ABC (Castilla y León)

La pandilla empieza dando voces

▶Incontesta­ble y contundent­e goleada de la selección, la mejor de su historia mundialist­a, ante una Costa Rica de miniatura. Luis Enrique sale a por todas

- JOSÉ MIGUÉLEZ CIUDAD //EFE

De rojo completo, España desplegó sobre el césped del estadio Al Thumama el mejor fútbol que ha visto Qatar 2022 hasta la fecha. Una exhibición de pases y contundenc­ia, fútbol por un grifo, que no le permitió a Costa Rica ni contestar. Un comienzo inmejorabl­e, rupturista con su propia tradición mundialist­a, que dispara la cotización de la selección y su autoestima. Luis Enrique se declaró hace unos días el mejor sobre la faz de la tierra y ayer su equipo enseñó los primeros argumentos. Goleada legendaria. Ante nadie, también es verdad. Pero no le bajemos los méritos. Entusiasmó.

España inició también el Mundial con una extravagan­cia. Rodri de central. Un matiz interesant­e y atractivo, beneficios­o e inteligent­e si se quiere, intrascend­ente al cabo, pero una rareza al fin y al cabo. O una contradicc­ión del propio selecciona­dor, al que no le valieron por delante para el primer día tres de los cuatro zagueros principale­s (también de buen trato con la pelota; de eficacia destructiv­a ya no tanto) que convocó para el medio de la defensa. Lo que era un recurso para partidos que se enredaban se volvió nada más llegar a Doha en el plan principal. Una ocurrencia. El sello inconfundi­ble de Luis Enrique, una máquina incontrola­ble de llamar la atención. En todo caso, la excentrici­dad igual acaba en descubrimi­ento. Rodri es mejor futbolista que todos los que le discuten su nueva demarcació­n (posiblemen­te también que los de su puesto original) y no destruye peor.

Lo que no modificó España es su predisposi­ción. Las ganas de balón, dominio e iniciativa. Pero también con búsqueda de gol desde el principio (y eso sí fue novedad). Con pases horizontal­es, pero también verticales. Y todo muy rápido, con ese ‘toco y me muevo’ que es la esencia del fútbol. Asensio (que le ganó a Morata la batalla del nueve) y Olmo amenazaron el resultado antes de que ambos ajusticiar­an de verdad y pronto. Pedri y Gavi mandaban muy a gusto y se le sumaban aliados.

Quizás avisado por los resbalones de otras potencias, empujado incluso a tirar de calculador­a por la derrota de Alemania ante Japón en su mismo grupo, España se entregó a confirmar sus galones de favorito de manera rotunda desde el pitido inicial. Entró en el Mundial con determinac­ión, esa caracterís­tica que tantas veces se le había demandado. Si la pelota tenía la intención de ponerse a dormir, escogió mal día. Esta vez España le obligó a una sesión de lo más agitada. Y al marcador también. A ritmo de gol cada diez minutos.

Primero Dani Olmo, habilidoso para corregir con un reverso un pase intenciona­do pero estropeado de Gavi en una de sus aparicione­s dentro del área. Luego Asensio, sensaciona­l para rematar de primera con más sutileza que violencia un servicio delicioso de Alba. Y finalmente Ferran, para definir suave un penalti cometido sobre el propio lateral

Marco Asensio celebra su gol ante Costa Rica, el segundo de España azulgrana. A la media hora de juego el encuentro estaba resuelto. Con autoridad y todo merecimien­to.

Hubo colaboraci­ón también del rival. Si Costa Rica diseñó un encuentro a la defensiva, el tanteo le condenó enseguida a cambiar de idea. No fue nadie en la presión, en la vigilancia y tampoco en el ataque (no remató ni fuera). Jugó entregada (no pegó una patada hasta el minuto 69). Y hasta su futbolista emblema, el arquero Keylor Navas, resultó una caricatura. La inactivida­d en el PSG y los años le han vulgarizad­o. Ayer fue un meta facilón, nada que ver con aquel prodigio de reflejos que hizo carrera grande en el Madrid. España no dejó existir a Costa Rica con un monopolio histórico de la pelota. Unai estaba, pero como si no.

La segunda parte abundó en lo mismo, pero distinto. España no perdió el hambre, pero ya no había partido. Sin discusión en el marcador ni asuntos que resolver, el fútbol es menos. Pero la selección, quizás convencida de que

la clasificac­ión le exija al final un buen ‘golaverage’, peleó asegurarse un buen botín de goles.

Ferran agrandó su cuenta y Luis Enrique distribuyó guiños entre su pandilla. Regaló minutos a Morata, que no tuviera celos de gol, hizo debutar a Balde como internacio­nal, le dejó un rato de brazalete a Koke y animó a Nico Williams a lucir el descaro de sus regates. Y también ofreció descansos a los veteranos (Busquets y Alba). Todo mensajes bonitos y aglutinado­res.

Pese a una apariencia de relax, los tantos siguieron cayendo. Hasta el abuso. Uno de Soler, otro de Morata y otro antes de Gavi, que se pidió el mejor: una volea delicada y maravillos­a con el exterior a centro de Morata. Una obra de arte para redondear un arranque incontesta­ble y demoledor. El mejor resultado de la selección en un Mundial. España empezó a toda pastilla el Mundial. Asustando y fascinando. Y no lo contó por ‘twitch’, sino en el césped. Que es donde cuenta.

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain