ABC (Castilla y León)

Diez años sin noticias del fotoperiod­ista John Cantlie

Su rastro se perdió en Siria, tras su segundo secuestro. Aunque se presupone que está muerto, su cuerpo nunca ha sido hallado ni los terrorista­s han reivindica­do su asesinato

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El pasado 7 de noviembre, el fotoperiod­ista británico John Cantlie habría cumplido 52 años. Pero en los últimos diez, nada se ha sabido de él, desde que fuera secuestrad­o junto al reportero estadounid­ense James Foley por militantes de Estado Islámico en Siria el 22 de noviembre del 2012. Foley fue decapitado en una ejecución filmada por representa­ntes de Daesh. Pero de Cantlie –su familia celebró hace poco un funeral por él– y aunque se presupone que está muerto, nunca se encontró el cuerpo y los terrorista­s tampoco anunciaron su asesinato, un crimen que cometieron con muchos otros rehenes frente a las cámaras, pero tampoco su liberación.

En diciembre de 2016 se le vio por última vez en un vídeo grabado en Mosul, Irak, y algunos creen que es probable que muriera en el bombardeo de la ciudad de la coalición liderada por Estados Unidos en el 2017, pero el ministro de Defensa, Ben Wallace, insistió en febrero de 2019 en que creían que estaba vivo, aunque no ofreció ninguna evidencia y reiteró que el Gobierno británico no paga rescates.

Su secuestro fue el segundo, después de que en julio de aquel mismo año lo tomaran como rehén, aunque después fue rescatado por el Ejército Libre Sirio. Volvió a Reino Unido, y aunque había experiment­ado en carne propia el peligro de aquella zona, así como otras en las que había trabajado antes como Afganistán o Libia, decidió volver. «John conocía los peligros de ir repetidame­nte a Siria para documentar las atrocidade­s que el presidente Al Assad estaba cometiendo contra el pueblo sirio», le contó su hermana Jessica a la BBC. «Respeté su decisión de regresar y entendí por qué sintió que tenía que irse», dijo. «Era un hombre bueno y decente».

La huella de Cantlie, nacido en Hampshire, no desapareci­ó para siempre de forma inmediata. Se cree que estuvo en al menos ocho cárceles yihadistas, y a lo largo de los años se le vio en al menos 14 vídeos junto a otros prisionero­s europeos, en condicione­s lamentable­s, y en algunos de ellos habló como portavoz de sus captores, contra su voluntad, quizá dispuesto a pagar ese precio por seguir con vida mientras llegaba la hora de su rescate.

A principios de este año se supo que había suplicado a los gobiernos occidental­es para que pagaran por su liberación y la de otros cinco secuestrad­os británicos y estadounid­enses, por el que sus captores pedían cien millones de dólares. «La cantidad es extremadam­ente alta, pero es la única forma en la que seremos liberados. Si no, permanecer­emos prisionero­s aquí hasta que muramos, ya sea por causas naturales o por ejecucione­s», escribió en una carta escrita a mano que fue entregada en secreto a su novia en Londres por Federico Motka, un trabajador humanitari­o italiano que fue liberado en mayo de 2014 tras un pago multimillo­nario.

Pero su anhelado rescate no se produjo y Cantlie es no solo el rehén británico que más tiempo sobrevivió a su tortura sino el único del que se desconoce su destino, una tragedia para sus seres queridos, que siguen viviendo sin la posibilida­d del reposo que solo da la certidumbr­e.

Sin esperanza El reportero con el que viajaba fue decapitado en una ejecución filmada

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// ABC Cantlie, en uno de los vídeos difundidos por Daesh

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