ABC (Castilla y León)

La duración de los nuevos contratos se desploma al mínimo en 15 años tras la reforma laboral

▶ La temporalid­ad en el empleo persiste en los fijos discontinu­os y en el indefinido cada vez más perennes

- GONZALO D. VELARDE MADRID

La reforma laboral está dejando casi tantos beneficiad­os como damnificad­os por el camino. Cierto es que la nueva normativa laboral ha cambiado la fórmula habitual de contrataci­ón en España, la temporal, para pasar a la indefinida. Pero solo hasta cierto punto. Lo que el Gobierno no muestra en la relación de cifras que apuntalan el cambio de modelo de contrataci­ón, es que las nuevas firmas tienen una duración media cada vez menor, de 45 días. Es decir, los contratos son cada vez de mayor calidad pero de menor duración, concretame­nte, la más baja de los últimos 15 años.

Precisamen­te, esta discordanc­ia es una de la cuestiones que ocupa a economista­s, académicos y expertos laboralist­as: ¿dónde están todos los contratos temporales asociados a la estacional­idad? Cabe recordar que la naturaleza de la temporalid­ad en España se debe al elevado peso del sector servicios sobre el conjunto de la economía y el efecto que tiene sobre las contrataci­ones el hecho de que la actividad en el sector sea especialme­nte intensa en ciertas épocas del año. Este hito se pone de relieve en verano principalm­ente, momento en el que se multiplica­n los contratos de actividade­s asociadas al turismo, y en la destrucció­n de cientos de miles de ellos en el último día del mes de agosto.

Uno de los aspectos más relevantes de los últimos estudios de evolución del mercado es el estancamie­nto de las horas trabajadas. Crecen los contratos, los afiliados, la ocupación, pero estos nuevos trabajador­es dedican menos horas a su actividad que antes de la pandemia, y que antes de la entrada en vigor de la reforma laboral. Es decir, el trabajo se trocea, se reparte. En el tercer trimestre del año, sin ir más lejos, el INE apunta a que el volumen de horas trabajadas es un 7% inferior que a cierre de 2019, antes de la pandemia.

Este hecho, crucial, unido al crecimient­o del empleo es lo que hace que el desplome de la duración media de los contratos nuevos, de 45 días, sea la más baja desde 2006.

Así con todo, la sintomatol­ogía de la ralentizac­ión del mercado laboral se reproduce por momentos. El pasado mes de octubre se firmaron en nuestro país un total de 1.447.035 contratos, lo que supone un 7% menos que en el mes anterior y una caída del 20,7% interanual. De estos, 826.804 son contratos temporales y 620.231 son indefinido­s, por lo que más de la mitad (57%) de las nuevas firmas son con carácter temporal.

Según las cifras extraídas por Adecco a partir de informació­n del INE y del mercado de trabajo la duración media de los contratos para el mes de septiembre –últimos datos disponible­s–, el 33,5% duran un mes o menos, y el 19,3% duran una semana o menos. De este modo, la duración media de los contratos para el tercer trimestre de 2022 es la más baja desde el año 2006, situándose en 45 días y habiéndose reducido un 15,1% con respecto al tercer trimestre del año anterior.

Con esto, la evolución de la contrataci­ón según la jornada, arroja que los temporales a tiempo parcial disminuyen hasta los 276.576 (5,3% menos que en el mes anterior) y los temporales a tiempo completo hasta 520.228 (7,2% menos intermensu­al). Los contratos indefinido­s a tiempo completo disminuyen hasta los 217.407 (8,4% menos que hace un mes) y los indefinido­s a tiempo parcial hasta 150.130 (un 9% menos).

Indicadore­s fiables

Es en este punto cuando los expertos comienzan a dudar de que las cifras absolutas de contrataci­ón y el crecimient­o de la afiliación a la Seguridad Social sean los únicos baremos válidos para analizar la eficacia de la reforma laboral. Porque las cifras se contradice­n. «Una de las formas de analizar el impacto de la reforma laboral, y la calidad en el empleo, tiene que ver con el grado de rotación contractua­l, entendiend­o por tal la ratio de número de contratos

en función del nivel de afiliación», advierten los expertos de Adecco.

En este sentido, al comparar las ratios para el tercer trimestre de forma anual, la de los fijos discontinu­os se dispara hasta el 73,6% (57 puntos más que en el pasado año) y bate el récord desde 2009 (660.210 contratos fijos discontinu­os sobre 896.613 afiliados fijos discontinu­os).

Y también en el mismo tono llegan las advertenci­as del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) sobre el impacto, cada vez más dudoso de la reforma laboral. En el último informe de coyuntura de la economía española el organismo pone de relieve que las cifras totales de contrataci­ón no pueden ser la medida para el éxito de la reforma laboral. De hecho, el Fondo recomienda al Gobierno mover el foco para poder analizar con rigor y piden que se observe la evolución del desempleo estructura­l en España, que está lejos de encontrar una solución en la reforma laboral.

De hecho, España contaba a cierre del tercer trimestre del año con 300.000 personas más sin trabajo que en 2008, pese a tener el mismo ocupación y el doble que en 2007 con solo 100.000 empleados más que en la actualidad. Por lo que la recuperaci­ón del empleo de los últimos tres lustros no ha sido acompañada por un descenso de los parados.

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