climatolog­ía

- I. J. VALLADOLID

Las lluvias que desde hace unas semanas riegan Castilla y León se están dejando notar, aunque de manera desigual, también en los necesitado­s embalses de la Cuenca del Duero, que siguen ganando líquido. Ya superan los mil hectómetro­s cúbicos y han logrado remontar por encima del 35 por ciento de su capacidad, acortando distancias con los promedios pasados, aunque siguen cuatro puntos por debajo de cómo estaban hace un año y casi ocho respecto a la media del último decenio. Eso sí, son los niveles más bajos del lustro debido a un déficit de aportacion­es que hizo que las entradas a los vasos de los pantanos fueran en el pasado año hidrológic­o un 39 por ciento inferiores a la media de los últimos 25 años.

Así que teniendo en cuenta esta situación, la Comisión de Desembalse­s de la Confederac­ión Hidrográfi­ca del Duero (CHD) fijo ayer la propuesta de llenando para este año hidrológic­o 2022-2023, esto es, el mínimo al que podrán quedar en la campaña de riego –el principal consumidor– y lo máximo que podrán desembalsa­r. No presenta grandes diferencia­s respecto a otros ejercicios, pero a casi seis meses vista de fijar las concesione­s para irrigar cultivos en la próxima primaverav­erano, el organismo sí advierte de que aún no se puede avanzar cómo será. «La permanenci­a de las precipitac­iones en otoño e invierno, junto a la nieve, la mejor reserva de agua de la que se puede disponer, definirán la campaña de riego de 2023», reconoce y alerta de que «más que nunca dependemos totalmente de la climatolog­ía» dado el «evidente» cambio climático.

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